Las elecciones del domingo 29 de octubre nos demostró que
lo sucedido es algo que se repite con periodicidad, casi, sin variación alguna.
En forma calcada, las élites políticas regionales, se reeligen apelando a
factores emocionales, a los tácitos engaños, al poder del dinero y a un
obsecuente pueblo, que fácilmente se deja manipular y desinformar.
En estas circunstancias al tradicional opresor, le resulta muy fácil
mantener el poder regional representados en clanes familiares, gamonales políticos
y tristemente a una masa que se deja direccionar por encuestas amañadas,
noticieros que pregonan que el cambio es algo apocalíptico y mafias con el
poder de "Don Dinero" que todo lo corrompe y todo lo puede.
Así las cosas, resulta muy difícil cambiar. Colombia no necesita un cambio;
Colombia lo que necesita es un renacer, que es muy diferente a una infructuosa
mudanza.
Todos preguntan al unísono, quién ganó en la ciudad de Bogotá, quien
ganó en Medellín, Cali y Barranquilla. Nadie pregunta quién ganó las elecciones
en la otra Colombia, los pueblos olvidados por el Estado, pero no olvidados por
la delincuencia de los narcos, la delincuencia de grupos del multicrimen, o la guerrilla
residual, que van expandiendo sus fronteras y territorios sin mucho ruido y
hacen de la toma de alcaldías municipales, gobernaciones departamentales sus
feudos políticos y económicos.
Lo anterior es el punto, es el tema de fondo: la toma de porciones de
territorios estratégicos. La gente no pregunta quién ganó en El Tambo Cauca,
Puerto Asís Putumayo, Puerto López, Guapi, El Tarra en Catatumbo, Jamundí
arriba y otros recónditos lugares. Allá es donde está el asunto que trasnocha
al país y ahí es donde juega el proyecto de La Paz Total. Pero para muchos la
mejor forma de solucionar los problemas es negándolos. ¡No haciendo nada!
En mayo del 2021, veníamos de la pandemia, se dio una coalición
espontánea motivada por la tesitura de momento, pero también por el acumulado
de injusticias e inequidad de muchos años atrás. Se le ha llamado El Estallido
Social En esa unidad de fuerzas motivados por el cambio, había militantes, consientes,
con férreas convicciones y un claro marco histórico los asistía, pues se tiene
claro, las causas objetivas que generan la inconformidad y se busca un cambio,
que se puede lograr, no a través de las armas, si no, con las condiciones que
brinda un sistema político que se hace llamar democrático. Estos militantes consientes
y con convicciones, son proclives a permanecer firmes y es la base política que
invariablemente está con un renacer o llamémoslo simplemente cambio.
Otros son militantes de ocasión, que igualmente son víctimas de la
pobreza, la desigualdad y la inequidad, pero carecen de convicciones. Con
ellos, la coyuntura y el momento nos une, pero, pueden verse fácilmente
influenciados por la desinformación, de los medios de comunicación hegemónicos,
puesto que no tienen la firmeza que brinda un claro contexto histórico. Es el
militante coyuntural, que hace parte de una base social, pero no asegura estar
cohesionado con causa alguna. El militante coyuntural es voluble, no inspira
confianza, va y viene de manera indecisa, al vaivén de los vientos que soplan a
favor o en contra, fácilmente una encuesta amañada que aparece desfavorable y
un sesgado noticiero, los voltea y le hace cambiar lo que ya tenía decidido.
El militante coyuntural, se ubica de manera oportuna "donde más
le convenga", según su particular concepción de la conveniencia. Los
militantes coyunturales por ser muchos, eligen alcaldes, gobernadores concejales
y diputados. Eso explica por qué personajes tan cuestionados y con claros
pasados non sancta, increíblemente siguen siendo elegidos en las regiones.
El Pacto Histórico es una coalición de fuerzas, que en un momento dado
puede ser fuerte y en una próxima elección puede aparecer débil. Esto,
precisamente es, porque está conformado por dos tipos de militantes: el
militante de férreas convicciones que siempre estará allí firme y leal y el
militante de momento, de ocasión: el militante de coyuntura. Es una necesidad
prioritaria el tener una escuela de formación política. Una escuela de formación
de líderes identificados plenamente con el objetivo central, que es, el cambio
de las arraigadas costumbres políticas, que son las que desafortunadamente
producen los militantes de ocasión.
Posdata 1 Algo rescatable de estas
elecciones, fue la elección en Cali de Alejandro Eder. Fue un candidato que
oportunamente se desmarcó de la caverna y logró aglutinar todos los matices.
Ganó Cali con su elección.
Posdata 2. Sigue "El Chontico"
cometiendo el mismo error: dejo en el ambiente su ambigüedad con respecto al
apoyo tóxico. No hizo público lo que claramente si hizo Eder: desmarcarse.
German Peña Córdoba
Arquitecto- UNIVALLE