El cuarto de los trastos

31 de mayo de 20250 COMENTARIOS AQUÍ

 Texto de Guillermo Salazar Jiménez

Aquel 3 de febrero, el señor Carlos Nelson Noches le comentó a Juanita Lectora que, así como ninguna casa caribeña estaba completa sin su patio, en la casa de Aracataca, donde vivió Gabito, había flores, mariposas amarillas y árboles frutales.

En ese patio, Remedios la Bella ascendió en cuerpo y alma a los cielos, llevándose consigo las sábanas blancas de Fernanda del Carpio en Cien años de soledad. Creo señor Noches, agregó Juanita que Gabo escribió sobre el castaño gigantesco, donde murió el coronel José Arcadio Buendía, y el corral del patio donde vivían pacíficamente chivos, cerdos y gallinas.

Rusbel Caminante escuchó del señor Noches la referencia a lo amplia de la casa y que seguramente la mayoría de sus cuartos fueron compartidos por Gabito para vivir, jugar y soñar, aunque varios le eran prohibidos, como el cuarto de los trastos, depósito de baúles y artículos viejos. Afirman los comentarios, adicionó el señor Noches, que en el llamado cuarto de los trastos apilaron las setenta bacinillas que los abuelos Nicolás Márquez y Tranquilina Iguarán compraron cuando Luisa Santiaga, mamá de Gabito, invitó a sus compañeras de colegio a pasar las vacaciones.

El señor Noches afirmó que uno de los principales cuartos era la sala de visitas, donde políticos liberales, veteranos de guerras, admiradores del general y hasta desempleados públicos se reunían allí para conversar y enterarse de los aconteceres nacionales. ¿Cómo fue la anécdota del general Rafael Uribe Uribe?, el señor Noches le respondió a Juanita, “cierto día llegó en compañía del general Benjamín Herrera, al salir después de larga charla, con risas y aplausos, la abuela Tranquilina Iguarán le comentó a Gabito que “Uribe comía como un pajarito”.

¿Y el cuarto de hospital?, inquirió Rusbel Caminante. Gabito le temía, aseveró el señor Noches, por ello hace la referencia cruel que allí murió su tía Petra y una bruja exorcizó a su tía Wenefrida acompañada de golpes de ortiga y un conjuro que se escuchó como canción de cuna; debajo de las sábanas salió un pájaro negro, quemado en una hoguera. Por ahí pasó el doctor Silvio Luna, llamado Médico de Macondo. Señor Noches, adicionó Juanita, Gabo en Vivir para contarla dice, “de todos modos, el caso más raro que recuerdo fue sin duda el de SILVIO LUNA, un moreno retinto del Chocó que se graduó de abogado y después de médico…” Señorita, el médico Luna no era del Chocó sino del Cauca, corrigió el señor Noches.

Juanita Lectora compartió la observación del señor Noches, raro en Gabo que se preciaba de investigar a fondo sus citas y referencias, enseguida refirió el episodio de las bacinillas. Explicó que en Cien años de Soledad Gabo lo recrea en aquella página cuando relata que Fernanda del Carpio compró setenta y dos para las compañeras que su hija Meme invitó a disfrutar las vacaciones. El mismo lugar que el gitano Melquiades transformó en laboratorio para sus experimentos lo que antes fue en realidad el cuarto de los trastos.

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