Recuperar y reconciliar

24 de octubre de 20230 COMENTARIOS AQUÍ

 Texto de Guillermo Salazar Jiménez

Unos recorrían las calles con afán para buscar, entre canecas y bolsas de basura, materiales para reciclar; antes de abrir los cuadernos y escribir sus tareas. Otros esperaban ansiosos que se abrieran las rejas para pasar al salón de clases. Lo pensó Rusbel Caminante, al enterarse de los programas de formación que adelanta con recicladores, la Universidad CES de Medellín y, con personas privadas de la libertad, la Corporación Educativa Minuto de Dios en convenio con el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario –INPEC- en Cundinamarca.

Los anteriores programas son ejemplos prácticos que invitan a las Instituciones de Educación Superior –IES-, especialmente a las universidades, para formar a personas sin posibilidades de asegurar las bases académicas que garanticen desempeñar un oficio o profesión. Juanita Lectora agregó con alguien, quien dijo con sobrada razón: Nunca dejes de aprender, porque la vida nunca deja de enseñar. Juanita señaló el proyecto Alimentos que recuperan, ofertado a varios recicladores paisas sobre nutrición, gastronomía y manipulación de alimentos, para cambiar sus hábitos alimenticios y mejorar la calidad de vida familiar.

Rusbel Caminante enfatizó sobre la importancia del vínculo práctico de la universidad colombiana con grupos vulnerables para integrarlos a la sociedad. La formación para el desempeño laboral tiene alto valor, porque sus logros miden a corto plazo el impacto universitario en el medio. Subrayó la extensión como la misión universitaria clave para cambiar el sentido y significado de la educación de grupos desarraigados y estigmatizados, que junto a la docencia e investigación mostrarán el ideal de una educación solidaria, humana y transformadora.

Educación para la Reconciliación, dijo Rusbel Caminate, es el programa que espera graduar de bachilleres a presos de Chocontá, Gacheta, Girardot, Guaduas y Ubaté, cinco centros penitenciarios seleccionados para alfabetizar y avanzar hasta la educación básica y media a la población recluida. Loable tarea que la universidad del país debe tomar como ejemplo positivo para enfrentar el desafió de convertir colombianos a la civilidad.  

Juanita Lectora apreció el valor social y cultural que tuvieron estos programas para recicladores y privados de la libertad. La universidad colombiana está presente para ofrecer cambios sencillos y prácticos de alto precio político; seguro estos ciudadanos serán otras personas con valores nuevos para bien de ellos, familias y pueblos donde residan. “No temas crecer lentamente; teme solo quedarte quieto”, proverbio chino que le permitió a Juanita felicitar a las personas que se atrevieron a superarse, sin miedo a compartir sus experiencias y formar otros horizontes de vida.

Recuperar y reconciliar son palabras parámetro para medir el valor que tiene la universidad en reconocer la dignidad de grupos sociales marginados y el significado político de su tarea formativa. Adicionó Juanita sobre la necesidad de avanzar el rol solidario de la universidad con aquellos colombianos que necesitan de la educación para ser otros. Para hacer una nueva Colombia y construir la paz. Cierto maestro, concluyó con el gran pintor neerlandés Vincent Van Goh, “Porque lo grande no sucede solo por impulso, es una sucesión de pequeñas cosas que se juntan”.

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