Texto de Germán Peña Córdoba
El estado de polarización en Colombia es connatural a la idiosincrasia de su gente
y al ambiente político imperante. Es claro que a diversos sectores políticos
les conviene un permanente estado emocional alterado, porque cuando la emoción
prima sobre la razón, la razón se disipa, se desvanece y el voto consciente
desaparece. Con lo anterior, los interesados en polarizar, activan mecanismos estratégicos,
para que los instintos primitivos emerjan, el cultivo del odio aflore y rinda
los frutos deseados. Precisamente de allí nace: "hay que llevarlos a las
urnas enverracados".
Si
revisamos la historia política reciente, casi siempre el ambiente ha
permanecido caldeado, el escándalo lo hemos adoptado como modus vivendi; el
acaloramiento permanente nos mantiene en constante expectativa y las febriles
masas son vulnerables a ser permeadas por la continua desinformación. La
rivalidad partidista entre el trapo rojo y el azul dominaban la política en los
años 50's generando violencia física y emocional donde la Iglesia Católica como
factor perturbador tomó claramente partido; tanto así, que el monseñor
Antioqueño Miguel Ángel Builes desde el púlpito, atizaba a los feligreses
diciendo, que matar Liberales, pobres y comunistas no era pecado. Por allí,
anda una réplica de Builes resucitado, diciendo, cositas casi iguales y le
llaman "Padre Chucho".
La pugnacidad y el estado de crispación ha permanecido en el tiempo y se ha expresado en una violencia política que no acaba, la inveterada corrupción, que parafraseando al prohombre Julio Cesar Turbay Ayala, no existe en su justa proporción, lo que tenemos es una mega e injusta desproporción de lo venal que llegó para quedarse, el permanente estado de sitio, el estatuto de seguridad, el narcotráfico, los paramilitares y las guerrillas, son la munición que alimenta el perenne estado de polarización. En la década de los años 80's durante el gobierno del presidente Virgilio Barco Vargas (1986-1990) fueron 5 los pre- candidatos presidenciales asesinados y, también existió el pogromo contra la Unión Patriótica que devastó todo un partido político. ¡Increíble!
Son
diferentes los factores que convergen y sostienen el estado de polarización
reinante, pero hoy, existe un factor que contribuye eficazmente a que la
temperatura suba, a que el ambiente se crispe, a que la olla de presión
explote: lo expresé arriba de esta columna de opinión: en otro tiempo fue la
iglesia desde los púlpitos, la encargada de atizar la hoguera, para que
prosperará el ambiente de polarización. En la década de los años cincuenta, lo
hacía de manera eficaz Monseñor Builes, hoy lo hace una facción importante del
periodismo, hago la salvedad: no es todo el periodismo, pero si, una parte
destacada, que es influyente frente a la opinión pública. Esta parte, es la encargada
que la temperatura de la polarización suba, para la conveniencia de unos
intereses políticos y económicos puntuales.
El
periodismo es una profesión muy respetable, digna y admirada; siendo así, debe
comportarse como un contrapoder que incomode sin excepciones; el periodismo no
debe ser cercano al poder, como en otras ocasiones lo ha sido; debe primar la
información sobre las opiniones. Hoy, excepcionalmente, parte de él, lo hace de
manera sesgada y selectiva. Una sección del periodismo de hoy, no funciona como
un contrapoder, ahora es un partido político, con alianzas y metas
cuidadosamente trazadas, tanto así que la anterior fiscalía de Francisco
Barbosa actuaba como una corresponsal más de la crápula Revista Semana.
Nada
más inspirador que la música Salsa, la Salsa y sus letras lo explican todo y si
son los hermanos Lebrón mejor aún.
La
temperatura sube, sube /sube la temperatura/
/Te
estoy queriendo en silencio/ y eso si tu no lo sabes
La
temperatura sube/ sube, sube la temperatura/
Pero
ya me cansé vete para allá/ a apestar como un cedazo/......
Y
la temperatura seguirá subiendo, como lo dicen los Hermanos Lebrón, y subirá a
medida que el tiempo del gobierno del cambio se agote. Faltan dos años y el
último es un año electoral. En este lapso, la mentira y la desinformación
reinarán; habrá que prepararse. Nadie solicita que al gobierno del cambio no se
le ausculte su accionar, nadie pide que se le tapen eventuales casos de
corrupción insoslayables, cuando venimos de una corrupción estructurada por
décadas y quizás siglos; nadie implora que la filosofía del cambio esté por
encima de la ley. Lo importante de todo esto, es actuar con rectitud, con
honestidad como se ha venido haciendo, reconocer los errores con humildad, no
distraerse en lo inane, gobernar, ejecutar, saber escuchar, y lo más
importante: ¡no dar papaya!
Germán Peña Córdoba
Arquitecto- UNIVALLE