Colombia decidió convalidar con su votación al odio, la
temeridad y el oscurantismo. Hoy mi país da miedo porque es un país sin memoria
ni solidaridad. Se ha borrado rápidamente de la retina, el asesinato
sistemático de jóvenes necesitados de empleo y que fueron presentados como
caídos en combates que no existieron. Colombia con su votación, dio la
bendición al espionaje, la persecución y amedrentamiento de ciudadanos y el
miedo como mecanismo de persuasión.
Mi país no cree en tesis de estado, en propuestas de
reivindicación de derechos sociales y se burla y ve como ilusos o soñadores a
quienes desde otras vertientes políticas y verdaderamente democráticas, tratan de ser la voz de quienes
nunca la han tenido.
El tamiz electoral permitió que el tamaño de la chequera
de las campañas fuera el decisorio para permanecer en la superficie política. Solo la representación
irrefutable de la corrupción y la deshonestidad moral por un lado, y el odio,
la venganza y el despojo de campesinos por el otro, continuarán el camino hacia la dirección del país. Vamos hacia otro cuatrienio de ceba intensiva
en los establos de la corrupción, con el mismo esquema de negación de derechos
como el de la salud para el pueblo y la vivienda digna para la comunidad que se
resiste a abrir los ojos para contemplar al monstruo que la asfixia.
La traición, así como la ofensa deben venir desde afuera.
Pero esta vez, como aquellos que se flagelan en tiempos santos, siento la
necesidad de ofenderme y traicionarme unilateralmente. En el punto en que ha
quedado la partida en este ajedrez de la política nacional, luego de estas
elecciones en primera vuelta, es definitivo que los cuadros del tablero son
grises y negros y prefiero ir lanza en ristre contra mis convicciones y en una
actitud mas universal, tomar decisión entre el purgatorio y el infierno, porque
el cielo se oscureció para Colombia.
Con una mano cubriendo mis ojos y con la otra temblorosa,
depositaré mi voto. No es un voto por Santos, es contra Uribe y su muñeco
malévolo. Es escoger entre la porquería que nos quedó y hacer un ejercicio
retrospectivo sobre la tristemente célebre vida política de Colombia en sus
últimos años, en la que solo queda la vida misma como la alternativa y por
ella, por la vida y su respeto en un posible proceso de paz, va mi apuesta
aunque sin entusiasmo alguno.
Como dicen en las redes sociales: La segunda vuelta será
mas incómoda que un examen de próstata, mejor aguantar el dedo adentro y evitar
un cáncer incurable. Tal cual dice el célebre Pink Floid sevillano, “en esta
vuelta, me volví chuckista” y por ahora, Chucky, Chucky, Chucky!. Pero sin ir
lejos, esto es verdaderamente un cuento de horror, una película que de ninguna
manera tendrá un final feliz y así continuará sucediendo. Notarías por
adhesiones, apoderamiento de tierras, crímenes de militares sin resolver,
chuzadas, mermeladas y compra de conciencias. Pero entre estos dos roedores,
prefiero el de alcantarilla bogotana, a otro régimen de falsos positivos, para
– políticos y estelas de muerte.
Hoy recuerdo una frase de manifestación universitaria “compañero indiferente, compañero cómplice”
y ella acudo. En esta elección LA ABSTENCIÓN NO ES UNA OPCION, hay que tomar
partido y hacer de tripas corazón y no permitir que el país retorne a los
parajes del terror y retroceda en lo único bueno que ha hecho este gobierno y
es, su apuesta por la paz negociada.
Colombia está en conflicto y eso es una realidad de a
puño. Negarse la oportunidad de alcanzar la pacificación del país, es como
asentir frente el derrame innecesario de sangre. Es posible que el acuerdo
final que se firme no sea tan bondadoso con los colombianos como se pretende
mostrar, pero será eso sí, un punto de partida para hacer la transformación
social y política que requiere Colombia.
Así es que… que mas da, colorado un momentico mientras
marco la cara de Santos en el tarjetón y no pálido de miedo por la guerra otros
ocho años.
Por, Oscar Humberto Aránzazu Rendón
¡Ay de mí,
ay, Dios severo,
la llama voraz, activa,
y bien merecido fuego,
ay conciencia, siempre viva,
ay justicia, que no cesa,
ay cuándo se ha de acabar!
la llama voraz, activa,
y bien merecido fuego,
ay conciencia, siempre viva,
ay justicia, que no cesa,
ay cuándo se ha de acabar!