Texto de Germán Peña Córdoba.
La derecha, hábilmente se ha apoderado de la
palabra libertad, la cual no les pertenece en su acepción y aplicación ideológica. La
palabra libertad, tiene múltiples interpretaciones, pero lo puntualmente
referido, por su condición histórica y material, libertad es sinónimo de romper
las cadenas que atan a todos aquellos que han permanecido esclavizados en
diferentes formas y subyugados por grandes poderes a través de la historia.
Así las cosas, hoy piden libertad los que
siempre la han tenido, en detrimento de los que siempre la han perdido, hoy
piden libertad los que desde el poder conculcan los derechos y además han
abusado de ella. Su uso claramente político es un contrasentido puesto que la
ideología de derecha privilegia el orden y el militarismo antes que la
libertad. El presidente Donald Trump decreta "el día de la liberación"
en la mayor potencia mundial, igual lo hace Javier Milei que en Argentina, pide
libertad para abolir lo que no le gusta y así toda una corriente de derecha
solicita libertad para que reine la arbitrariedad.
Cuando en estos tiempos nos toca ver a
líderes mundiales (y aquí en nuestro terruño también lo vemos) haciendo eco y
consumo interno del pedido de libertad, recuerdo al expresidente Alfonso López
Michelsen cuando expresaba ¡Vivir para ver!
Vivir para contarlo, decía Gabriel García Márquez y con esto habría otro
espacio de interpretación de la palabra libertad. La abuela Petrona Oliveros mi
Alter Ego, espetaría en el rostro de su interlocutor: "este pedido de
libertad está más raro que una perra a cuadros".
Con lo anterior las derechas internacionales y las derechas internas, intuyen que apoderarse de la palabra libertad (más no la aplicación real de ella) produce réditos políticos al victimizarse donde son ellos, claramente los victimarios. Concebir la libertad para obtener una patente para que el opresor implemente el Neoliberalismo a ultranza, sería libertad de unos pocos en detrimento de una gran masa tradicionalmente oprimida y marginada.
Se Macartiza cuando se pide más Estado. El
Neoliberalismo propugna por la reducción del Estado a favor del sector privado.
La anti gestión que muchas veces se hace ex profeso, nos hace ver un Estado
ineficiente y corrupto; en algo les asiste razón y hay mucho por corregirse. Se
ha instalado la idea Neoliberal que la intervención del Estado en la economía
es un pecado, cuando su deber es garantizar el pleno empleo.
Los resultados de 30 años de Neoliberalismo
se ven a la vista: más pobreza y más desigualdad. Para comprobarlo allí está el
coeficiente Gine, que mide el nivel de desigualdad en el mundo. La medianía y
eclecticismo que dice "el Estado hasta donde sea necesario el mercado
hasta donde sea posible" trata de regular las posturas extremas que se
presentan.
Pedir libertad desde la opulencia, no es
creíble, es buscar la continuidad, habilitación y aprobación del reiterado
abuso; pedir libertad desde el arribismo político como lo es el caso Argentino,
acentúa mucho más las desigualdades que hoy sufren los pensionados y el pueblo
en general.
En este momento en Colombia no existe
libertad para expresarse en las urnas sobre la Consulta Popular. Es claro que
tiene que surtir algunos trámites constitucionales, pero los que piden libertad
buscan deconstruir el derecho del Constituyente Primario expresarse. Por todos los medios lo tratan de
evitar. Su aprobación en el senado será la prueba reina; aunado a lo anterior podremos observar el comportamiento de los
que buscan archivar la reforma laboral, como actuarán en el proyecto de rebajar
el sueldo de los congresistas, que es 30 veces mayor al salario mínimo de los
trabajadores ¡Un verdadero dislate!
En este orden, le digo, si a la libertad de
conciencia, si a la libertad de vivir una vida digna, si a la libertad de
educarse, si a la libertad de tener un servicio de salud excelente, si a vivir
sin ser discriminado, por el color de piel, religión o ideología política. Pero
resulta, que los que tradicionalmente han conculcado los derechos, hoy de
manera oportunista quieren cooptar segmentos de la población para lograr
hacerlos de su lado, donde siempre han practicado claramente la Oporofobia
Aun así, la libertad no tiene límites para
solicitarla. Son libres de reclamar libertad donde objetivamente no se aprecia
lo justo, porque la libertad necesariamente tiene que ser referida a la
justicia y, si nos atenemos al concepto de justicia, que es darle a cada quien
lo que le corresponde, los tradicionalmente conculcadores de derechos, mientras
están en el poder, los desatiende y en el mayor de los casos los arrebatan y
los violan.
Germán
Peña Córdoba
Arquitecto-UNIVALLE