La vida en tiempos de la peste

17 de noviembre de 20210 COMENTARIOS AQUÍ

 Texto: El soñador de Maulén

El festival Bandola y el Carnaval de Los Abrazos, trascienden aun en tiempos de pandemia. Colombia, el país que tantas veces resuena en los titulares de prensa alrededor de la palabra violencia, pero, que se debe comentar también para registrar la alegría, como sucede en acontecimientos sacados casi del realismo mágico.

    El festival Bandola y su Carnaval de Los Abrazos, son la magia hecha amor a través de la música y la confraternidad.

     Sevilla, Valle, Colombia, es una población de alrededor de 50 mil habitantes, encallada en uno de los pliegues de la Cordillera Central colombiana, donde casi termina su recorrido la inmensa Cordillera de los Andes, después de una larga travesía por Suramérica.

      Desde su fundación, en 1903, Sevilla, ha sido acompañada por la música. En sus calles, es frecuente encontrar “serenateros” a altas horas de la noche interpretando melodías tradicionales latinoamericanas de: Los Trovadores de Cuyo, Antonio Aguilar, Los Chalchaleros, Gardel, Julio Jaramillo, el Dueto Garzón y Collazos; y muchos otros artistas populares, han hecho parte del repertorio de tantos músicos del municipio. No hay una expresión cultural más arraigada en el sevillano que la música.

     A comienzos de los años ochenta, unos inquietos jóvenes universitarios sevillanos, que estudiaban en la ciudad vecina de Armenia, Quindío, Colombia, conformaron un grupo musical denominado “Bandola”.

      Su nombre no fue tomado del instrumento musical denominado bandola, a pesar de que casualmente, este, ha prestado su sonido al grupo en diferentes presentaciones, el nombre del conjunto, se debe a que a ellos logrando cierto reconocimiento con sus interpretaciones musicales, en la comunidad universitaria, se les invitaban a reuniones denominándolos: “La bandola de Sevilla”. De esta manera, cada que había una celebración estudiantil, salía la frase: ¡Invitemos a la bandola de Sevilla!, ellos acudían a la reunión e interpretaban música latinoamericana y algunas composiciones propias.

     El grupo fue tomando reconocimiento entre los artistas folclóricos colombianos, por sus melodías alegres, e interacción con el público, que  además, invitaban a la reflexión sobre temas tan vigentes socialmente, como el reciclaje, el cuidado de la naturaleza, el patrimonio cultural, etc.

     Aunque la agrupación actualmente tiene varios integrantes, su grupo base estaba conformado por: María Elena Vélez Arias, “La Nena”, quien interpreta la tambora y lleva la voz principal, Óscar Gallego Rojas, “El Negro”, en la guitarra; Rodrigo Muñoz Zapata, “El Mono” quien, interpreta la guitarra, el charango y otros instrumentos, y Julián Gil Londoño, Q.E.P.D. Quien tocaba como los dioses los instrumentos de viento y falleció en un accidente de tránsito en abril de 2017, convirtiéndose desde ese momento en “ El ángel del viento” para toda la comarca sevillana.

      “La Nena”, “El Mono” y “El Negro”, actualmente combinan sus quehaceres musicales con la labor de docentes en el municipio, donde transmiten su conocimiento artístico a nuevas generaciones y complementan su trabajo de formación, a través de la Fundación Casa de la Cultura, que realiza actividades todo el año.

      Durante varias décadas son cientos de niños y jóvenes los que han pasado por la Casa de la Cultura y gran cantidad de ellos, han emprendido sus proyectos musicales.

       Paralelamente al proceso del grupo Bandola, en Sevilla, reitero, los músicos están en todas partes y ellos a la par, realizan procesos de formación con excelentes resultados, al punto de que el músico sevillano sea visto como un buen referente nacional.

Para 1996, el grupo, con un estilo ya definido y cantidad de fanáticos en la región y en el país, el Grupo Bandola, invitaba a sus colegas a reunirse periódicamente con artistas y amigos de otros municipios colombianos, para intercambiar experiencias y compartir interpretaciones musicales, decidieron darle más sentido a este tipo de reuniones y realizaron así, la primera versión de festival Bandola, tomando el nombre de la agrupación musical anfitriona.

