Vivimos en una permanente campaña

3 de abril de 20240 COMENTARIOS AQUÍ

 Texto de Germán Peña Córdoba

La vida es una campaña permanente, una campaña extenuante que no se detiene y se divide en diferentes etapas y frentes. Cada etapa, como cada día, tiene su propio afán, sus propios intereses y su propia dinámica. En su trasegar nos topamos con éxitos y fracasos, que si son asumidos con madurez y serenidad fortalecen el carácter, nos endurecen en las adversidades y nos sensibilizan en las prosperidades.

La asiduidad de las campañas de cualquier tipo, están presentes en todo o casi todo y, un ejemplo representativo, es el futbol: nos entregan un campeón cada 6 meses cuando antes, era cada año. El futbol es un deporte que nos invade, llama la atención, nos emociona y nos mantiene pendientes de él, todo el tiempo.

Me explico.

Otrora, la coyuntura era más expandida en el tiempo, por eso existían espacios de desarrollo, construcción y consolidación; hoy debido a lo corto de un campeonato de futbol, o de un periodo presidencial, vivimos permanentemente obcecados en campaña y las emociones que producen estas gestas políticas nos llevan a una frenética final y, a una emotiva elección presidencial, que se da en un tiempo relativamente corto.

En el tema del futbol es entendible: su periodicidad obedece a las leyes del mercado y al control social que ejerce el entretenimiento como elemento distractor de masas, para que estas no se ocupen de lo realmente importante. Se busca permanecer obnubilados y opacar el pensamiento crítico. Es el propósito superior, mediante el alineamiento deliberado, planificado y aplicado con destreza y efectividad.

Así las cosas, si lo anterior lo extrapolamos al tiempo que dura un mandato presidencial en Colombia (4 años), experimentamos una coyuntura similar: se eligen Concejos Municipales, Asambleas Departamentales, Congreso, alcaldes y hasta presidentes; al poco tiempo todo es campaña de nuevo; no existe el interregno que de pie a que se consoliden unas políticas, se lleve a cabo un Plan General de Desarrollo o se dé un proyecto de país construido de manera conjunta. Todo es una lucha intestina para hacerse desesperadamente al botín.

Debido a lo corto del periodo especialmente el presidencial, la pugnacidad se dispara de manera prematura y, entre las diferentes fuerzas, se acentúa la carrera por las más altas dignidades. A consecuencia de ello, entramos en una feroz disputa por aspirar a la sucesión del relativamente recién elegido, que ni siquiera ha cumplido la mitad de su mandato. La lucha por el poder se precipita y, todos terminan actuando, como si estuvieran en permanente campaña.

En este orden, el corto periodo presidencial de 4 años, prácticamente se reduce a 2 años: dos gobernando muchas veces a medias, con "la olla raspada", defendiéndose de sus detractores o capoteando las irresponsabilidades que le dejo el anterior. El mandatario afronta las dificultades propias del cargo; en los otros 2 años las diferentes fuerzas entran de nuevo en campaña, la guerra sucia arrecia, las redes sociales con sus "Troles" entran en furor, las bodegas virtuales estigmatizan y etiquetan, toman partido con ardor y se convierten en tribus que solo simpatizan con el pensamiento homogéneo. En ese momento, el que piensa diferente es combatido sin tregua, sin argumentos serios, sometido al escarnio y convertido en un enemigo interno a quien hay que quemar y desaparecer. Así en medio de una ardorosa polarización, se llega a una nueva elección cargada de odios y sed de venganza.

Hoy, el periodo del gobierno del cambio, se agota el tiempo. A pesar del querer y la férrea voluntad presidencial, todavía no se consolidan algunos proyectos importantes o los que se inician pueden quedar a medias y, expuestos a que un gobierno que se "elija" no se identifiqué con lo iniciado, todo lo "eche pa'tras" y regresemos a lo mismo. ¡Es posible que esto suceda!

Quedan 2 años y 4 meses, el último año es electoral, el tiempo que queda es relativamente corto, tenemos un Congreso mañoso, que con sus manifestaciones abiertamente evidencia no querer las reformas, nos embarcamos en un referendo de 9 puntos cuya aprobación es incierta y el proceso puede comerse el tiempo que nos queda.

¿Qué podemos hacer?

Considero que lo más importante es la continuidad. Ya estamos notificados, que en escasos 4 años no se logra llevar a cabo los anhelos de un vasto sector del pueblo colombiano, que se manifestó en las urnas por un cambio. Cuando hablo de continuidad no quiero decir la reelección del actual presidente. Me refiero a un candidato que retome las banderas y recoja la posta del cambio. ¡Tenemos la imperiosa necesidad de completar la tarea!

Germán Peña Córdoba

Arquitecto-UNIVALLE

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