Pintores de Sevilla Valle

5 de mayo de 20200 COMENTARIOS AQUÍ


Un texto de  Edgar Alzate Díaz
A propósito de los 117 años de Sevilla

“Color Pueblo.
En retazos de cielo/Se desgarró el día/Muere el ocaso, /Con cada lámpara de mi pueblo”. (Karina Rendón Estrada. Poeta Sevillana.)

En Sevilla, mirar es algo cotidiano, pues nuestro saber se sostiene sobre lo que miramos: Las muchachas que pasan, los colores del atardecer, la neblina que nos envuelve, los ancianos que se sientan y pasan sus horas en el parque mirando, mientras las luces de los amarillos y azules del cielo se mantienen como una gran sombrilla en la atmosfera. Las estrellas que se ven en las noches veraneras y la Vía Láctea que cubre a nuestro pueblo y que se deja ver en medio de las noches estrelladas, Vía Láctea a la que los chamanes de las selvas le cantan, mientras el tigre ancestral mira sigiloso desde las montañas a un pueblo rodeado de naturaleza.

Con la exposición virtual organizada por la Casa de la Cultura, para los 117 años de Sevilla, encontramos una gran diversidad, cantidad y calidad de pintores y pintoras que dedican sus horas a plasmar los paisajes, sentimientos y objetos de nuestro entorno. A continuación, voy a comentar algunas de las obras presentadas, aclarando que no soy crítico de arte, ni conocedor profundo de la técnica de la pintura. Solo lo hago desde mi mirada profana acerca de un arte dispendioso y disciplinado, como es la pintura.

El grupo “Sevilla Street Art”, presentó sus murales de colores y significados entre lo ambiental y las alegorías al terruño. Con una gran calidad pictórica en un arte urbano, muestra los felinos que miran y rugen desde las montañas, llamando la atención en este mural, de que las selvas sevillanas, descuajadas por nuestros ancestros y convertidas en pastizales y monocultivos de cafetales, se mueren. El puma y el jaguar se acercan al borde de la meseta, detrás están los arboles húmedos y grandes, musgosos por el frío de su hábitat. El puma se acerca y mira la ciudad, las luces y se inquieta. Mira despacio, acerca su hocico para percibir el gusto de esa extraña ciudad que aparece en sus sensaciones. Desde la ciudad otra mirada lo acerca y percibe al animal. Conoce sus angustias y su indecisión de si acercarse a la ciudad o solo mirarla. Los pintores lo perciben, lo sienten y se inquietan también por la situación del puma y el jaguar, de su espacio, y de sus sensaciones. Y entonces recogiéndolo en el muro dándole su figura, el espíritu del animal felino, espíritu ancestral de los indios, espíritu del poder y la sabiduría. Es por esto que lo pinta refulgente e iluminante con la luz, que convierte a los felinos en energía de luz. Puma y jaguar que son protegidos por los pintores que los recogen y los atrapan dejando que la figura felina se incorpore a la ciudad.

El siguiente mural de Sevilla Street Art, retoma su mensaje ambiental desde la biodiversidad territorial de Sevilla. El páramo Chili, siendo Sevilla el único municipio del Valle del Cauca que hace parte de este páramo que alberga numerosas lagunas, frailejones, pajonales, musgos, fauna y avifauna de páramo, nuestro páramo tan querido al que el grupo artístico de Sevilla Street Art, promociona y defiende. En el mural se contemplan, además, el arduo trabajo de la jornalera, el vendedor de plátano en su máquina del “llevo llevo”, que evidencia la vida cotidiana de esta provincia, ahora enaltecida por la calidad de los muralistas que usan este formato para que el transeúnte, el pasajero cotidiano, recree su mente, se pregunte por el significado y a la manera del paisaje sevillano, y lo enceguezcan la multitud de colores que los murales de Sevilla Street hacen que así sea.

La otra pintura es de Jorge Zapata Valencia, del que puedo decir que pinta desde que nació. Jorge utiliza para sus pinturas, el óleo, y el carboncillo. En esta ocasión usa una técnica mixta. La pintura de Jorge Zapata no es una pintura desgarrada, es más bien una pintura ingenua, recreativa, pero que denota un conocimiento de su arte ya que son trazos elaborados con conocimiento del oficio y que, con un color ocre y tenues azules, presenta este “trasteo” en la que, para mí, es una pintura onírica, en medio de un sueño, en la que los objetos no se sostienen en el jeep, sino que a la manera de los sueños deambulan en el espacio juguetonamente sin que nada los sostenga. Los sueños vividos de la pobreza, la esperanza de mejorar la vida, el carro que brinca con los pasajeros que no aparecen para el espectador.

Esta pintura con una pertenencia en el territorio sevillano, evidencia como los objetos familiares por muy desgastados que estén, son la riqueza del pobre. La pobreza acumula objetos innecesarios e inservibles, pero es lo que el pobre tiene para disminuir su miseria. Los cuadros de la virgen, la máquina de coser de marca Singer, que en las viejas familias cafeteras coció los vestidos familiares, la silla de mimbre, mientras el jeep levanta los objetos y desde el espacio ellos parecen alegres por el cambio y una nueva vida que les traerá su destino. Jorge Zapata, desde la tradición evoca los sueños de la cultura cafetera, una cultura trashumante, representada en esta hermosa y onírica pintura.

