Apipa, con sus hermosos anteojos, con un collar
metálico emitiendo señales cada 2 horas, recorría 8 kilómetros diarios por
selvas y carreteras destapadas del páramo de Chingaza, en la cordillera
oriental de los Andes colombianos. Apipa, que en “Colima”, lengua indígena
extinta de Cundinamarca, significa “valiente guerrero”, nos enseñó y recordó en
solo 45 días y 132 kms de recorrido, que el Oso de Anteojos no es un animal
territorial, que necesita mucho espacio para su desplazamiento, que se alimenta
preferentemente de frutas, bayas, bromelias, raíces, bulbos, que es un guardián
solitario de nuestros bosques andinos y páramos.

El oso andino, su nombre está asociado con
muchas verdades, mitos y leyendas. Se le llama el “Jardinero de los Andes” por
su importante papel en la polinización y repoblamiento del bosque alto andino y
los páramos; esparce las semillas de las frutas y plantas que come, con todo su
cuerpo, su pelo, sus eses.
No obstante sus 130 kgs de peso en promedio,
tiene la agilidad de un chimpancé, para trepar a los árboles y anidar en ellos,
en busca de alimento y refugio, gracias a sus encorvadas y afiladas garras; por
esto algunas tribus aborígenes peruanas lo llamaban “hombres salvajes peludos
que viven en la selva”; otras comunidades indígenas de Suramérica, que en
lengua quechua lo llaman “Ucumari”, lo consideran el “hermano mayor”, por eso
lo respetan y lo cuidan; según sus creencias, ayuda a mantener la estabilidad
entre el bien y el mal.
El Oso de Anteojos, junto con el puma y la
danta de páramo, son los verdaderos guardines de nuestras selvas y paramos
andinos, sus protectores, sin embargo, los estamos acabando. Con la
deforestación de la selva andina, la “potrerización” de los páramos, destruimos
su hábitat, su hogar, su alimento, por esto salen a las dehesas y potreros en
busca de alimento, para sobrevivir; porque también es omnívoro, se puede
alimentar de la carne del ganado y los campesinos los matan. Alegan los
campesinos que los matan porque se comen el ganado, pero la verdad es que se
comen el ganado porque hemos destruido su hábitat y los dejamos sin alimento.
El mamífero más grande de los Andes, única
especie de oso de Suramérica, es una de las más amenazadas, catalogada
vulnerable en el Libro Rojo de la “Unión Internacional para la Conservación de
la Naturaleza” – IUCN por sus siglas en inglés; en Colombia solo quedan entre
6.000 y 8.000 ejemplares y en toda América Latina, alrededor de 18.000; en 25
años podría desaparecer como especie, por esto se estableció el 21 de febrero
de cada año el “Día Internacional para la Protección de los Osos”, para llamar
la atención mundial de su amenaza de extinción.
El Oso Andino también es guardián del páramo y
el bosque alto andino de Sevilla.
El Oso Andino también se desplaza por este
hermoso ecosistema sevillano, que pertenece al Páramo Chilis-Barragán, el cual
es un corredor que une a los páramos de las Hermosas con el de Los Nevados. Es
nuestro deber y obligación proteger el único oso que tenemos en América, que
está en peligro de extinción y que algunas veces nuestros campesinos de la alta
montaña tienen el privilegio de verlo internarse en el bosque.
Crónica escrita por Wilson Zapata, Marzo de
2019.