Ganar
cuatro partidos y un empate en la Copa América hizo parte de un proceso anterior
de otros 24 sin perder, que configuró una imagen positiva para enfrentar la
final con alta esperanza por salir campeones, pensó Rusbel Caminante, proceso
que hace parte de la construcción de nuestra cultura del fútbol. Agregó que los
jugadores, dirigentes, equipos, hinchas y familias, cada cual hizo sus aportes
en valores, creencias y tradiciones para llegar al lugar que hoy merecemos. Los
rasgos distintivos transmitidos de una generación del fútbol a otra conformaron
nuestra identidad, resumida en las capacidades demostradas contra Argentina.
Los
jugadores colombianos no fueron inferiores ni superiores, concluyeron un
proceso de años, apreció Rusbel Caminante, como paso hacia la continuidad
constructiva de nuestra identidad futbolística, donde ganar y perder hace parte
de ella. Igual pasó con Argentina, tienen su propia historia del fútbol, hecha
por similares actores, con sus distingos culturales tan propios, que difieren
de nosotros. A pesar de poseer características futbolísticas universales,
Rusbel diferenció las culturas del fútbol de ambos países. En Argentina los
clubes están organizados por categorías en todos los niveles; las comunidades
los patrocinan directa o indirectamente por medio de equipos de barrio que los
nutren con nuevos jugadores. Llenan los estadios, desde años centenarios, por
convicción y amor porque desde que nacen ese es su equipo; asistir al partido
lo convirtieron en una actividad cocida a su vida familiar y social.
Este ambiente de actuar y pensar de la sociedad argentina, transmitido de generación en generación, reflexionó Juanita Lectora, impactó a su selección y así mismo se comportaron los jugadores en la cancha. No fueron superiores, tampoco nuestra selección. Respondieron acorde con aquel proceso, que concluyó en una derrota necesaria de asimilar para continuar construyendo nuestra cultura del fútbol. Llegamos al último partido en igualdad de condiciones porque ambos equipos lograron este objetivo, pero desiguales en historia sobre el significado formativo del fútbol y la experiencia de ganar títulos y partidos a nivel continental y mundial, multiplicadores de la cultura futbolística Argentina.
Juanita
Lectora consideró vital integrar las anteriores consideraciones a las
enunciadas de un contenido u otro, de un estilo analítico o apasionado, pero
necesarias para enriquecer, sobre la diversidad, el futuro de nuestro fútbol.
Recordó como tal cultura podría ser el medio para fortalecer la identidad de
los futbolistas y colectiva de los equipos y las selecciones; porque la cultura
del fútbol no solo es fuente de diversión y entretenimiento, lo es también de
reflexión y aprendizaje. Antes de esta final, Colombia ganó una Copa América en
2001, analizó Juanita, Argentina 15, 28 años después de ganarla en 1993.
Además, venía de ser el último campeón del mundo, con dos títulos mundiales en
1978 y 1986. Adicionó que Colombia mereció los reconocimientos como el equipo
que mejor jugó, pero una final comporta múltiples factores que influyen en el
resultado, más allá del árbitro, público o estado de la cancha, como dijo André
Malraux, “La cultura hace al hombre algo más que un accidente del universo.”