Hace doce años (1952), con el entusiasmo de Hugo Toro Echeverri, se organizó la “Doble al Manzanillo”, un evento ciclístico de gran animación pero de sentido puramente festivo. En efecto para participar en él, no se requiere que el corredor sea un hábil ciclista. Por el contrario. Los buenos ruteros son desechados. Corren médicos, abogados, sacerdotes, comerciantes, baldos y cuanto quiera inscribirse.
Las casas comerciales, los clubs, las empresas de transportes, los profesionales patrocinan un cualquiera para el evento. Algunos de los “corredores” se desmayan, vomitan, se les descompone el estomago, se les pierden los zapatos y si acaso regresan, llegan como un Cristo azotado. Todo esto forma parte del programa, pues es una especie de remedo de la Vuelta a Colombia. Pero hay que ver para creer lo que es la Doble al Manzanillo. Concurren gentes de varios lugares del país y en la ciudad es una verdadera movilización general. Camiones, camionetas, Jeep, y carretas toman parte en la carrera. La esquivan los automóviles de plaza o los particulares porque todo aquello es al más empuje y a duras penas tienen alguna consideración por los corredores, a los cuales tiene a veces que transportar con bicicleta y todo.
Las casas comerciales, los clubs, las empresas de transportes, los profesionales patrocinan un cualquiera para el evento. Algunos de los “corredores” se desmayan, vomitan, se les descompone el estomago, se les pierden los zapatos y si acaso regresan, llegan como un Cristo azotado. Todo esto forma parte del programa, pues es una especie de remedo de la Vuelta a Colombia. Pero hay que ver para creer lo que es la Doble al Manzanillo. Concurren gentes de varios lugares del país y en la ciudad es una verdadera movilización general. Camiones, camionetas, Jeep, y carretas toman parte en la carrera. La esquivan los automóviles de plaza o los particulares porque todo aquello es al más empuje y a duras penas tienen alguna consideración por los corredores, a los cuales tiene a veces que transportar con bicicleta y todo.
La Doble al Manzanillo termina con una fiesta en la que premian al que llegó de primero, al que más caídas sufrió, al último en arribar, al que llego en camilla y al que por poco vomita las entrañas.
Una de las cosas graciosas del evento es el atuendo que adoptan los corredores. Todas las extravagancias imaginables salen a lucir. Y los sobrenombres que llevan cada uno. Y las biografías que les hacen y les publican por altavoces. Es un desbordamiento de entusiasmo, de euforia, que le ha dado al evento las autenticas características de una fiesta típica sevillana.
La trágica muerte del Dr. Hugo Toro Echeverri, villanamente ultimado, por un oscuro asesino en su propio gabinete de trabajo a pleno medio día, hizo suspender la fiesta por varios años, ya que, como se dijo, el Dr. Toro Echeverri y Jorgilio Vásquez fueron los fundadores del evento. El año pasado (1963 renació con el mismo fervor y ahora su más efusivo organizador es Hernando Charry, que para esta clase de “burundangas” tiene una vena inagotable. Y las colaboraciones de “Llamarada” y compañía poco le van en zaga.
Al iniciarse la carrera en este año, que fue la Sexta Doble al Manzanillo, los participantes le dedicaron un emocionado recuerdo de admiración a la memoria de su sacrificado creador.
- Tomado de La Revista Efemérides y Documentos Sevillanos, editada en el Quincuagésimo (50) Aniversario de vida municipalista de Sevilla (Junio 7 de 1914 – junio 7 de 1964). Trabajo compilado por el arqueólogo de las palabras Álvaro Noreña Jiménez, en el mes de marzo del 2012 (Siglo XXI).