Crónicas de viaje. Brasil, todo un continente.

1 de mayo de 20250 COMENTARIOS AQUÍ

 Texto de Wilson Zapata Valencia

Brasil no es un país, es un continente” nos decía un mesero paraguayo en Paraty, (importante puerto colonial sobre el mar atlántico), queriendo resaltar la inmensidad de su territorio, su diversidad geográfica, biológica, étnica y cultural.

Conocer Brasil es descubrir el país más biodiverso del planeta dada la riqueza única de sus ecosistemas, un país que alberga casi la mitad del bioma amazónico, el pulmón del mundo y la mayor riqueza biológica de la biosfera; que alberga el mayor humedal del mundo, “El Pantanal” con una extensión de 340.500 km2, del tamaño de un país como Finlandia.

Un país que alberga la “Mata Atlántica” una selva tropical situada al este, con el 35% de las especies vegetales del Brasil, más que toda Europa, y fuente de agua dulce de más del  60% de su población, incluyendo sus principales ciudades Sao Paulo, Rio de Janeiro y Belo Horizonte; que alberga la región de “El Cerrado”, una Sabana con una extensión de dos millones de km2, casi dos veces el territorio de Colombia, que en las últimas décadas se ha convertido en la mayor frontera agrícola del país y en una de las mayores despensas agrícolas del mundo. De la experiencia del desarrollo de ésta región, sus errores y aciertos, nuestro país tiene mucho que aprender, para la Orinoquia, si se quiere promover una agroindustria próspera y respetuosa de sus ecosistemas, como lo demuestra un reciente y completo estudio sobre la experiencia de “El Cerrado”, del centro de estudios FEDESARROLLO de Colombia. 

Conocer Brasil es descubrir una de las mayores economías del mundo, la décima por el tamaño de su producción, riqueza representada en su poderosa industria que genera el 25% de su Producto Interno Bruto (PIB) y su diversificada agroindustria: hoy en día este país ocupa los primeros lugares en el mundo en la producción y exportación de café, soya, maíz, azúcar, cítricos, carne de ganado vacuno.

Unido a esta gran riqueza biológica y económica, existe otra gran riqueza étnica y cultural, producto de la unión de los más disímiles pueblos y culturas: indígena, negra, europea y asiática, que han dejado un gran legado artístico y cultural, en la literatura con reconocidos escritores como Jorge Amado y Machado de Assis; en la música con ritmos musicales ya universales como la Bossa Nova y la Samba y compositores excelsos como Heitor Villa Lobos en la música clásica y Carlos Jobim (la Chica de Ipanema), Chico Buarque, Caetano Veloso y Gilberto Gil en la música popular; en la pintura  con  pintores como Candido Portinari y Tarsila de Amaral, riqueza artística muy desconocida en Colombia y América Latina.. 

Este país es también un país de contrastes, al lado de la riqueza económica ya señalada, de modernas urbes como Sao Paulo y Río de Janeiro, con sistemas de transporte de talla mundial, con arquitectura vanguardista que ha erigido ciudades únicas en el orbe como Brasilia, patrimonio cultural de la humanidad, coexisten las conocidas favelas, tugurios en los cuales malviven millones de personas marginadas del “desarrollo” y la riqueza, con altos índices de violencia; indigentes que deambulan por las calles de Sao Paulo y Rio en busca de cualquier limosna. Esta pobreza y marginalidad es producto de toda una historia de discriminación social, racial y geográfica y de una las riquezas más mal distribuidas en el mundo. 

Brasil, cuya historia en buena parte del siglo XX estuvo marcada por gobiernos militaristas y autocráticos, algunos de corte nacionalista como el de Getulio Vargas, en el presente siglo ha tenido cuatro gobiernos de izquierda, de corte socialdemócrata europeo, con Ignacio Lula da Silva a la cabeza, que están dejando su legado en la sociedad brasileña. 

Sin tener mayor conocimiento de la historia de este país (en Colombia hemos estado a sus espaldas, a pesar de compartir 1.645 km de frontera), en su visita, uno se pregunta por el legado de éstos cuatro gobiernos de izquierda en el presente siglo.