      En un festival tradicional, basado en un concurso, cuando un músico sube a tarima con el ánimo de competir, centra su atención en la perfección de su interpretación, cada pisada con los dedos en las cuerdas o en los orificios del instrumento musical, debe ser pensada adecuadamente y cada nota salida de  la garganta, no puede desafinar en lo más mínimo. El músico se convierte en un atleta que se ha entrenado para demostrar que es el mejor. Cada agrupación busca la excelencia para llevarse el premio, y en esa búsqueda de la interpretación más destacada, se pierde muchas veces esa conexión con el público que viene a disfrutar de la música.

      La propuesta del festival Bandola, buscaba interpretar y celebrar la música colombiana y latinoamericana. Era una apuesta interesante que rompía con la tradicional forma de realización de festivales musicales colombianos, que basaban principalmente, su dinámica en concursos.

       El Festival Bandola, solo pretendía el encuentro fraterno entre músicos de varios lugares del país y deleitar al público con sus interpretaciones, algo que llevaría a una conexión mucho más cercana con los espectadores, logrando más hermandad, al eliminar la competencia y potencializarse la interacción con las personas en la plaza principal del pueblo que coincidentemente se llama plaza de La Concordia.

     De esta manera, una agrupación en tarima, podía jugar con el público, ponerlos a corear sus canciones, animarlos a acompañarlos con las palmas de las manos, atender el llamado del artista para darse un abrazo entre los asistentes y toda serie de dinámicas que ahora, sin competencia, podrían ser más acordes a la palabra festival.

   En Colombia, los días festivos, desde los años ochenta, se celebra el lunes siguiente de la fecha del festivo, así, por ejemplo: Si el día 6 de enero, día de los reyes magos, cae un miércoles, el día festivo se traslada para el lunes 11 de enero y así con todos los festivos religiosos. A estos periodos, se les llama puentes. El festival Bandola se realiza cada segundo puente festivo del mes de agosto. 

     Cada versión del festival comienza la noche del día viernes, y se abre con la canción “Tiempo de festival”, que es el himno del festival, el cual, empieza con el sonido de un solo de la bandola (el instrumento musical), que suena sus cuerdas, llevando la melodía a un punto donde el estallido de la batería con los vientos anuncia la llegada del festival a los asistentes a la plaza de La Concordia. En ese momento los fuegos artificiales y las serpentinas vuelan por los aires y el público explota de alegría, luego de un año entero sin sentir su festival. Los personajes que acompañan el grupo, hacen presencia y bailan felices recorriendo la tarima, mientras todos los asistentes corean la canción:

“Bandola es el encuentro, Sevilla está en concierto

Hay un carnaval de abrazos en la Concordia

A su encuentro con la libertad…”

Canción: Tiempo de festival / Letra: Martha Helena Hoyos, Grupo Bandola.

 La diversidad de Colombia, está en todos los aspectos: la biodiversidad, los pisos térmicos, las regiones que parecieran países diferentes y por su puesto su gente de todas las razas y con ella la música con diferentes matices.

   El Festival Bandola reúne desde músicos de la Costa Caribe colombiana con la cumbia y su acordeón, con músicos de la Región Andina con sus zampoñas, pasando por intérpretes de música llanera con sus arpas y con los exponentes de la Región Pacífica, donde la marimba de chonta es la reina.

     El festival convoca entre 30 y 40 agrupaciones en cada edición y la gama de ritmos es muy variada.

     Para esta época, diversos guayacanes florecen en el pueblo y se forma un tapete amarillo, evocando a la novela “Cien años de soledad” de García Márquez, casi parece la despedida de Remedios la vieja en Macondo, cuando, al morir en su ascensión, se llena el pueblo de mariposas amarillas que se la llevan, mientras un aroma envuelve el lugar.

     Para la época del Festival Bandola, Sevilla respira alegría, se nota el resplandor de las sonrisas en la gente, la música al viento, es el aroma que envuelve la comarca.

Acompañando a los guayacanes que florecen naturalmente, los sevillanos adornan con árboles hechos a mano poniendo flores amarillas en papel, cual árbol de navidad en cada casa, cada balcón, cada terraza y ventana y las calles en perspectiva, son un espectáculo maravilloso donde predomina el color amarillo.

 “Cada año nos trae primavera

se pone su vestido de muchacha dominguera,

 

se viste de gala con la luna y con el sol,

nos alumbra con su fiesta de color…

 

Cantando bailando, sintiendo su brillo

Cantando bailando junto a árbol amarillo…

 

Lluvia, lluvia de flores amarillas…

Caricias, caricias, del árbol amarillo…”

Canción: Árbol amarillo / Grupo Bandola.

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