“Brasil no es un
país, es un continente” nos decía un mesero paraguayo en Paraty,
(importante puerto colonial sobre el mar atlántico), queriendo resaltar la
inmensidad de su territorio, su diversidad geográfica, biológica, étnica y
cultural.
Conocer Brasil es descubrir el país más biodiverso del
planeta dada la riqueza única de sus ecosistemas, un país que alberga casi la
mitad del bioma amazónico, el pulmón del mundo y la mayor riqueza biológica de
la biosfera; que alberga el mayor humedal del mundo, “El Pantanal” con una extensión de 340.500 km2, del
tamaño de un país como Finlandia.
Un país que alberga la “Mata Atlántica” una selva tropical situada al este, con el 35% de
las especies vegetales del Brasil, más que toda Europa, y fuente de agua dulce
de más del 60% de su población,
incluyendo sus principales ciudades Sao Paulo, Rio de Janeiro y Belo Horizonte;
que alberga la región de “El Cerrado”,
una Sabana con una extensión de dos millones de km2, casi dos veces
el territorio de Colombia, que en las últimas décadas se ha convertido en la
mayor frontera agrícola del país y en una de las mayores despensas agrícolas
del mundo. De la experiencia del desarrollo de ésta región, sus errores y
aciertos, nuestro país tiene mucho que aprender, para la Orinoquia, si se
quiere promover una agroindustria próspera y respetuosa de sus ecosistemas,
como lo demuestra un reciente y completo estudio sobre la experiencia de “El Cerrado”, del centro de estudios FEDESARROLLO
de Colombia.
Conocer Brasil es descubrir una de las mayores
economías del mundo, la décima por el tamaño de su producción, riqueza
representada en su poderosa industria que genera el 25% de su Producto Interno
Bruto (PIB) y su diversificada agroindustria: hoy en día este país ocupa los
primeros lugares en el mundo en la producción y exportación de café, soya,
maíz, azúcar, cítricos, carne de ganado vacuno.
Unido a esta gran riqueza biológica y económica,
existe otra gran riqueza étnica y cultural, producto de la unión de los más
disímiles pueblos y culturas: indígena, negra, europea y asiática, que han
dejado un gran legado artístico y cultural, en la literatura con reconocidos
escritores como Jorge Amado y Machado de Assis; en la música con ritmos
musicales ya universales como la Bossa Nova y la Samba y compositores excelsos
como Heitor Villa Lobos en la música clásica y Carlos Jobim (la Chica de
Ipanema), Chico Buarque, Caetano Veloso y Gilberto Gil en la música popular; en
la pintura con pintores como Candido Portinari y Tarsila de
Amaral, riqueza artística muy desconocida en Colombia y América Latina..
Este país es también un país de contrastes, al lado de
la riqueza económica ya señalada, de modernas urbes como Sao Paulo y Río de
Janeiro, con sistemas de transporte de talla mundial, con arquitectura
vanguardista que ha erigido ciudades únicas en el orbe como Brasilia,
patrimonio cultural de la humanidad, coexisten las conocidas favelas, tugurios
en los cuales malviven millones de personas marginadas del “desarrollo” y la
riqueza, con altos índices de violencia; indigentes que deambulan por las
calles de Sao Paulo y Rio en busca de cualquier limosna. Esta pobreza y
marginalidad es producto de toda una historia de discriminación social, racial
y geográfica y de una las riquezas más mal distribuidas en el mundo.
Brasil, cuya historia en buena parte del siglo XX
estuvo marcada por gobiernos militaristas y autocráticos, algunos de corte
nacionalista como el de Getulio Vargas, en el presente siglo ha tenido cuatro
gobiernos de izquierda, de corte socialdemócrata europeo, con Ignacio Lula da
Silva a la cabeza, que están dejando su legado en la sociedad brasileña.
Sin tener mayor conocimiento de la historia de este
país (en Colombia hemos estado a sus espaldas, a pesar de compartir 1.645 km de
frontera), en su visita, uno se pregunta por el legado de éstos cuatro
gobiernos de izquierda en el presente siglo.
Además de los logros que reflejan las cifras
estadísticas, la disminución de la pobreza en más del 25% en los dos primeros
gobiernos de Lula y la disminución de la deforestación y protección de la
población indígena y raizal en el amazonas y otros ricos ecosistemas, tal vez
lo más representativo sea la reivindicación de pueblos y culturas que durante
siglos fueron discriminados, cuando no exterminados, y estuvieron marginados,
como lo fueron los pueblos indígenas y negros, además de sectores de población
con ideologías y formas de ser y pensar diferente como la población homosexual.
