Texto de Germán Peña Córdoba.
No
tengo la misma rapidez del pasado, pero trato de no dejarme alcanzar
por la incipiente rigidez del presente. Es la lentitud que viene con el
sobrepeso y la silente artrosis, muy propia del desgaste articular, que
naturalmente acompaña a los años vividos y a los que faltan por vivir. Pero, así
y todo, no dejes de bailar a menos que un impedimento físico insalvable te
afecte.
El
baile es una manifestación de vida que culturalmente la asociamos con juerga,
parranda y licor ¡No es así! El baile es una de las mejores opciones para
ejercitar el cuerpo y puede librarse en sobriedad o motivarse con unos
moderados tragos.
Es
insoslayable, que tanto rodamiento por la vida, no termine en un ostensible
desgaste. No tengo ninguna base científica para afirmarlo, pero a pesar de
todo, he comprobado, que después de determinada edad, se camina más lento, se
camina "como perdonando el tiempo" y, además, me he dado cuenta que
la quietud todo lo agrava. El empirismo me ha enseñado que un comportamiento
sedentario acelera el daño, nos postra y al final nos ata a la inmovilidad
eterna. Por supuesto, que no será así, si asumimos un papel físicamente
proactivo.
Es
normal, la maquina no es la misma de ayer; la masa muscular disminuye, la
parsimonia y la calma se hacen presente y el campo de acción se reduce
notablemente, pues la fuerza es el resultado de la masa por la aceleración. Así
las cosas, Don Deterioro no descansa, anda suelto por ahi, esperando el momento
y, hace su trabajo de manera efectiva. Don Deterioro indefectiblemente viene
por nosotros. Pero, no todo este perdido aun: hay que hacerle el quite, la
maquina eventualmente puede ser repotenciada y recuperar su vitalidad.
¡Es por eso que bailo! Hay que pensar bailando y amar bailando.
La
alegría que se manifiesta a través de la danza no la podemos frustrar por
nuestro color de piel, condición física, nuestra edad o nuestra forma de
hacerlo, el baile es un acto en pareja, pero su goce individual. ¡Es una cura
para el alma! Es una forma natural de expresar nuestra alegría y no la podemos
acondicionar a la crítica ácida, perversa y subjetiva de algunos. Debemos
mostrarnos tal como somos sin pensar en "el que dirán". Que cada cual
baile a su manera y si lo hace bien mejor, hay que bailar libre, sin descanso,
sin ataduras ni complejos.
Frente
a todo lo anterior, el baile es un buen recurso de combate, una alternativa
democrática que se tiene a la mano. Habrá muchas formas de ejercitarse, pero
sus bondades son infinitas. La danza va acompañada de la inseparable risa, y la
risa comprometida en la producción de serotonina, que es lo inverso al estrés,
en su compromiso con el cortisol. No lo digo yo: lo dicen y lo recomiendan
todas las disciplinas que estudian la salud mental, la motricidad y la
movilidad del cuerpo humano.
Si
la Arquitectura es poesía congelada, el baile es un poema en movimiento, que te
hace vibrar, te hace una persona más sensible, más seductora y más alegre. Si
bailo bien sígueme, si lo hago regular empújame, si definitivamente lo hago
mal, no me debo morir, hay la posibilidad de aprender, seguir adelante y nunca
dejar de practicarlo. Lo importante es sentir la música y se tiene la
posibilidad se puede apelar a los muchos profesionales del baile, que lo
enseñan con paciencia. Son cantidades las academias que enseñan a bailar Salsa,
Bolero, Bachata, Merengue, Pasodoble hasta Milonga y Tango. En Cali las hay muy
buenas y existen muchos profesores que dan clases a domicilio.
Santiago
de Cali es la cuna de los buenos bailadores y bailarines. La pasión por el
baile es dominante y el que lo lleva en la sangre lo ejerce hasta el final de
sus días, aun con limitaciones físicas o aún inundado en edad. Es reconfortante
ver a un Miguel Santiago García "Guaracho", que supera los ochenta
años, bailando y divirtiéndose como un imberbe adolescente. Sus pasos, ya algo
encovado por la dictadura del tiempo, recuerda el estilo que reinó en la década
de los años 50's en "La Zona de Tolerancia" del barrio Sucre de Cali.
Ver a un Nelson Rivera "conocido como "El Sargento Loco" con 84
años y todavía dando lora, admirar a Edgar Fajardo "Cachafaz" con 93
años haciendo sus presentaciones y apreciar a "Chavita" con más de 80
años bailando con el insigne solista Carlos Paz, en un video que le dio la
vuelta al mundo, con millones de visualizaciones.
Lo
anterior, solo por mencionar unos cuantos conspicuos veteranos. Es delicioso
observar cómo bailan y como gozan en una edad que se presume, su estructura ósea
no respondería al movimiento rápido y rítmico de la salsa, más sin embargo lo
hacen con mucho sabor, disciplina y amor.
Un
poco más jóvenes que los anteriores veteranos, está la Vieja Guardia Caleña:
José Alonso Vera "El Polifacético", Lida Restrepo "La
Maravilla", Wilberto Taborda "El Fantástico", Luis Alberto
Cabezas "Tony del Mambo", Ofelia Realpe "La Diosa de la Rumba,
Esmeralda Ramírez, Rosa María Tovar, Liliana García, Alonso y Fernando Los
Mellizos de la Salsa, Wilson Rojas "El Psicodélico", Félix
veitemillas, Ibérica Hernández, Alirio "El Indio" William Peña, Diana
"La Mona" Correa, Nancy Alban La Chencha y tantos otros que se me
escapan. Es la vieja Guardia Caleña y a todos ellos, hoy se les debe ese
estilo, ese rápido movimiento de pies que caracteriza al Caleño.
El
gran estilo Caleño está muy bien definido y representado desde el gran ballet
de la Salsa de los años 70's, que tuvo espectaculares bailarines Caleños, entre
ellos un icono del baile como lo fue Evelio Carabali, hasta los hoy destacados
a nivel local e internacional como el gran Carlitos Paz y Luis Eduardo Hernández
"El Mulato" con su escuela Swing Latino. Hoy en Cali existen
excelentes sitios para divertirse sanamente bailando: El Salón Show Carlos Paz,
Mulato Cabaret, Séptimo Cielo, Tardes Otoñales, El Portón Caldense y Son Caribe
con Cesar Augusto Ortiz, solo por mencionar algunos, porque existen muchos más.
También agradezco a los comunicadores Salsólogos,
musicólogos, Profesor Jaime Alberto Millán y Cesar Augusto Ortiz dos
gladiadores de mucho conocimiento, que con sus programas de Radio y su
presencia en los sitios nos aportan de manera inconmensurable.
Es
evidente que el aceleramiento va decayendo. Ya no bailamos tan rápido como lo
hacíamos antes, pero en mi caso bailó cada ocho días, combinado con treinta
minutos de caminata diaria.
Germán Peña Córdoba-
Arquitecto-UNIVALLE