¿Difícil enseñar?

20 de agosto de 20250 COMENTARIOS AQUÍ

Texto de Guillermo Salazar Jiménez

Quejas, reclamos e inculpaciones escucha Juanita Lectora de los maestros sobre las dificultades que enfrentan en su tarea diaria. Unos enuncian problemas pedagógicos o sicológicos, otros plantean que los estudiantes centran sus intereses personales en la tecnología, como el uso de los medios electrónicos. Varios argumentan que algunos estudiantes arrastran problemas familiares, del barrio o de amigos a las aulas. Juanita concluyó que a dichos maestros les resulta difícil su tarea porque buscan las causas lejos de la realidad pedagógica medida por la interacción maestro-alumno.

Rusbel Caminante apreció la distancia que existe en el enseñar exitoso cuando un maestro centra el trabajo en su saber supuestamente especializado, desecha las capacidades particulares del estudiante para construir su método de trabajo en correspondencia con las experiencias vivenciales. Como lo afirma Paulo Freire: el alumno es un ser activo, capaz de construir su propio conocimiento a través de la interacción con el mundo que lo rodea. Y, al tiempo, agregó Rusbel, el buen maestro debe aceptar que sus alumnos son seres en constante proceso de formación, por tanto, dialogar con ellos será el inicio del compartir ideas y conocimiento con compañeros, amigos del barrio y el mundo circundante.

Juanita Lectora aprovechó lo anotado por Rusbel para enfatizar que muchos alumnos prefieren guardar silencio pues no esperan que lo escuchado de su maestro incluya el placer de aprender o instantes de relación con sus condiciones de vida. Creyó que dichos alumnos asisten a clase sin motivación, ausentes, sin atender las palabras de poco significado y desconectadas de la realidad social y educativa. O sentimientos adversos cargados de odio contra una pedagogía alienante. La desatención por el maestro se transforma en odio contra la escuela, la educación y la sociedad.

En dicho contexto resulta claro que enseñar se convierte en tarea difícil cuando no imposible, adicionó Juanita Lectora, porque educar es una tarea académica pero también política. Retomó las palabras de Freire con motivo de una entrevista titulada La lucha no se acaba donde planteó que el maestro debe tener clara su posición política y, en correspondencia, decidido a cambiar sus maneras de enseñar y también ser coherente entre su discurso y la acción. Por ello, dice Freire, „la primera pelea que un docente progresista debe dar es consigo mismo. Éste es el comienzo del cambio”.

Rusbel Caminante coincidió con Juanita y expuso lo difícil que resulta a un maestro enseñar a pensar, conocer, crear, imaginar, si no se aparta de los contenidos rutinarios o de las guías y cuestinarios exigidos. Sin crítica ni adaptación a la realidad, menos aún, sin confiar en el valor que representa arriesgarse para inovar. Aseguró con Freire que no existe una relación pedagógica con objetivos centrados solo en el aula y el patio de recreo, siempre estará conectada a concepciones de vida, maneras de ver el mundo y a hacer realidad anhelos y útopias. Enseñanza para aquellos que niegan el error como búsqueda del saber, porque ciertamente la equivocación es fuente del aprender.

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