Texto de Lisandro Duque Naranjo
Seis
miembros de la dirección del partido Comunes estuvieron en Semana, para ser
entrevistados por Vicky Dávila, directora de la revista. Debían sentirse muy
urgidos de comunicación para aceptar reunirse con semejante anfitriona y, por
fortuna, aprovecharon el despliegue con carátula incluida y ocho páginas en las
que se despacharon a satisfacción. La revista, por supuesto, los tuvo como
huéspedes solo en la medida que tuvieran algo adverso que decir sobre el
Gobierno... y lo hicieron. Petro ha sido, sin duda, muy descuidado con ellos.
Es que para los del M-19 fue menos calamitosa la desmovilización.
El
hecho es que ahora, cuando Rodrigo Londoño se refiere al presidente, toca el
tema con pinzas, verbigracia: “Petro nos abrió la luz al final del túnel, lo
que pasa es que la expectativa fue demasiado grande y los resultados no han
sido suficientes y a veces se genera desesperanza”.
A
ellos los altera que al momento de la entrevista se haya completado el
asesinato de 428 firmantes del Acuerdo de Paz. Y temen, obvio, que los próximos
puedan ser ellos. Y que el tratamiento que han recibido es como si solo ellos
hubieran disparado, en una especie de guerra onanista, pues es como si sus
contendientes —el Estado, el Ejército y los famosos “terceros”— no existieran y
andan por ahí frescos. Joaquín Gómez alude a estos con agudeza de la de antes:
“Lo que hay es un manto de impunidad. Pienso que deben estar todos aquellos que
durante el conflicto adquirieron privilegios de clase y poder. Estos son los
que deben estar porque han vivido del conflicto”. Pablo Catatumbo restriega con
su memoria de estudioso algo inquietante: “Aquí solo están respondiendo los
altos mandos de las ex-FARC. ¿Pero quién va a responder por los crímenes del
Estado cuando casi todas las estadísticas dicen que el 85 % de las víctimas son
responsabilidad del Estado y solo un 15 % fueron causadas por la insurgencia? Y
no por las FARC, sino por todas las insurgencias que ha habido aquí en
Colombia. ¿Por la contraparte quién va a responder?”. Rodrigo Granda dijo:
“Incluso hay expresiones de algunos magistrados de la JEP que ponen a la gente,
y a nosotros mismos, a pensar. Por ejemplo, han dicho que las sanciones tienen
que ‘doler’. Así lo expresó el magistrado auxiliar Farid Benavides en una
reunión privada. Fue una expresión demasiado desafortunada y que podemos tomar
como una amenaza”.
Les
resiente, apenas obvio, que a cada rato los asalten con sorpresas. Por ejemplo,
que no toquen al Estado, al Ejército ni a los “terceros”, y que de repente
convoquen a encausar a los mandos medios de las ex-FARC y a mujeres que no
fueron del secretariado, cuando en el acuerdo quedó explícito que “solo
responderían por hechos de guerra los miembros de la dirección”. La JEP está
inventando, mejor dicho.
Carlos
Antonio Losada afirmó: “Estoy pensando en ministros, gobernadores..., en todos
aquellos que de una u otra manera estuvieron relacionados con el conflicto. Que
podamos acudir a ese tribunal de cierre y decir la verdad”.
Ya
más poéticamente, Pastor Alape cierra con estas palabras: “Nos mantenemos aquí.
Lo que nos preocupa es que vamos a morir debiéndole al país. No quiero morir
debiéndole al país. Es lo que acordamos para las víctimas”.
A
mí me quedó claro que, si falla este Acuerdo de Paz, fallará la paz total. Y
que si los dejan a la deriva, los Comunes irán a la Corte Penal Internacional.