Unos
recorrían las calles con afán para buscar, entre canecas y bolsas de basura,
materiales para reciclar; antes de abrir los cuadernos y escribir sus tareas.
Otros esperaban ansiosos que se abrieran las rejas para pasar al salón de
clases. Lo pensó Rusbel Caminante, al enterarse de los programas de formación
que adelanta con recicladores, la Universidad CES de Medellín y, con personas
privadas de la libertad, la Corporación Educativa Minuto de Dios en convenio
con el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario –INPEC- en Cundinamarca.
Los
anteriores programas son ejemplos prácticos que invitan a las Instituciones de
Educación Superior –IES-, especialmente a las universidades, para formar a
personas sin posibilidades de asegurar las bases académicas que garanticen
desempeñar un oficio o profesión. Juanita Lectora agregó con alguien, quien
dijo con sobrada razón: Nunca dejes de aprender, porque la vida nunca deja de
enseñar. Juanita señaló el proyecto Alimentos que recuperan, ofertado a varios
recicladores paisas sobre nutrición, gastronomía y manipulación de alimentos,
para cambiar sus hábitos alimenticios y mejorar la calidad de vida familiar.
Rusbel
Caminante enfatizó sobre la importancia del vínculo práctico de la universidad
colombiana con grupos vulnerables para integrarlos a la sociedad. La formación
para el desempeño laboral tiene alto valor, porque sus logros miden a corto
plazo el impacto universitario en el medio. Subrayó la extensión como la misión
universitaria clave para cambiar el sentido y significado de la educación de
grupos desarraigados y estigmatizados, que junto a la docencia e investigación
mostrarán el ideal de una educación solidaria, humana y transformadora.
Educación
para la Reconciliación, dijo Rusbel Caminate, es el programa que espera graduar
de bachilleres a presos de Chocontá, Gacheta, Girardot, Guaduas y Ubaté, cinco
centros penitenciarios seleccionados para alfabetizar y avanzar hasta la
educación básica y media a la población recluida. Loable tarea que la
universidad del país debe tomar como ejemplo positivo para enfrentar el desafió
de convertir colombianos a la civilidad.
Juanita
Lectora apreció el valor social y cultural que tuvieron estos programas para
recicladores y privados de la libertad. La universidad colombiana está presente
para ofrecer cambios sencillos y prácticos de alto precio político; seguro
estos ciudadanos serán otras personas con valores nuevos para bien de ellos,
familias y pueblos donde residan. “No temas crecer lentamente; teme solo
quedarte quieto”, proverbio chino que le permitió a Juanita felicitar a las
personas que se atrevieron a superarse, sin miedo a compartir sus experiencias
y formar otros horizontes de vida.
Recuperar
y reconciliar son palabras parámetro para medir el valor que tiene la
universidad en reconocer la dignidad de grupos sociales marginados y el
significado político de su tarea formativa. Adicionó Juanita sobre la necesidad
de avanzar el rol solidario de la universidad con aquellos colombianos que
necesitan de la educación para ser otros. Para hacer una nueva Colombia y
construir la paz. Cierto maestro, concluyó con el gran pintor neerlandés
Vincent Van Goh, “Porque lo grande no sucede solo por impulso, es una sucesión
de pequeñas cosas que se juntan”.