La pintura del profesor José Elías Ocampo “Plutarco”, denominada “La loca Juana”. Una antigua obra de este pintor, nos trae el recuerdo de esta mujer vestida con harapos, callada, cargando un bulto y que recorre las calles en la vieja Sevilla. Nuestras madres, le regalaban algo de comida y ropa, que ella recogía con palabras de agradecimiento. También el ingeniero sevillano, Fernando Augusto Velásquez trajo la memoria de la también “Loca oliva”, otro personaje de las calles de Sevilla, esta sí, más azarosa que Juana y cuyo trabajo era develar de una forma atrevida la sexualidad masculina, tocando el pene de los hombres para hacerlos asustar. La locura y la sexualidad, la locura como transgresión de normas aceptadas que nos golpea. La figura de Juana que pinta el profesor Plutarco Ocampo, viene acompañada de una cerca que protege un cultivo de plátano. Cultivo de un solar campesino de Sevilla, cuando había esos espacios detrás de nuestras casas en las que se cultivaba comida y también estaban en reposo algunos animales. Cerco que protege tal vez de la locura de Juana, en un pueblo que no ha tenido encierro para sus locos. Porqué este pintor plasmó la locura plácida de Juana en este cuadro, qué hizo que en ese pequeño promontorio se sentara la vieja Juana a descansar, pensando tal vez en la mujer que ella fue antes de caminar sin descanso, pues la maldición para los locos es un caminar eterno, “camina más que loco nuevo” dice el refrán popular. Plutarco recoge entonces en esta muy lograda pintura, la tranquilidad y a la vez la desazón de la mujer Juana, de su vejez y su cansancio, al frente del cultivo de plátanos, que nos recuerda que era una mujer campesina con una historia y un pasado familiar, en medio de los árboles y las cosechas de su finca, de su sembrado, perdida ahora en su mente descuajada por las olas terribles de la locura.

Finalmente, la pintora Luz Andrea González, presenta su obra denominada “Raíces Tropicales”, un óleo sobre lienzo. La pintora muestra un paisaje del páramo Chili, como lo es la laguna de nombre “Montiver, el espejo de agua más grande de Chilí – Barragán; una enorme y fascinante laguna rodeada de montañas y frailejones, con aguas totalmente cristalinas que permiten ver su fondo rocoso” (https://ensevillavalle.com/paramo-chili-barragan), enmarcada por un bosque de páramo y con los colibríes adornando y libando el néctar de las flores. En esta hermosa composición, Luz Andrea plantea como pintora, dos elementos que son sagrados en las mitologías indígenas americanas: La laguna y el colibrí. Para los indígenas Nasa del departamento del Cauca, su héroe mitológico llamado Juan Tama, nació en la quebrada del Lucero en una noche de tempestad y de estrellas, por lo que es “el Hijo de las Estrellas”. Juan Tama dio instrucciones morales y territoriales a su pueblo y una vez terminó su misión, se dirigió a la laguna ubicada en las alturas del páramo del Huila, y transformado en una serpiente, se introdujo en la laguna desapareciendo para siempre. Para los Nasa del Cauca, esta laguna es sagrada. Para los Sikuani del departamento del Meta, en las lagunas habita Bakatsolowa la mujer pez. Está a través de engaños, se roba a las mujeres jóvenes que no han menstruado y se las lleva a vivir con ella. Para evitarlo, los Sikuani realizan el rezo del pescado.
El colibrí es un ave sagrada, en todas las culturas indígenas desde los tiempos de los aztecas y mayas. Entre los mayas ocupaba un lugar privilegiado, fungiendo como mensajero entre los dioses y los humanos. El colibrí era admirado por su vitalidad y belleza.  En la orfebrería Quimbaya se encuentran objetos que representan colibríes, dado su carácter sagrado, los Quimbaya los inmortalizaron en sus figuras de oro. El colibrí está asociado con la fertilidad entre los Sikuani y los Maya. Como cuentan los indígenas Sikuani “Esto del colibrí es para tener buena suerte con las mujeres. Y si las mujeres lo usan, entonces tienen suerte con los hombres” Es, en fin, un ave muy sagrada.
En esta pintura Luz Andrea González con gran maestría traza unos rasgos precisos, delicados y delgados con colores fuertes que introducen desde la naturaleza al observador, en un mundo mágico y religioso. Tenemos en esta pintora de Sevilla, una artista de proyección, que ojalá presente su obra en un espacio físico para degustar este mundo natural, encantado y sagrado que presenta en su obra.

Agradezco a la Fundación Casa de la Cultura, el envío de las obras para así lograr entregar este artículo, que, como expreso al inicio, no pretende más que dar una somera opinión de las pinturas que presentaron varias personas de nuestro pueblo con motivo de los 117 años de fundación.  Muchas no fueron reseñadas, pero fue por motivos de espacio, pero igual son obras de trabajo y amor por el arte de la pintura.

Diseño tomado del libro “Entre Cantos y Llantos” Tradición oral Sikuani.
 ED. Francesc Queixalos y Rosalba Jiménez.

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