Aquel 3 de febrero, el señor Carlos Nelson Noches le
comentó a Juanita Lectora que, así como ninguna casa caribeña estaba completa
sin su patio, en la casa de Aracataca, donde vivió Gabito, había flores,
mariposas amarillas y árboles frutales.
En ese patio, Remedios la Bella ascendió en cuerpo y
alma a los cielos, llevándose consigo las sábanas blancas de Fernanda del
Carpio en Cien años de soledad. Creo señor Noches, agregó Juanita que Gabo
escribió sobre el castaño gigantesco, donde murió el coronel José Arcadio
Buendía, y el corral del patio donde vivían pacíficamente chivos, cerdos y
gallinas.
Rusbel Caminante escuchó del señor Noches la referencia
a lo amplia de la casa y que seguramente la mayoría de sus cuartos fueron
compartidos por Gabito para vivir, jugar y soñar, aunque varios le eran
prohibidos, como el cuarto de los trastos, depósito de baúles y artículos
viejos. Afirman los comentarios, adicionó el señor Noches, que en el llamado
cuarto de los trastos apilaron las setenta bacinillas que los abuelos Nicolás
Márquez y Tranquilina Iguarán compraron cuando Luisa Santiaga, mamá de Gabito,
invitó a sus compañeras de colegio a pasar las vacaciones.
El señor Noches afirmó que uno de los principales
cuartos era la sala de visitas, donde políticos liberales, veteranos de
guerras, admiradores del general y hasta desempleados públicos se reunían allí
para conversar y enterarse de los aconteceres nacionales. ¿Cómo fue la anécdota
del general Rafael Uribe Uribe?, el señor Noches le respondió a Juanita,
“cierto día llegó en compañía del general Benjamín Herrera, al salir después de
larga charla, con risas y aplausos, la abuela Tranquilina Iguarán le comentó a
Gabito que “Uribe comía como un pajarito”.
¿Y el cuarto de hospital?, inquirió Rusbel Caminante.
Gabito le temía, aseveró el señor Noches, por ello hace la referencia cruel que
allí murió su tía Petra y una bruja exorcizó a su tía Wenefrida acompañada de
golpes de ortiga y un conjuro que se escuchó como canción de cuna; debajo de
las sábanas salió un pájaro negro, quemado en una hoguera. Por ahí pasó el
doctor Silvio Luna, llamado Médico de Macondo. Señor Noches, adicionó Juanita,
Gabo en Vivir para contarla dice, “de todos modos, el caso más raro que
recuerdo fue sin duda el de SILVIO LUNA, un moreno retinto del Chocó que se
graduó de abogado y después de médico…” Señorita, el médico Luna no era del
Chocó sino del Cauca, corrigió el señor Noches.
Juanita Lectora compartió la observación del señor
Noches, raro en Gabo que se preciaba de investigar a fondo sus citas y
referencias, enseguida refirió el episodio de las bacinillas. Explicó que en
Cien años de Soledad Gabo lo recrea en aquella página cuando relata que
Fernanda del Carpio compró setenta y dos para las compañeras que su hija Meme
invitó a disfrutar las vacaciones. El mismo lugar que el gitano Melquiades
transformó en laboratorio para sus experimentos lo que antes fue en realidad el
cuarto de los trastos.