No existe mejor lugar para la gran mayoría de
sevillanos que nuestro municipio, su gente, sus casas, sus calles, sus jeep
Willys, entre otros patrimonios que queremos entrañablemente, y son motivo de
orgullo. En lo personal Sevilla representa para mí, el lugar que más adoro.
Si bien tenemos la obligación de preservar
nuestro legado cultural como los íconos arquitectónicos, estamos siendo
testigos también, de una metamorfosis en nuestro pequeño lugar en el mundo y
nadie nos ha estado preparando, algo preocupante que debe de movernos a
buscarle solución.
Poco a poco los problemas típicos de una ciudad
más grande se han estado tomando a nuestro municipio: inseguridad,
contaminación de diferentes tipos, migración extranjera, problemas de movilidad
y parqueo, etc.
Sevilla está dejando de ser ese lugar apacible
por donde transitaban poco carros y se caminaba tranquilamente por las calles
sin importar que no había andenes; hoy en día, transitar por la mitad de la vía
es una arriesgada costumbre que seguimos practicando por habito o por necesidad
ya que seguimos sin andenes en lugares claves; un ejemplo de ello es la vía al
sector de Tres Esquinas, trayecto en el cual los peatones se ven obligados a
tomar el riesgo de invadir los carriles de los automotores porque no existe un
andén por donde más caminar.
No hay al menos una campaña vial que nos enseñe
a parquear adecuadamente las motocicletas y los vehículos, razón por la cual,
día a día es más difícil encontrar un sitio, además de ver carros parqueados en
la mitad de la vía.
Recuerdo que décadas atrás era casi imposible
ver una motocicleta en contravía y menos un automóvil; algo que ya diariamente
sucede en el municipio, al igual que las motocicletas adelantando por la
derecha o con más de dos pasajeros, donde, generalmente el tercer parrillero es
un niño; algunas motos generalmente de dos tiempo ruedan sin luces en la noche
a altas velocidades; un riesgo inminente para quien se desplaza en ellas como
para los demás.
Todo esto se nos ha convertido en parte del
paisaje y simplemente lo tomamos como algo normal y las preguntas que debemos
hacernos todos los sevillanos, autoridades y habitantes en general, son las
siguientes:
¿Es normal que no respetemos las señales de
tránsito?
¿Es normal que no tengamos andenes?
¿Es normal que sigamos contaminando de humo y
ruido con motores de dos tiempos en las motocicletas, cuando en el resto del
mundo ya están obsoletas?
¿Es normal que seamos Paisaje Cultural Cafetero
y ante nuestros ojos se derrumban los íconos arquitectónicos al no existir una
normativa local que proteja el patrimonio?
Así como estas preguntas, surgen muchas más y
las respuestas son: nada de ello es normal.
¿Cuantos accidentes de tránsito más debemos
esperar para que cambie la situación en el municipio?
¿Cuantos años más arriesgando la vida porque no
hay andenes?
¿Hasta cuándo van a seguir los andenes
irregulares que parecen trampas para los peatones?
¿Cuantas casas de arquitectura tradicional
deben seguir desapareciendo para que se adopten medidas que las preserven?
Nuestro compromiso como ciudadanos sevillanos
debe ser protegernos entre todos, no es solo responsabilidad de una
administración municipal de turno, es un compromiso de sevillanidad que debemos
adquirir cada uno con este maravilloso lugar en el mundo.
Son nuestros jóvenes los que mueren al correr
como locos en una motocicleta, son nuestros íconos arquitectónicos los que
desaparecen y con ellos nuestra identidad, son nuestros ancianos, niños y
personas discapacitadas, los que principalmente arriesgan la vida día a día al
carecer de un andén adecuado por el cual caminar.
De acuerdo a lo anterior, hago un llamado a la
conciencia de cada ciudadano a que demostremos la sevillanidad y cuanto amamos
el pueblo, dando ejemplo a los foráneos de cultura ciudadana.
Por último recordemos que convertirnos en
destino turístico, es una gran responsabilidad. Cuando uno lleva una visita a
la casa, el ejemplo del orden lo damos los anfitriones, de esta manera debemos
de mejorar en todos estos aspectos para que la solución financiera del turismo,
no se nos convierta en otro dolor de cabeza más.
Por | Álvaro Pineda Tabares