Jorge Zapata nace en Sevilla, Valle en el año 1960; el
séptimo hijo de una numerosa familia de descendencia antioqueña.
Sus primeras letras y el lenguaje de las señas los
aprende en instituciones especiales para niños sordos y ciegos: el instituto de
sordomudos de Buga (1968-1972) y el Instituto para niños ciegos y sordos de
Cali (1972-1978). En estas instituciones tiene las primeras enseñanzas en
dibujo y artes manuales.
Formación artística. Su primera incursión en el mundo del arte plástico
la tiene en el Instituto Popular de Cultura de Cali, con el maestro Ringonvert Vélez,
en donde estudia dibujo y pintura al óleo, a la edad de 14 años. De igual
forma, realiza un extenso curso de cerámica en el SENA de Cali.
A comienzos de los ochenta viaja a Bogotá, en donde
tiene el privilegio de matricularse en la Corporación Nacional de Artes
Plásticas y galería “Arte Público”, con el maestro Fernando Oramas, el más
grande representante del muralismo en Colombia, discípulo de los máximos
exponentes de este arte universal David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera. Allí
aprende las técnicas del carboncillo y la sanguina e incursiona en el mundo del
grabado. Los primeros cuadros de esa época tienen el acento del arte realista
con tinte social, imperante en esta escuela y el ambiente pictórico y político de
Bogotá.
En esta ciudad, también tiene una importante
experiencia pictórica en la decoración de objetos hechos en cerámica, en el
taller-fábrica “Rosetal”, hacia los años 1983, 1984.
A mediados de los años 80 regresa a su pueblo natal y,
más tarde, a comienzos de los años 90, se vincula con el maestro de tejido y
artes plásticas José Joaquín Hernández, conocido artísticamente como Biófilo,
en la recién fundada “Casa Amarilla”, nombre alegórico a la casa de Van
Gogh en Arlés, Francia. Allí perfecciona la pintura al óleo y la técnica de la
espátula con pincelada seca, así como el grabado en vidrio y, ante todo,
incursiona en el mundo del color, que le ha permitido representar y expresar
toda la belleza de su entorno natural.
Su obra pictórica. La obra de Jorge expresa el profundo amor por su
tierra natal y su religiosidad, toda la belleza del paisaje cafetero con sus
casas de múltiples colores, sus techos ocres, sus cafetales, plataneras,
maizales, en donde “el verde es de todos los colores”, como lo expresara
el poeta Aurelio Arturo; sus “yipaos” repletos de corotos, su gente
sencilla con sus mitos, leyendas y religiosidad.
Su hermano Javier, diseñador gráfico y fotógrafo
profesional, señala que Jorge ha logrado crear un estilo propio, que le da
identidad a su obra; un estilo producto de su habilidad con el lápiz, con el carboncillo,
su manera particular de trabajar técnicas como el “puntillismo” y la “pincelada
seca”; Biófilo, por su parte, resalta la honestidad de su trabajo, su
curiosidad y riqueza artística.
La habilidad y destreza de Jorge en el dibujo y la
pintura, tal vez sea la compensación de la vida por sus “limitaciones”
orales y auditivas, como sabiamente lo señalaba su madre en una carta: “Jorge,
eres el mundo del silencio, Dios te ha dado el don de expresar tus sentimientos
por medio de la pintura; te ha dotado de unas manos maravillosas para expresar
tus sentimientos prodigiosos”.
Como en todo trabajo intelectual y artístico, el mayor
“beneficiado” con su obra es él mismo; su pintura le ha dado un lugar en
el mundo, un significado a su vida, una “razón de vivir”. Su espacio de
trabajo que intuitiva o conscientemente llama “Galería de arte Silencio”
es una bella metáfora de su trabajo y vida artística; es allí, en el silencio,
donde se aísla del “ruido” externo, de ese mundo enajenante y
prejuicioso, para dar rienda suelta a su creatividad, sensibilidad; donde se expresa
ese “niño interior”; es ahí donde nace su obra, la belleza de sus
paisajes.
