Texto de Germán Peña Córdoba.
Las grandes gestas
son las que han originado magnánimos hechos que para bien o para mal, han
cambiado el curso de la historia. Los gestores dieron origen a los grandes
hechos históricos; la paz y la guerra, son sucesos fácticos positivos o
negativos que marcan a una sociedad entera. El filósofo de Palenque Kid
Pambele, decía elementalmente que "es mejor ser rico que ser pobre".
Hoy parafraseando a Pambele y partiendo de un concepto axiomático: ¡es mejor la
paz, que la guerra! ¡Así de simple!
La
paz como estado de bienestar, estabilidad, tranquilidad y seguridad, en sana lógica,
se logra con los enemigos no con los amigos; con los amigos es más fácil,
parece que ya existe, aunque la envidia y la traición está implícita y es
connatural a la amistad. La paz con los enemigos, toma tiempo, hay que ceder y
trabajar duro para lograrla. Establecer estrategias es condición sine qua non,
tejer fuertes alianzas, conocer plenamente al enemigo y, sobre todo, quien está
al frente para lograrla debe ser experto en resolución de conflictos.
En
este orden, cuando se acude a personas curtidas en los avatares de la guerra
para que brinden su ayuda para lograr la paz, se actúa en el sentido correcto,
máxime cuando los nominados para cumplir el rol, muestran un pleno
arrepentimiento y están dispuestos a mostrar otra cara a quien los traicionó en
el pasado. A los gestores de paz los valida el simple y a la vez complejo hecho
de haber sido juzgados y pagado por sus errores cometidos en el pasado.
Algunos
desde una falsa superioridad moral ayer aplaudieron a rabiar a Mancuso, en su
grotesca visita al congreso; además animados en fomentar la desinformación, con
fines deliberados y así lograr réditos electorales, hoy desde su impunidad
descalifican lo propuesto. Ahítos de populismo punitivo, critican abiertamente
la decisión gubernamental de nombrar antiguos paramilitares incluido Mancuso,
como gestores de paz. No lejos está la admiración que le profesaron en "el
templo de la democracia".
Eso
sí, sorprende la postura de la señora Iris Marín, ternada por este gobierno,
como defensora del pueblo que, en abierta oposición, argumenta como un error,
"el nombramiento de gestores de paz a quienes en el pasado fueron
gestores de guerra", y continúa la conspicua señora: "ellos no
son, ni pueden ser, referentes morales en la construcción de paz". Es
claro que una alta funcionaria como la señora Iris, no le debe una sumisión
conceptual absoluta a quien la terno, pero en un caso con este, Petrona
Oliveros mi abuela y mi alter ego diría: "con amigos así pa' que
enemigos mijito". Petrona lo decía cuando la traición venía de alguien
que se suponía abyecto.
El
hecho de haber sido ternada por el presidente Petro, no obliga a una
obsecuencia total, ni a una obediencia debida, pero si debe exigírsele consideración
con el proyecto político que la apoyó. Descalificar e invalidar el nombramiento
de gestores de paz, porque agenciaron y participaron activamente en la guerra,
invita bobamente a nombrar arcángeles o inmaculados, que no han conocido el
horror de la guerra y no tienen nada de que arrepentirse. Ahí veo una falta de
sindéresis y alta traición, que sería inaceptable para la hirsuta derecha que
eso si: de bobos no tienen nada, ni aceptarían este tipo de deslices.
Por
otro lado, si veo coherente, más no viable, la propuesta del escritor tulueño
Gustavo Álvarez Gardeazabal. El, como siempre, con su iconoclasta e irreverente
personalidad, lanzó la bomba y propone a Álvaro Uribe Vélez como gestor de paz.
Con esta propuesta se valida lo propuesto por el gobierno, que va en
consonancia con la lógica de la guerra. Por supuesto que el nominado por obvias
razones no aceptaría, pues se encuentra muy ocupado en sus delirios y
desvaríos.
Germán Peña Córdoba
Arquitecto- UNIVALLE