El 29 de mayo por la noche yo estaba abatido: suponía que para la segunda vuelta se unirían, en bloque, los votantes de Fico Gutiérrez (cinco millones) con los de Rodolfo Hernández (seis millones), y frente a ese total (11 millones) los ocho y medio millones de Petro y Francia no tendrían nada que hacer. Me dormí lidiando con mis pesadillas, pero al día siguiente amanecí optimista: algo me decía que muchos de quienes votaron por Rodolfo Hernández (RH) lo hicieron no tanto por él —aunque tendrá sus fans—, como contra Uribe, Duque y Fico, y que no sostendrían el cañazo en la segunda vuelta, así Petro no fuera de sus preferencias, que para eso estaba el voto en blanco. El hecho es que ahora están solos, para enfrentarse entre sí, el candidato del Pacto Histórico y el señor RH.
Obvio que Ángel Beccassino y quizás William Ospina —no me consta—, esos sí bien hablados, decidieron impedir que ese prodigio de “autenticidad” al que asesoran compareciera a los debates de TV a enfrentarse con Petro. Hicieron bien. Me imagino a Petro, quien respeta a sus auditorios, disertando con la complejidad del caso sobre el cambio climático, y a su oponente hablando de esta llovedera tan hijuemadre, atribuyéndosela a la genérica corrupción, pero sin conectar la deforestación con la ganadería masificada, y a esta con la carencia de una reforma agraria integral.
El problema es que ese régimen de silencio no podían hacerlo extensivo a todo cuanto ya había dicho RH y todavía faltaba que se volviera viral la sucesión de videos que mostraban la verdadera catadura del personaje, quien gozó del beneficio de pasar más o menos desapercibido entre tantas semblanzas que se transmitieron de los seis candidatos de la primera tanda. Ya era tarde, pues, para obstaculizar que ese reguero de testimonios de don Rodolfo, previos a su antojo de “pasar a la historia”, salieran a la luz, uno tras otro. Ante esa avalancha supongo que más de uno de sus electores dijo: “¿Y por este señor fue que voté?”. Este darse cuenta todavía a tiempo, aunque aún es insuficiente, fue lo que produjo ese empate técnico que hoy muestran las encuestas. Petro ha subido y RH se pasmó en el intermedio de la primera a la segunda vuelta. En cuanto a las conspiraciones contra Petro, eso de cambiarle de ciudad de nacimiento, como si fuera de un país a otro —igual que al futbolista que tenía en aprietos a la selección de Ecuador—, o los petrovideos, no son más que bagatelas nimias.
En realidad, “el salto al vacío” sería que ganara el millonario rústico que se despacha a satisfacción con su locuacidad plagada de “hombrecitos” que le producen la “delicia” de pagarle intereses durante 15 años; de “gentecitas” pobres; de “bomberos rechonchos que no sirven ni para apagar un incendio”; de policías de tránsito a quienes los infractores les meten el dedo por no sé dónde; de una secretaria a quien, por cumplir la norma, le dice: “Entonces la echo, hp”, agregando: “Yo con la ley me limpio el c...” (El mismo no sé dónde por el que los infractores les meten el dedo a los policías); de inmigrantes “venezolanas, que son fábricas de niños pobres”. Aquello del negociazo de “lotear la UIS para venderla por m² y mandar a los estudiantes a estudiar a la Sorbona”. Lo de las mujeres de Puerto Wilches, etc. Un Goyeneche trágico, pues el original era un buenazo.
Que mejor se quede en Miami viendo delfines, los cetáceos no saben que aquí se patentaron para los derrotados.