Crónica de viaje a Rusia. Parte II: la Rusia que encontré de Putin

17 de diciembre de 20190 COMENTARIOS AQUÍ


Cuando se visita a Rusia en la actualidad, se ven imágenes y se viven experiencias que impactan y que son expresión de la situación política actual de Rusia bajo el régimen de Bladimir Putin, quien lleva ya 19 años en el poder y va por su cuarto mandato presidencial.

Diariamente desde hace más de 3 años, en el puente sobre el río Moscú “Bolshoy Moskvoretskiy”, que conlleva a la Plaza Roja, representantes de grupos de la oposición exponen fotos adornadas con flores e iluminadas con velas de periodistas y líderes de la oposición asesinados, lo hacen para guardar su memoria y en protesta para que su muerte no quede en la impunidad. Algunos son anónimos, otros son más conocidos por la opinión pública internacional, como el caso de la periodista de oposición y fuerte crítica del régimen Anna Politkoskaya, autora del libro “la Rusia de Putin o el infierno de Chechenia”, asesinada el año 2006.

Otra situación que llama la atención de cualquier visitante a Rusia, es el control de los principales medios de comunicación e información por el estado; en los canales de televisión y emisoras de radio se emiten noticieros, programas y películas solo en idioma ruso; los medios de información extranjeros están vetados por el gobierno. A una pregunta sobre esta situación a mi anfitrión Víctor en el apartamento en donde me hospedaba en San Petersburg, se limitó a responder en ruso “eta rasia” (“esto es Rusia”), parodiando la famosa frase de L Tolstoi de finales del siglo 19 “A Rusia no hay que entenderla, en Rusia hay que creer –eta rasia”.

La situación política actual de Rusia recuerda a la que se vivía en la Unión Soviética antes del gobierno de M Gorbachov; incluso los métodos que utiliza el actual régimen para callar a la oposición o cualquier crítico del gobierno son similares a los soviéticos y esto es comprensible, porque parte de la actual dirigencia perteneció a la vieja estructura del estado soviético, comenzando por B Putin, quien fue el último director de la policía secreta soviética, la KGB.

Señalo el gobierno de Gorbachov, porque durante su corto mandato, la Unión Soviética vivió un periodo de apertura política desconocido en la historia soviética, con su política de glasnost (transparencia informativa) y perestroika (reestructuración del aparato económico, la cual fracasó con la caída de la URSS en el año 1991. Recuerdo que en el periodo en que Gorbachov estuvo en la presidencia de la URSS, en cualquier puesto callejero se conseguían diarios y revistas extranjeros de todas las tendencias políticas, como Le Monde de Paris, el New York Times de Nueva York o The Guardian de Londres, incluso la prestigiosa revista Time publicaba el Moscow Time.

Rusia cuenta hoy con un sistema democrático restringido (democracia controlada la llama el ideólogo del régimen Vladislav Surkov), con separación formal de poderes. Los principales órganos de poder llamados a hacerle contrapeso al gobierno central, la duma estatal (parlamento), controlado por el partido de gobierno Rusia Unida, y los órganos de justicia, son proclives y leales al régimen. Una expresión de esta lealtad son las palabras de Vyacheslav Volodin, actual presidente de la duma estatal cuando afirma: “En la actualidad sin Putin no hay Rusia”; cualquier ataque a Putin es un ataque a Rusia”.

Los principales partidos de oposición, Rusia Justa, el Partido Comunista y el Partido Liberal Democrático y organizaciones de la sociedad civil, sufren una fuerte represión por parte del gobierno, de hecho, algunos de los líderes opositores no se pudieron presentar a las últimas elecciones legislativas de 2018, muchos enfrentan cargos amañados del Tribunal Supremo de Justicia como es el caso de Alexei Navalny, condenado por malversación de fondos.

En el año 2012, en el tercer mandato de Putin, la Duma Estatal aprobó la Ley de Agentes Extranjeros, que prohíbe la actividad en Rusia de Organizaciones No Gubernamentales –ONG- extranjeras o nacionales críticas del gobierno, con financiación externa. Recientemente, Octubre de 2019, con base en esta ley se prohibió la ONG anticorrupción del señalado activista político A Navalny, que había hecho graves denuncias de corrupción en el gobierno.

Uno de los hechos más protuberantes que muestran el carácter antidemocrático del actual gobierno es el férreo control sobre los medios de información y comunicación; la Ley de Agentes Extranjeros de 2012 aplicada inicialmente a organizaciones de la sociedad civil se extendió en el año 2017 a medios de comunicación extranjeros y nacionales con financiación externa; con base en esta ley han sido proscritos medios noticiosos nacionales críticos del gobierno y medios extranjeros como la BBC de Londres y la DW de Alemania, lo que ha sido denunciado por Amnistía Internacional.

Los derechos de las minorías étnicas, religiosas, sexuales, también son vulnerados por el régimen; existe una persecución abierta contra la comunidad gay y todas aquellas expresiones sociales o culturales que atenten contra la moral, tradiciones y valores espirituales del pueblo ruso, como quedó consignado en la “Estrategia para el desarrollo de la sociedad de la información 2017-2030” que establece la “prioridad de los valores espirituales y éticos tradicionales rusos”. La famosa marca sueca de muebles y accesorios para el hogar IKEA, que goza de gran acogida en las clases media y alta de la sociedad rusa, se vio obligada a suspender su portal en Internet, porque su publicidad promueve valores gay, contrarios a la moral y la tradición rusa.


El motivo central que anima la política internacional intervencionista de Rusia, es la disputa geoestratégica que mantiene con Estados Unidos y Europa Occidental por el control de territorios y riquezas naturales y la nostalgia chovinista -o complejo de grandeza- de la “Gran Rusia”, que ha arrastrado este país desde la época de los zares, además del lucrativo negocio de la venta de armas, uno de los sectores más dinámicos de la economía rusa.

Poco importa al régimen que en los 8 años de la guerra de Siria hayan muerto más de 400.000 personas, entre civiles y militares, o que casi la mitad de su población (más de 5 millones) haya sido desplazada al exterior, o los más de 4 millones de desplazados venezolanos que vagan como judíos errantes por América Latina, en condiciones de miseria, según cifras de la Agencia de la ONU para refugiados –ACNUR-.

En el verano pasado, mientras millones de refugiados sirios estaban confinados en albergues temporales en Turquía Y Europa, que más parecían campos de concentración, en Rusia un tren militar se paseaba por las principales ciudades, mostrando a soldados participantes en la guerra de Siria como los grandes héroes de la patria.

Es importante que en Colombia y América Latina se conozca la realidad social y política del actual régimen de Putin, porque en sectores y gobiernos, algunos nostálgicos de la época soviética, se ve a Rusia como adalid de la libertad y la democracia en el mundo.

En realidad, es un país capitalista con una fuerte concentración de la riqueza y el ingreso en manos de un estado plutocrático y de un puñado de oligarcas cercanos al gobierno, que ha perdido muchas de las conquistas sociales y económicas del sistema socialista.

Crónica escrita por Wilson Zapata Valencia, diciembre de 2019.


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