Me gusta el discurso de Armitage

9 de septiembre de 20250 COMENTARIOS AQUÍ

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Texto de Germán Peña Córdoba

De antemano aclaro que el ex alcalde de Santiago Cali, Maurice Armitage, no es el candidato de mi preferencia. Mi candidata claramente es Carolina Corcho, o en su defecto habrá que apoyar el candidato que gane la consulta del Pacto Histórico, programada para el 26 de octubre del año en curso. Pero, si la hirsuta ultraderecha colombiana requiere que le sugiera algo, le diré que es urgente adecentarse como trata de hacerlo Armitage.

Eso de no hacerse querer del pueblo, y tener como programa político hablar mal las 24 horas del día del presidente Petro, aupados por sus noticieros lo solidifica, lo hace perseguido e inspira una solidaridad masiva. No considerar por parte de la Ultraderecha el campesinado como sujetos de derechos, anclarse en un pasado feudal o añorar el permanente estado de desigualdad social y de contera propugnar por el ataque rastrero, la necro política a través del famoso "plomo es lo que hay" o el bobo "fuera Petro" aleja gran parte del electorado.

No proponer nada serio y vivir en un estado de permanente conspiración, solo les garantizará una pela electoral grande en las elecciones. Parece que la derecha colombiana no se ha dado cuenta que Colombia cambió. Todo lo que se emprende sale mal y las cosas que hacen son de una torpeza infinita. Lo cual, en últimas, resulta de conveniencia para el progresismo. Hay que ver, ese periplo emprendido hacia Washington por unos pocos alcaldes ideologizados claramente conspirando en contra del gobierno elegido por el voto popular.

Así las cosas, y en estas circunstancias, solo veo una persona que quiere adecentar el espectro político de derecha: se llama Mauricio Armitage. El viejo, es un tipo bonachón que expresa cosas que cautivan, esta sintonizado con la realidad social, laboral y política de Colombia, además su edad lo convierte en un individuo sensible y solidario donde las épocas de la codicia extrema carecen de sentido y parecen superadas.

 

Hoy Armitage aparece como un bálsamo en la mitad de un desierto de ideas, va directo al grano con desparpajo, habla con crudeza y sin pulimento, no emplea eufemismos, es chabacano y sin tapujos, pero con todo y eso, Mauricio Armitage lanza al viento potentes mensajes de carácter social, que llegan al alma y estremecen el espíritu. Ninguno de su clase social se atreve a tanto, es irreverente e iconoclasta. Algunos pensaran que exageró, pero Armitage toca fibras profundas y con sus osadas propuestas, podría considerarse un traidor de su clase y peligroso con su pensamiento, que si llega a convertirse en hechos tangibles capturara ideales no propiamente de derecha.

Con 77 años se le ve las ganas de servir. Como alcalde de Cali tuvo logros como la reducción del homicidio en un 19%, su política desactivo la bomba social que alimentan con ceguera los obtusos gobiernos de ultraderecha en el Distrito de Aguablanca y las laderas de Cali. Igualmente, el 60% del presupuesto lo destino a la educación y a la cultura, mejoro las finanzas de Cali y fomento el deporte.

Siempre me ha causado desconfianza los empresarios cuando les pica el virus de la política. Una cosa es tener vocación empresarial y ser exitoso en ese campo, repartir utilidades a su junta de socios e iniciar grandes emprendimientos donde la vanidad, el egocentrismo, la envidia y el egoísmo reina. En ese mundo se brilla individualmente y se goza de suntuosidades y lujos. A los empresarios hay que valorarlos, son necesarios para la economía y crean empleo. Desde el estado hay que apoyarlos y ellos corresponder con su tributación que sirve para generar movilidad social. No soy enemigo del empresario, al contrario: ¡los admiro!

Otra cosa muy distinta es tener vocación política y voluntad de servicio. Para ser presidente se necesita ser un político en el verdadero sentido de la palabra. La política es el arte de servir, producir ideas tener sensibilidad social y tener el país con su historia política y su geografía en la cabeza. Porque si el éxito empresarial fuera suficiente merito para ser presidente de la república, entonces Luis Carlos Sarmiento Angulo, Jaime Giliski o Carlos Ardila Lule hubieran sido mandatarios de Colombia.

 

Maurice Armitage es un caso único: tiene las dos características y esa combinación rara vez se encuentra.

Germán Peña Córdoba

Arquitecto-UNIVALLE

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