El irredento bochinchero.

25 de junio de 20240 COMENTARIOS AQUÍ

Texto de Germán Peña Córdoba.

Culturalmente hemos posicionado como realidad el concepto, que solo el sexo femenino gusta del bochinche. La narrativa machista se ha mantenido en el tiempo y ha hecho carrera. Siempre, se ha sostenido que las mujeres son las bochincheras, y de contera decimos: "si quieres ver a una mujer feliz háblale mal de su mejor amiga". Nada más falso; al género masculino también le encanta el bochinche. Mas extendido aún: al ser humano indistintamente del sexo se complace y se extasía con el rumor, el corrinche y el bochinche.

El éxito de un buen bochinche lo garantiza su capacidad de difusión. Un mal bochinche muere en el intento de propagarse y así, tan maltrecho, no llega ni a murmuración. Es por eso que el rumor tiene que ser picante, ir de boca en boca, correr como el viento, regarse como el polvo en la pradera y diseminarse como pólvora en las entrañas de un año viejo, que lo hará volar en miles de partículas, como voló Ricaurte en San Mateo. La oralidad era fundamental en esta misión, hasta que llegaron las redes sociales y, el bochinche tomo un gran status: se convirtió en "Fake News", "Youtuber" o "Influencer".

Pero bueno, esto es otro tema y, hoy lo llaman modernidad.

Hablemos del viejo bochinche, el chisme tradicional, el de la cuadra del barrio, el del andén cuando dos vecinas coinciden para barrerlo en compañía, el de las comadres, el de los compadres, el de los viejos amigos; el bochinche que se riega como tormenta de arena en el desierto.

El bochinche se basa en la exageración, en el realismo mágico y en la suposición que se hace de unos hechos no suficientemente probados, con componentes de ficción y realidad. Muchas veces son inventos sin fundamento, que causan jocosidad y dan risa, otras veces son dañinos, inicuos y causantes de grandes tragedias cuando el bochinche habita en una personalidad nefaria, llena de maldad y mala fe; pero el bochinche es sabroso, necesario en el ser humano, pues incentiva la producción de serotonina cuando no es en mi contra, pero cuando se trata de mí, me produce cortisol. En últimas nos equilibra el comportamiento.

¿Pero cómo se riega un bochinche? El bochinche se extiende, cuando quien acude a contarlo dice: "aquí entre nos, que no pase de nosotros dos", el bochinchero o la bochinchera advierte con vehemencia: "no vayas a contarle a nadie porque lo que te traigo es bastante gordo y delicado" y así, esa advertencia se repite y termina multiplicándose a la enésima potencia.

 Lo anterior me hace acordar de un amigo, muy amigo, cuyo nombre me reservo, advertía, que, si le contaban un bochinche, no esperarán que el no lo iba a difundir:

-A mí no me salgan con el cuentico que aquí entre nos y la advertencia de que no vaya a contar.

Y continuaba.

-Yo tengo la lengua muy larga y no me resisto a contar

-Y, además digo claramente quien me lo contó.

Decía con claridad meridiana.

A la persona que le contaba sabía de antemano a que se exponía. Mi amigo que ya falleció, era un bochinchero sincero, dueño de una simpatía arrolladora y una deslealtad a toda prueba.

El bochinche está en todas partes, ninguna actividad se escapa de él, tiene un poder omnímodo y posee el don de la ubicuidad. En el ambiente de la rumba Caleña el hombre que impuso el bochinche e hizo de él un complemento de la rumba, se llamó "Yimmy Bugaloo". Yimmy era animador de profesión, hizo del micrófono un instrumento complementario, al integrarlo al sabor y al vacilón con sus picantes chismes, apodos y su permanente "mamadera de gallo".

El ambiente laboral no escapa de las murmuraciones, el sitio de trabajo es el espacio ideal y propicio para que se desarrollen rumores protervos, que cogen vuelo y terminan hasta con despidos a causa de él. En el ambiente laboral no falta el lambón con el jefe, que lleva y trae bochinches de sus propios compañeros de trabajo, tratando desesperadamente de ganar puntos con su inmediato superior.

Hoy es el bochinche el argumento de más peso en la política. El bochinche va asociado a la mentira y la mentira es la socia mayoritaria de la   política. La falacia hizo carrera y la mediocridad es la reina. En nada se profundiza, la superficialidad es la ganadora. Llegan al Congreso y a la política en general, verdaderos Chisgarabis que se hacen grandes como "Youtuber" e "influencer" una actividad que solo maneja calumnias e injurias, pasiones y emociones.

Por otro lado, tenemos los noticieros que solo riegan chismes, no informan, desinforman con rumores. Los chismes y las mentiras son el insumo básico para meterle una bomba al programa de la Paz Total y, la tarea se completa con hechos producto de estrategias de bandera falsa. Paralelo a lo anterior, se tocan temas superfluos como el trasplante capilar del presidente, que, si le creció pelo o no le creció, desacreditan a la primera dama y están pendientes de si Petro cumple o incumple una cita. El run run, se publicita tanto, que programas de chismes como "la Red" tienen una audiencia inconmensurable.

Existen bochincheros irredentos, disimulados, elegantes y ordinarios. Propalar deliberadamente cuentos, es su función. La impertinencia es connatural al chisme, los bochincheros son incorregibles, empedernidos e impenitentes., es por eso, que lo ideal es llevarlos con la doble y tener en cuenta lo que decía el excéntrico pintor Español Salvador Dalí:  "que hablen de Dalí, aunque hablen bien.... pero que hablen".

Germán Peña Córdoba

Arquitecto- UNIVALLE.

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