La isla del encanto

20 de agosto de 20250 COMENTARIOS AQUÍ

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Texto de Germán Pena Córdoba 

Surgió no ahora, salió a flote como por encanto por allá en el año1950. Emergió, así como emergen los nuevos territorios cuando el tiempo cambia el curso del río y propicia nuevos escenarios geográficos que no serán eternos porque los ríos regresan, cobran memoria y reclaman el espacio perdido; los ríos vuelven por lo que algún día les perteneció y fue la furia de la naturaleza o la acción depredadora del ser humano quien les arrebató su natural despliegue. Se trata de la isla Santa Rosa ubicada al frente de Leticia capital del Departamento del Amazonas.

 A este majestuoso tesoro tropical le ocurrió lo que a todo rio le ocurre y, más aún, cuando los efectos ambientales impactan los cuerpos de agua, alteran su naturaleza viva y el rio se llena de material aluvial o sedimentos que arrastra y se depositan en terminada área. Ahíto de material de arrastre, eclosiona en su superficie un territorio inesperado que en este caso suele llamarse isla, porque la nueva porción de tierra queda rodeada de agua.

Cuando por razones ambientales eclosionan islas como Santa Rosa, aparece en el territorio una nueva configuración geográfica. El primero que llega usurpa y se erige dueño y señor del nuevo territorio, que apareció como por encanto, formado por aluviones en meandros y demás áreas del río. Siempre que esto sucede no falta el avivato y el pánfilo que se descuida. Dicen expertos en derecho internacional, que en este caso la delimitación de la frontera sería determinada de manera mutua y longitudinal en el punto más profundo del rio.

Al terraplén de 10 Hectáreas o sea 100.000 m2 rico en nutrientes lo llamaron los Peruanos Isla Santa Rosa. Existen diferentes argumentos de parte del Perú acerca de su propiedad. Pero esa discusión se la dejo a los expertos en reclamos de disputas territoriales ante tribunales internacionales. Lo que se sabe es, que hoy de facto y de manera unilateral la República del Perú se auto adjudica el dominio territorial de la isla.

Conspicuos en delimitación de fronteras ya habían previsto, que un galimatías como este podría presentarse en cualquier momento; es por eso que el 24 de marzo 1922 Colombia y Perú firmaron un tratado llamado Salomón-Lozano, que puso fin a un litigio territorial de casi un siglo y en esencia determina, que cuando aparezca un imprevisto como el que hoy nos atañe, ninguno de los dos países limítrofes se podrá adjudicar unilateralmente el nuevo territorio, mientras no se reúnan, conversen y se pongan finamente de acuerdo. Igualmente, el Foro de Rio de Janeiro firmado en 1934 contempla lo anterior.

Este es el justo reclamo que el presidente Gustavo Petro pone sobre la mesa, en defensa de la integridad territorial colombiana y en especial en defensa de los intereses de los habitantes de Leticia que pueden verse afectados en su navegabilidad por el rio.

 ¡Qué cosa tan difícil de entender!

Pero el expansionismo de los poderes, siempre ha acompañado al hombre desde épocas primigenias. Marcar territorio se ha dado en todas las épocas de nuestra historia. Por eso existen los tratados que evitan los hechos facticos, que conllevan a enfrentamientos y, guerras por territorios ocupados por la razón o por la fuerza.

El expansionismo no es exclusivo de las grandes potencias, existe también la intención de ocupar territorios en disputas entre países simétricos que comparten kilómetros de fronteras. Para lograr paz y armonía y para preservar su integridad territorial décadas atrás se han firmado tratados en momentos coyunturales de su mutua historia. Con los años, la oportunidad se presenta y, uno de los dos comprometidos se ve tentado a dar el zarpazo de manera unilateral. Esto sucede cuando el vecino se descuida y abandona el cuidado de su integridad territorial. Me atrevo a pensar que lo sucedido con la isla Santa Rosa es producto del descuido y la falta de política de fronteras. Colombia tiene antecedentes: la pérdida de Panamá en 1902 el conflicto con Nicaragua por San Andrés y en épocas pretéritas conflictos territoriales con Perú y Venezuela.

Pero lo que más sorprende de todo este Galimatías, es la postura de algunos medios de comunicación y parte de una sociedad colombiana desinformada que se pone del lado del usurpador. Normalmente el tema territorial unifica a un país -como lo ha hecho Perú- y se exacerba el chauvinismo. Pero el odio hacia Gustavo Petro es tan irracional, que obnubila y es superior a los intereses territoriales de la nación. Lo que debería ser un factor de unidad nacional como lo hace el Perú, en Colombia es factor de división y controversia, a tal punto, que se le da de entrada la razón al usurpador ¡Increíble!

Germán Peña Córdoba

Arquitecto-UNIVALLE

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