Como en el Salvaje Oeste

19 de enero de 20230 COMENTARIOS AQUÍ

Texto de Álvaro William Pineda Tabares

Obvio que es fácil volarse un semáforo, andar a alta velocidad y transitar en contravía; lo difícil es hacer lo correcto”

Recuerdo la escena de la película: mientras un transeúnte cruza una calle, se acerca a toda velocidad una horda de jinetes levantando la polvareda y llevándose a su paso los desdichados animales de granja que se cruzaron en su camino. El ciudadano trata de devolverse a la protección que le ofrece la orilla de la calle, pero es demasiado tarde y es atropellado por la salvaje horda.

En el siglo XXI, donde se supone que se superó la barbarie, aun aparece la ley del más fuerte, las calles de Sevilla recuerdan la película western y hasta los jinetes del apocalipsis, cuando me cuentan que hace poco tiempo, en el municipio, un motociclista transitaba normalmente y pasando una de las esquinas donde llevaba la vía, abruptamente un grupo de motociclistas interrumpieron su paso, se lanzaron sin respetar la señal de pare y lo hicieron caer; el responsable siguió como si nada y sus compañeros de fechorías para evitar que el motociclista caído los siguiera, se bajaron de sus motos, lo tomaron de los brazos y mientras él, luchaba por soltarse de sus opresores, el responsable de su caída se perdió por las calles sevillanas.

No solo van decenas de atropellados en los últimos años por carros y motos fuera de control en Sevilla, sino que han sido lesionadas y asesinadas varias personas en las mismas circunstancias, algunos vehículos conducidos por personas drogadas, con música a todo volumen, algunos embebidos de soberbia que pierden la dimensión humana y se convierten en potenciales asesinos ambulantes.

Los niños, los adultos mayores y la población vulnerable sevillana buscan al menos cruzar una calle tranquilamente, pero muchas veces se ven asaltados por la horda del salvaje oeste haciendo gala de su ignorancia, no solo poniendo en problemas a quien se los cruce sino a sus propias familias porque son el dolor de cabeza de sus madres que quedan intranquilas cuando sus hijos suben a sus escandalosos artefactos de dos ruedas o se pasean conduciendo alicorados y drogados por el pueblo.

Una conducta que ha causado varias tragedias como la de una niña en 2021, que fue atropellada por el sector de la galería y perdió parte de su dentadura o la de una reconocida estilista que fue atropellada en el sector de la calle La Pista; sin mencionar la cantidad de perros que han atropellado (mientras escribo esta nota, acaban de atropellar uno).

Transitan sin placa u ocultando la placa, sin documentos, sin cascos, sin luces con sobrecupo, en contravía, contaminando el ambiente con ruido y humo. Algunos excusan su conducta con la falta de presupuesto para comprar una moto menos contaminante o estar al día en la documentación; pero si les alcanza para comprar el mejor resonador, para cromar las piezas de la moto y para engallarla y personalizarla.

Esta seudo moda de las motocicletas de dos tiempos es una herencia de los años ochenta, cuando el sicariato hacía de las suyas en las principales ciudades del país y huían en sus motos después de descargar la ráfaga sobre la desafortunada víctima.

La RX115, la DT125, la DT175 eran las reinas de esa época, no era así la AX100 que no pasaba de ser una moto de trabajo. Todas estas y otras referencias más, ya son obsoletas no solo porque no pasan las normas ambientales sino por su consumo de combustible.

La Ley 1972 de 2019 que busca reducir las emisiones contaminantes, es una de los respaldos que tiene el Estado para ir sacando de circulación este tipo de vehículos que no cumple con la norma Euro3 acogida por el país.

Pero el problema se extiende a los carros que transitan hasta altas horas de la noche, con el volumen en lo más alto, irrespetando las señales de tránsito y la tranquilidad de quienes necesitan dormir para madrugar al trabajo o se encuentran enfermos y tratan de conciliar el sueño.

La responsabilidad no es solo de los gobernantes sino de cada uno de los que compartimos este espacio tan privilegiado, sería inútil poner un funcionario en cada esquina para vigilar el comportamiento ciudadano, obvio que es fácil volarse un semáforo, andar a alta velocidad y transitar en contravía; lo difícil es hacer lo correcto sin que nadie nos vea, pero este simple acto nos traería el mejor bienestar colectivo; que bueno sería pensarnos el municipio entre todos, dando ejemplo de civismo al país, pero eso solo lo lograremos pensándonos en colectivo. Hagamos que valga ese título de “Capital de la cultura y la inteligencia”.

 

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