Texto de Lisandro Duque Naranjo
Camila Zuluaga, periodista de Mañanas Blu, ha publicado una videocolumna en la que le propone al Gobierno de Gustavo Petro imitar al de su homólogo francés, Emmanuel Macron, en lo relativo al aumento de la edad para pensionarse. Tema conflictivo que le está significando a Francia una protesta tumultuosa y que la periodista, con un sentido de la oportunidad bastante ligero, propone reproducir acá, supongo que con todo y sus consecuencias, que serían calamitosas.
Ningún modelo, de ningún orden, es recomendable copiarlo en otra parte, y menos en política. Lo máximo que podría intentarse sería una adecuación a las circunstancias locales de una fórmula de cualquier iniciativa que resulte fluida y exitosa en su lugar original. Lo del aumento de la edad para pensión no ha sido fluido ni exitoso en ningún lado y en aquellas partes donde se impuso ha sido traumático.
Yendo al grano, pues el tema tiene muchas puntas, no es lo mismo ser viejo, niño, mujer, gay, afro ni nada en Francia que en Colombia. Ni el valor adquisitivo de las monedas en ambos países es comparable. Ni los sistemas de salud se parecen. Ni Francia tiene los mismos índices de acceso al empleo, la propiedad, la tierra o la educación que Colombia. Demasiadas diferencias existen entre un país y otro, como para que la eufórica propuesta de la periodista no sea un despropósito que desdice de su sentido de la realidad. Quizás algún día ese tema sea discutible, pero hasta en Francia lo consideran extemporáneo todavía, de modo que aquí entre nosotros es mucho más innombrable.
Hay en marcha una sinergia perversa de los adeptos al statu quo. Ahora mismo estoy leyendo algunas reacciones airadas acerca de lo dicho por el presidente en la entrevista con Daniel Coronell, en el sentido de que si se cae la reforma a la salud las cosas seguirán igual que antes y obvio que habrá un colapso pues el régimen de salud viene descomponiéndose hace rato, a tal punto que no hay que tumbarlo sino que se cae solo. ¿Y qué querían que dijera el presidente?: ¿que acepta los remiendos propuestos por los colinchados a la Colombia Humana, contrarios al cambio salvo que les provea puestos, siempre y cuando sus transformaciones se limiten a ser cosméticas? Cómo le duele a la clase alta la sapiencia de Carolina Corcho por no ser de la élite tradicional de este país.
Ahora resulta que las EPS son merecedoras de arrojarles un salvavidas y hablan de un “efecto dominó” amenazante de la tranquilidad pública, olvidando que el verdadero efecto dominó consiste en que 16 EPS están en proceso de liquidación; de 150 que había solo quedan 28, de las cuales 10 están en riesgo de liquidarse dentro de poco tiempo (datos de Supersalud). ¿Esta cifra no es lo suficientemente persuasiva como para que la oposición insista en que “hay que construir sobre lo construido”? ¿“Lo construido” son los millones de afiliados a la deriva? ¿Y las 400 tutelas diarias para obtener un tratamiento, una cirugía, un medicamento costoso? Este es de los pocos países o el único en el que para lograr una atención médica hay que pasar primero por un juzgado o, llegado el caso —que hay bastantes—, pedir revisión de tutela ante la Corte Constitucional. Casi que hay que ser abogado para ganar el derecho a enfermarse.
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