Texto de Guillermo Salazar Jiménez
La población viva en la cruel guerra
Israel-Palestina es la que sufre los horrores de la muerte, palabra más usada
por líderes políticos, medios y ciudadanos, aseguró Rusbel Caminante. A la
triste situación de muerte vale la pena anteponer la palabra vida, pensó,
porque a partir de valorarla es necesario determinar el futuro de ambas
sociedades.
En la muerte no vale persistir, para
señalar asesinos buenos y malos, agregó Rusbel, resulta fundamental hablar de
vida para desatender los llamados a tomar partido por aquellos que de un lado u
otro se abrogaron el derecho de matar. Los abusos contra la vida son tantos,
resulta cruel imaginar que su ejecución lo realice el hombre para acabar con la
humanidad y la cultura.
“Es pobreza de espíritu obstinarse en
devolver el daño que se ha recibido”, con Nietzsche, Juanita Lectora advirtió
la necesidad del agua para vivir, nunca utilizarla como arma para vengarse del
daño originado por los bombardeos. Estos causaron la muerte de ciudadanos
indefensos, jamás justificados; pero la falta provocada de agua para derrotar
al opositor es una acción desalmada. Sin agua los palestinos están condenados a
vivir sin futuro, a una vida con ardor en sus gargantas y presos de las
infecciones por utilizar agua contaminada.
Juanita Lectora afirmó que resulta
inhumano observar a niños y mujeres palestinas recoger agua de los “camiones
cisterna de la cooperación internacional, en pozos poco profundos de agua
subterránea y en estaciones de llenado de botellas y baldes”-Tatiana Acevedo,
El Espectador, octubre 15, 2023. Del otro lado, Israel disfruta de los recursos
hídricos, existen documentos donde las fuentes de agua dulce del río Jordán y
sus afluentes son aprovechadas solo por Israel. Utilizar el agua como arma es
asunto de la crueldad de la guerra y no permitir a los palestinos acceder a
ella es abuso de superioridad inhumana.
Juanita, de Tatiana leyó, “solo el 5%
del agua de la única fuente de agua dulce de la Franja, el acuífero costero, es
apta para el consumo humano”; por ello Juanita se sintió impotente para
justificar cómo Israel no permite a sus vecinos palestinos disfrutar de las
modernas plantas desasilinadoras. Israel subyuga la existencia, pues toma el
agua como arma para tiranizar la vida palestina. Con Engels, filósofo y
sociólogo alemán, concluyó: Un pueblo que oprime a otro pueblo no puede ser
libre.
Rusbel Caminante confesó indignado ver
imágenes de niños palestinos que lloran de sed y otros languidecer enfermos por
beber agua sucia, en un territorio donde su vecino Israel dispone de suficiente
agua dulce y pronto inaugurará la fábrica desasilinadora más grande del mundo.
Con grandes plantas de energía solar, Israel cortó la energía eléctrica en
Gaza. Si los bombardeos de ambos países hacen parte de la cruel guerra,
utilizar la falta de agua como arma para oprimir es un crimen contra nuestra
confianza en la humanidad. Advirtió con Paulo Freire: Los opresores, falsamente
generosos, tienen necesidad de que la situación de injusticia permanezca a fin
de que su “generosidad” continúe.