Además de los logros que reflejan las cifras estadísticas, la disminución de la pobreza en más del 25% en los dos primeros gobiernos de Lula y la disminución de la deforestación y protección de la población indígena y raizal en el amazonas y otros ricos ecosistemas, tal vez lo más representativo sea la reivindicación de pueblos y culturas que durante siglos fueron discriminados, cuando no exterminados, y estuvieron marginados, como lo fueron los pueblos indígenas y negros, además de sectores de población con ideologías y formas de ser y pensar diferente como la población homosexual. Derechos y estilos de vida legítimos que hoy son reivindicados y que grotescamente quieren desconocer regímenes de derecha como Trump en Estados Unidos o Milei en Argentina, con su ataque a lo que hoy peyorativamente se denomina cultura “Woke”.

Visita a São Paulo y Rio de Janeiro.

Sao Paulo es la gran urbe de américa latina y una de las mayores del mundo, con más de 12 millones de habitantes en su núcleo central y más de 22 millones incluyendo el área metropolitana con sus ciudades satélites; es el principal centro industrial y financiero del Brasil, que genera alrededor del 30% de su PIB industrial; su Bolsa de Valores, con el índice bursátil “Bovespa”, es la más importante de américa latina, en donde cotizan más de 100 empresas representativas del país y de la región. 

Esta ciudad que nació en un modesto convento jesuita en el siglo XVI (Pateo do Collegio), tiene su mayor auge urbanístico e industrial a finales del siglo XIX y en siglo XX, con el auge de la producción cafetera y la pujanza industrial de su población migrante, especialmente alemana y japonesa.

La impresión que deja en el viajero es la de una gran urbe industrial, gris, con pocos espacios verdes, a pesar de tener el gran parque urbano Ibirapuera y tener un gran sistema de transporte que le da orden, funcionalidad y cierta amabilidad, que no tienen ciudades capitales más pequeñas como Bogotá, cuyo sistema de transporte raya en el caos

Rio de Janeiro, con una población de alrededor de 8 millones de habitantes, es, por el contrario, una ciudad verde, con parques, colinas, cascadas, bosques urbanos, muchos de ellos protegidos, además abrazada por el mar atlántico con míticas playas como Copacabana e Ipanema, que le dan un encanto único, jovial y alegre.

Rio de Janeiro, tiene una gran riqueza histórica y arquitectónica por haber sido capital del Brasil por casi 190 años, durante la época de la colonia y su periodo imperial (1763-1889), hasta el año 60 del siglo XX, representada en emblemáticas construcciones de estilos renacentistas y republicanos como el palacio imperial del XVIII, residencia del virrey del Brasil; el teatro municipal, diseñado  por los arquitectos Oliveira Passos del Brasil y el francés Albert Guilbert, al estilo de la Ópera de París; la Biblioteca Nacional de Brasil, que alberga el archivo central del imperio portuguez, trasladado a esta ciudad ante la invasión napoleónica a Portugal en 1808; el palacio del congreso; el museo de las artes y la catedral, construida en forma de pirámide maya, a mediados del siglo XX.

Rio de Janeiro, con un gran porcentaje de población negra, descendiente de esclavos africanos, es la ciudad de la Samba y la Bossa Nova, con el frenético y mayor carnaval del mundo y la meca del fútbol brasileño con el mítico estadio Maracaná, al que le dio gloria eterna el rey Pelé.

Ambas ciudades cuentan con gente alegre, amable, servicial, con una rica y variada vida cultural y gastronomía, producto de la diversidad de sus pueblos y culturas, con la Feijoada a la cabeza, como una impronta de su legado africano.

Como viajero colombiano impresiona la similitud que existe entre nuestros dos países, por nuestra gran biodiversidad, nuestra geográfica y cultura anfibia, nuestro pasado colonial marcado por el exterminio y discriminación de la población indígena y negra, Cartagena y Rio de Janeiro fueron los principales puertos de arribo y mercado de negros de las colonias española y portuguesa; por el papel que jugó la agroindustria del café en nuestro desarrollo, aunque mucho mayor en Colombia.

Esta similitud se expresa en nuestros bailes, especialmente de origen africano, ellos tienen la Samba, nosotros la Cumbia; la culinaria: ellos tienen la Feijoada, nosotros los frijoles con garra y pezuña; en nuestra variada y rica geografía y biodiversidad: ellos tienen la mayor franja  costera sobre el mar atlántico del mundo, nosotros más de 3.000 km de franja costera sobre dos océanos; ellos tienen la mata atlántica, nosotros nuestros páramos y montañas andinas; ellos tienen uno de los mayores valles del mundo, El Cerrado, nosotros los inmensos y anfibios llanos orientales.

Wilson Zapata V.

Santiago de Cali, Abril 25 2025.

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