Derechos y estilos de vida legítimos que hoy son reivindicados y que
grotescamente quieren desconocer regímenes de derecha como Trump en Estados
Unidos o Milei en Argentina, con su ataque a lo que hoy peyorativamente se
denomina cultura “Woke”.
Visita a São Paulo y Rio
de Janeiro.
Sao Paulo es la gran urbe de américa latina y una de
las mayores del mundo, con más de 12 millones de habitantes en su núcleo
central y más de 22 millones incluyendo el área metropolitana con sus ciudades
satélites; es el principal centro industrial y financiero del Brasil, que
genera alrededor del 30% de su PIB industrial; su Bolsa de Valores, con el
índice bursátil “Bovespa”, es la más importante de américa latina, en donde
cotizan más de 100 empresas representativas del país y de la región.
Esta ciudad que nació en un modesto convento jesuita
en el siglo XVI (Pateo do Collegio), tiene su mayor auge urbanístico e
industrial a finales del siglo XIX y en siglo XX, con el auge de la producción
cafetera y la pujanza industrial de su población migrante, especialmente
alemana y japonesa.
La impresión que deja en el viajero es la de una gran
urbe industrial, gris, con pocos espacios verdes, a pesar de tener el gran
parque urbano Ibirapuera y tener un gran sistema de transporte que le da orden,
funcionalidad y cierta amabilidad, que no tienen ciudades capitales más
pequeñas como Bogotá, cuyo sistema de transporte raya en el caos
Rio de Janeiro, con una población de alrededor de 8
millones de habitantes, es, por el contrario, una ciudad verde, con parques,
colinas, cascadas, bosques urbanos, muchos de ellos protegidos, además abrazada
por el mar atlántico con míticas playas como Copacabana e Ipanema, que le dan
un encanto único, jovial y alegre.
Rio de Janeiro, tiene una gran riqueza histórica y
arquitectónica por haber sido capital del Brasil por casi 190 años, durante la
época de la colonia y su periodo imperial (1763-1889), hasta el año 60 del
siglo XX, representada en emblemáticas construcciones de estilos renacentistas
y republicanos como el palacio imperial del XVIII, residencia del virrey del
Brasil; el teatro municipal, diseñado
por los arquitectos Oliveira Passos del Brasil y el francés Albert
Guilbert, al estilo de la Ópera de París; la Biblioteca Nacional de Brasil, que
alberga el archivo central del imperio portuguez, trasladado a esta ciudad ante
la invasión napoleónica a Portugal en 1808; el palacio del congreso; el museo
de las artes y la catedral, construida en forma de pirámide maya, a mediados
del siglo XX.
Rio de Janeiro, con un gran porcentaje de población
negra, descendiente de esclavos africanos, es la ciudad de la Samba y la Bossa
Nova, con el frenético y mayor carnaval del mundo y la meca del fútbol
brasileño con el mítico estadio Maracaná, al que le dio gloria eterna el rey
Pelé.
Ambas ciudades cuentan con gente alegre, amable,
servicial, con una rica y variada vida cultural y gastronomía, producto de la
diversidad de sus pueblos y culturas, con la Feijoada a la cabeza, como una
impronta de su legado africano.
Como viajero colombiano
impresiona la similitud que existe entre nuestros dos países, por nuestra gran
biodiversidad, nuestra geográfica y cultura anfibia, nuestro pasado colonial
marcado por el exterminio y discriminación de la población indígena y negra,
Cartagena y Rio de Janeiro fueron los principales puertos de arribo y mercado
de negros de las colonias española y portuguesa; por el papel que jugó la
agroindustria del café en nuestro desarrollo, aunque mucho mayor en Colombia.
Esta similitud se
expresa en nuestros bailes, especialmente de origen africano, ellos tienen la
Samba, nosotros la Cumbia; la culinaria: ellos tienen la Feijoada, nosotros los
frijoles con garra y pezuña; en nuestra variada y rica geografía y
biodiversidad: ellos tienen la mayor franja
costera sobre el mar atlántico del mundo, nosotros más de 3.000 km de
franja costera sobre dos océanos; ellos tienen la mata atlántica, nosotros
nuestros páramos y montañas andinas; ellos tienen uno de los mayores valles del
mundo, El Cerrado, nosotros los inmensos y anfibios llanos orientales.
Wilson Zapata V.
Santiago de Cali, Abril 25 2025.