Jesús de los Milagros

2 de agosto de 20150 COMENTARIOS AQUÍ

Hemos ido a la casa del Rey, a estar con Jesús de los Milagros hoy en su Santa Fiesta. Bella y humilde experiencia de fe; nos hemos emocionado cuando Él ha salido de su Gran Casa, su Basílica, construida con el colosal esfuerzo de nuestros mayores, para que Él esté allí y allí nos dejemos encontrar por Él. Hemos caminado con Él, por las calles de esta noble ciudad como otrora hiciera con sus Discípulos, de aldea en aldea, como el peregrino entre nosotros que nos ha trazado la ruta del Cielo. Gran dicha hemos sentido cuando vimos en el rostro de tantas personas el gozo de contemplar la Venerable Imagen, cuatro veces centenaria, del Señor de los Milagros que ha sido, silenciosa y discretamente, faro luminoso de nuestra fe, meta de los caminantes que han llegado a postrarse a sus pies para implorar su favor bendito o abrazarlo en el Lábaro de su Santa Cruz, para saber que desde la Cruz reina el único y perdurable amor que purifica y nos hace ver la nitidez de la Redención que llega a las profundidades del ser humano y desde allí nos lanza a la inusitada experiencia de la Comunión con el Eterno Padre que nos creó a su imagen...imagen que Re-creó el Dulce Crucificado.

Tal vez, algunos piensan que en ocasiones nos dejamos mover por el sentimiento de una religión simple y aferrada a signos vetustos o la religiosidad popular... No es así...Creo que la humilde experiencia de la fe puede empezar a vislumbrarse y alimentarse a través de los elementales signos de la fe cultivados legítimamente desde antaño y con la simplicidad de una oración que se eleva tímidamente...esto vale... la experiencia discreta edifica. Quiero recordarme el tesoro de evangelización que la piedad popular tiene nuestro pueblo...hoy lo he constatado: "La piedad popular penetra delicadamente la existencia personal de cada fiel y, aunque también se vive en una multitud, no es una ´espiritualidad de masas´. En distintos momentos de la lucha cotidiana, muchos recurren a algún pequeño signo del amor de Dios: un crucifijo, un rosario, una vela que se enciende para acompañar a un hijo en su enfermedad, una Padrenuestro musitado entre lágrimas, una mirada entrañable a una imagen querida de María, una sonrisa dirigida al Cielo, en medio de una sencilla alegría" (Aparecida 261). Señor de los Milagros, bendícenos con tu Amor.



Bendiciones|
P. Rodrigo Gallego Trujillo
Rector del Seminario de Buga.

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