Texto de Álvaro Pineda Tabares
“No es
que nuestro país se haya polarizado últimamente, es que siempre lo ha estado”
Desde el grito de independencia en 1810, hasta
1816, tuvimos el periodo que Nariño denominó: “La patria boba”, donde por estar concibiéndonos como nación
federalista o centralista, desperdiciamos los primeros años de independencia,
permitiendo que nos reconquistara la corona española.
Así comenzó el país. Dividido. Entre 1812 y
1886, Colombia, sufrió 9 guerras civiles. Ese año con la creación de la
Constitución del 86, se creó uno de los detonantes de la guerra de los mil días
desde 1899 a 1902. Guerra entre liberales y conservadores.
No solo ahora asesinan a los desmovilizados de
los procesos de paz, para 1914, el hermano de Heraclio Uribe; el General Rafael
Uribe Uribe, era asesinado a hachazos en las afueras del Capitolio Nacional,
cuando ejercía como el único congresista del Partido Liberal en ese entonces,
luego de haber sido indultado y desmovilizarse con las fuerzas liberales, años
atrás.
“Yo he
podido renunciar de una vez por todas y para siempre, a ser un revolucionario
con las armas, pero no he renunciado a ser un revolucionario y un agitador en
el campo de las ideas" Rafael Uribe Uribe.
De ahí en adelante, son muchos los que han
caído por el hecho de pensar diferente al régimen establecido. Nunca se les
perdonó tener pensamiento crítico
34 años después de Rafael Uribe, siguió el
magnicidio de Gaitán, y ya se venía gestando lo que vendría después. La
violencia liberal conservadora que acabó con el poco renacer que tendría el
país para ese entonces.
Aquí en Sevilla, un municipio que se proyectaba
dentro de los más prósperos, la sombra de la violencia partidista, acabó
drásticamente, su impulso. De relatos escalofriantes sobre la violencia están
llenas las memorias de nuestros mayores.
En el municipio, una de las más recordadas es
la historia de Onésimo y Marco Granada, hermanos entre sí, quienes militaban en
bandos contrarios y en un episodio casi de película de esas que quisiera rodar,
mueren el mismo día.
En las décadas siguientes, al fuego de la
polarización que no nos permite unirnos como nación, se atiza y después, como
gasolina, llega el negocio del narcotráfico, con sus millones de dólares que
dejan como resultado miles de muertos de lado y lado y millones de
desplazamientos.
En el país todos somos víctimas de la violencia
de alguna manera, pero lo más peligroso de esto, es que al hacerse tan cercano
a nosotros, se nos convirtió en paisaje, aparecieron hasta fenómenos musicales
que narraban las desgracias y después las series y narconovelas, que si bien de
alguna manera permiten una catarsis, acomodan más el paisaje violento a una
supuesta normalidad, donde el narco corrido y el guion traqueto, hacen parte ya
de un elemento de identidad.
Para ver
esto, podemos ir a cualquier fiesta de pueblo en Cundinamarca o Boyacá, donde
el atractivo principal va a ser el grupo que canta narcocorridos, incluyendo el
tema de “El guerrillero y el paraco”
y en un segundo plano, aparece la música tradicional, esta última, cuando la
tienen en la programación.
Las redes sociales se han convertido en una
trinchera para lanzar dardos y puyas a quienes no están de acuerdo con la ideología
del usuario de cada cuenta. La pregunta es: ¿A dónde vamos a llegar?
Y si no tomas partido, también eres víctima de
los extremos que te ven como un obstáculo al totalitarismo, así, pasaba y pasa
aun con el campesinado, quienes quedan en medio del fuego cruzado y los
involucran porque si o porque no.
Creo que muchas personas, al igual que yo lo
hago, le pregunto a ese ser superior: ¿Qué podemos hacer?, ¿izquierda o
derecha?
En mi caso después de preguntarlo, me miro al
espejo y veo dos ojos, dos piernas que me ayudan cada una a impulsar mi bicicleta cuando dejo la
flojera y me subo a pedalear, dos manos con las que entre otras cosas, puedo
escribir estas líneas y a veces me pregunto si el país no será como una inmensa
caja llena de personas y cosas maravillosas a la que se debe impulsar, pero si
solo lo hacemos con un brazo, la caja simplemente se desviaría y le daríamos
vueltas en círculos. Ahí hace falta el equilibrio del otro lado para poder
avanzar hacia el horizonte, veo en ese símil,
un país siempre gobernado en un mismo sentido.
Entiendo que para poder ver mejor es necesario
tener el ángulo completo de los dos ojos y no un velo que te cubre parte de la
visión.
El problema no es el otro ojo, el otro brazo,
la otra mano, la otra pierna, el problema son las circunstancias por afrontar
como la pandemia que padecemos.
Tal vez viéndonos al espejo y contemplando la
perfección que puede existir en la armonía simétrica, entendamos que hasta la
naturaleza nos grita que la mariposa para volar necesita sus dos alas y que es
cuestión de entender, que el otro también existe.