Exposiciones. La obra de Jorge se ha conocido por la comunidad sevillana
y a nivel regional, en especial, gracias a la Casa de la Cultura de Sevilla. En
esta casa hace su primera exposición individual “Blanco y Negro”, en el
marco de la Semana Santa de Sevilla, del año 1996, con 12 obras de sugestivos
títulos: “Aguadora”, “Nostalgia de mar”; “Bodega”; “Horizonte
de Sevilla”; “Hogar”; “Yipao”; “Camino cafetero”; “Patio
de Sevilla”; “Carreta de Pucho”; “Lunas de agua”; “Sudor
de café” y “Pescador pescado”.
El folleto promocional de esta exposición, así reseña
su obra: “Digamos que Jorge Zapata, otro hijo de ésta Sevilla del alma,
quiere aproximarse a sus amigos con esa mano siempre extendida de su arte, de
su sensibilidad ceñida a nuestros paisajes, de esa laboriosidad que hoy plasma
en 12 obras magistrales ungidas de contrastes de tantas cosas de la vida, de
ese contraste dinamizador de la existencia misma; de ese contraste que hoy
invade esta Casa de la Cultura en blanco y negro que invita a hacer de
esta Semana Santa una oportunidad más de regocijarse espiritualmente bajo el
cielo religioso y artístico, para seguir proponiéndole a la vida ese contraste
del que está hecha”.
Gracias a este centro cultural, participa en la
convocatoria del Suroccidente al III Salón de Octubre de Artes Plásticas, de
1996, organizado por la Dirección Cultural del Banco de la República, la Dirección
Cultural del municipio de Cali y la Cámara de Comercio de Cali, y también
participa en el Encuentro departamental del programa CREA de Colcultura en el
año 1997.
Otras exposiciones en esta casa, es la participación
en la “Muestra colectiva de artistas sevillanos”, en los 91 años de
fundación de Sevilla, en el año 1994 y en el “Salón de artes visuales”,
en el marco de las fiestas aniversarias: Sevilla - 120 años.
En la apertura del Centro Cultural Hugo Toro Echeverry
de Sevilla, hace su segunda exposición individual con 6 obras, en el año 1996.
A nivel nacional realizó una exposición de tres obras en la Asociación de la
amistad Colombo-Checoslovaquia, en el año 1984.
En una reseña de la exposición de pintores sevillanos
con motivo de los 117 años de Sevilla, en la que Jorge participó con la obra “Trasteo”,
el antropólogo sevillano Edgar Álzate Diaz, señalaba: “la pintura de Jorge
Zapata, del que puedo decir que pinta desde que nació, no es una pintura desgarrada,
es más bien una pintura ingenua, recreativa, pero que denota un conocimiento de
su arte, ya que son trazos elaborados con conocimiento del oficio y que, con un
color ocre y tenues azules, presenta este “trasteo” en la que, para mí, es una
pintura onírica, en medio de un sueño, en la que los objetos no se sostienen en
el Jeep, sino que a la manera de los sueños deambulan por el espacio
juguetonamente sin que nada los sostenga. Y continua “…los cuadros de la
virgen, la máquina de coser de marca Singer, que en las viejas familias
cafeteras coció los vestidos familiares, la silla de mimbre, mientras el Jeep
levanta los objetos y desde el espacio ellos parecen alegres por el cambio y
una nueva vida que les traerá su destino. Jorge Zapata, desde la tradición
evoca los sueños de la cultura cafetera, una cultura trashumante, representada
en esta hermosa y onírica pintura”.
Esa “mano siempre extendida de su arte” que
expresara el folleto promocional de su obra, es la extensión de su propia
efusividad, de sus cálidos abrazos que expande por doquier con sus amigos de
Sevilla y otros lares.
Wilson Zapata Valencia
Sevilla, Valle, febrero 8 - 2022







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