Texto de Germán Peña Córdoba.
Siempre he considerado que la canción "Mi hijo y
yo", es de las mejores letras del fallecido maestro
Jairo Varela y el Grupo Niche, la magnífica agrupación caleña. La canción,
después de un riguroso análisis de su letra, los acuciosos detractores del
maestro, encontraron que en cada estrofa había una letra que al final formaba
el nombre del capo Caleño José Santacruz Londoño, alias "Don Chepe",
o mejor: "El Estudiante", como se le conocía cuando era un aventajado
alumno de Ingeniería Mecánica. El Acróstico como se le llama a esta figura
literaria, sirvió para especular y estigmatizar al gran maestro Jairo Varela.
Profundizar en este tema no es objeto de este escrito, pero sí, reivindicar la
letra y la música de esta magnífica canción.
Si el título de esta columna la extrapolamos a nuestra
realidad política, resultaría casi imposible aplicar este loable anhelo.
Caminar juntos y tener un proyecto común de país sería lo ideal, para lograr un
crecimiento sostenido y una convivencia pacífica. Pero algo que es un propósito
de toda comunidad civilizada, para nosotros se nos convierte en algo imposible
de lograr que muta a ser una talanquera difícil de superar. En Colombia desde
tiempos inmemorables, la disputa entre fuerzas políticas han sido batallas irreconciliables,
y a consecuencia de ello, nos hemos vistos avocados a una guerra sin final,
donde las partes se devoran entre sí, en un frenesí que siempre tiene como
epílogo la irracional autodestrucción.
Pero mientras se nos extingue una guerra, en el
interregno se incuba otra, el círculo vicioso del sempiterno conflicto, continúa
en imparable espiral de emociones, que asciende al infinito y se pierde en la
desesperanza. En un mundo polarizado y atizado por unos protervos noticieros
que le ponen los pelos de punta a cualquier oyente, pasan y pasan generaciones
de jóvenes pobres matándose entre sí, mientras los hijos de la selecta minoría
que agencia la guerra no van a ella y más bien, se preparan en las mejores
universidades, para seguir gobernando con la inequidad de siempre. ¡Que difícil
entender tan elemental engaño!
Los mal llamados lideres políticos poco ayudan a
revertir la situación, no interpretan el sentir de la mayoría de la población
porque puede más su codicia y su interés personal que la solución de los
problemas de sus cautivos votantes. Lo anterior no es exclusivo de la derecha:
algunos lideres de la izquierda (no todos), traicionan principios y han caído
permeados por la ambición personal e incurren en los mismos defectos que dicen
con demagogia combatir. Las oligarquías establecidas durante siglos, no quieren
ceder un ápice de sus privilegios, pues ya están acostumbrados a la obsecuencia
de sus gobernados y a la manipulación y normalización desde los micrófonos. En
el juego, muchos caen y son conducidos con facilidad a movilizaciones emotivas,
cuyas causas no se ajustan a la solución real de sus necesidades. si no, que
los invitan a continuar por la misma senda. ¡que nada cambie!
Así las cosas,
caminar juntos por una causa común que cambie las circunstancias de la
tradicional inequidad es una imperiosa necesidad difícil de lograr, pero, aun así,
nunca se debe claudicar en su búsqueda.
Se pueden lograr cosas interesantes por fuera de la
rigidez legislativa, con base a decretos de aplicación directa e inmediata, y
de hecho, en este gobierno se han ejecutado en el tema salud, pero conseguir un
equipo que se la juegue de manera vehemente por el cambio, es más difícil aun,
pues armar equipo cómplice, arroparse con la misma cobija, y actuar en
contubernio para que todo siga igual y nada cambie, es demasiado fácil. Es por
eso que un gobierno que se comprometa con el cambio profundo, chocará con
barreras infranqueables, diseñadas para instituciones que no permitirán se
desarrollen reformas que cambien la vida de la gente. Pero con todas las
vicisitudes que nos brinda la vida, la férrea oposición para que nada cambie,
los inconvenientes que no faltan, siempre habrá tiempo para soñar con caminar
juntos.
Germán
Peña Córdoba
Arquitecto-UNIVALLE.