Una manera de construir ciudadanía para el siglo XXI

11 de octubre de 20200 COMENTARIOS AQUÍ

 

Texto de Javier Cañas Ángel

En días pasados, en una de sus alocuciones, el señor alcalde anunciaba el nuevo estado en el que entró Sevilla ante el primer caso de una persona que fallecía por el Covid 19. Adicionalmente, manifestó en su discurso, que ya el virus anda por ahí, que “la responsabilidad es de cada uno de los habitantes del municipio”, y que “La responsabilidad es de todos”. En esta intervención ante los medios de comunicación el alcalde cierra su discurso diciendo “simplemente tenemos que entender cada uno de nosotros que tenemos que cuidarnos, que tenemos que cuidar a nuestras familias”. ¿Pero cómo lograr de manera efectiva nuestro cuidado y el de nuestra familia, cuando sabemos que un grupo elevado de personas con las que uno se encuentra en la calle está sin tapabocas o con el tapabocas mal puesto?

Basta con hacer la fila para entrar o para pagar en cualquier supermercado, panadería, fotocopiadora y demás lugares; para sentir que la persona que está detrás está literalmente montada sobre nuestra nuca. Ante el intento de decir que usen bien el tapabocas o que conserven la distancia social sugerida (que por lo regular está mal demarcada en los andenes), de inmediato responden de una manera agresiva o grosera, es realmente complicado. Igual, hay que reconocer que no es todo el mundo, pues hay otro grupo no tan numeroso de personas que saben conservar las distancias y que mantienen bien puesto el tapabocas mientras están fuera de casa.

Esa falta de respeto para con los otros y de ausencia del autocuidado, está relacionado con varios factores, entre los que se encuentran, las limitaciones cognitivas. Estas son las responsables de no permitir que podamos entender de manera clara y tranquila nuestra relación con el entorno, el de poder asumir una postura de respeto y de una sana convivencia con las demás personas.

Para saber qué hacer y cómo ir incidiendo en el cambio de actitud, es necesario conocer algunos factores relacionados con este proceso cognitivo. Factores que se hacen recurrentes en nuestro municipio y que tienen una estrecha relación con nuestra percepción de las realidades. Y aunque pareciera una tontería, uno de los factores que tiene gran incidencia para que los procesos cognitivos no estén bien estimulados, es la mala alimentación o la mala nutrición en las diferentes etapas de la vida. Incluida la etapa en la que permanecemos en el vientre de nuestras madres.

Un segundo factor es el ruido. Pues en Sevilla el ruido se ha convertido en parte del paisaje, el cual perturba e invade nuestra privacidad y tranquilidad a cualquier hora del día o de la noche, alterando nuestro estado de ánimo e interrumpiendo nuestro sueño. Y otros factores asociados al limitado proceso cognitivo que parecieran elementales, pero que no lo son, es la deshidratación y la falta de sueño profundo y suficiente, aspectos que con el periodo de pandemia se han hecho más frecuentes.

Si lo anterior recrea un panorama poco alentador, que se podrá decir si al desarrollo cognitivo se le suma la regular educación que se imparte en las escuelas y colegios. Una educación que no es totalmente responsabilidad del docente, pero sí sabemos que existen docentes con limitaciones para brindar una educación multidimensional, que lleve a los niños y niñas a entender sus realidades y los aproxime al conocimiento de las ciencias básicas de manera sensible, donde a través del vibrar de los sentidos y de la estimulación temprana a través del asombro, puedan crear un sinnúmero de escenarios que les permitan estimular su desarrollo cognitivo (el pensamiento, el lenguaje, la memoria, el razonamiento, la atención, la toma de decisiones, entre otras). Pero para lograr que esto se dé, necesitamos un mayor número de docentes que busquen explorar más allá de la formación lineal en la que nos han formado y se conviertan en personas cultas y capaces de leer su entorno con sus realidades.

Horacio Bernardo (escritor y filósofo uruguayo) plantea que la frase “todo se vale”, no es más que “la falacia de la falsa libertad. A partir de esa reflexión, uno ya empieza a entender que esta frase se podría usar como analogía para analizar el comportamiento de una sociedad acostumbrada por varias décadas a vivir con pocos límites y con poca ley, donde se impone el que más duro hable o el que más poder demuestre, y donde los principios en los que se basa la construcción de un nuevo humanismo no están presentes.

Ya con parte de la lista de razones que han venido bloqueando nuestro futuro, se hace necesario un impulso ciudadano con un ferviente deseo de trabajar para construir una sociedad de la confianza, donde en esa construcción participemos todos y todas, y que como requisito indispensable se le permita a cada persona aportar desde sus posibilidades y capacidades. De esa manera y seguramente habrá otras, Sevilla caminaría a consolidarse como una ciudad de ciudadanos, una necesidad sentida. Pero sólo será posible si se es capaz de construir de manera incluyente, creativa y con calidad, y si además se invierte el recurso económico que sea necesario, con un manejo correcto, profesional y transparente, que pueda ser calificado como un verdadero patrimonio social. De esta manera se puede lograr un cambio positivo y medible en el tiempo en una sociedad que viene “algo envolatada”. Se debe tener la capacidad de crear nuevos ciudadanos que puedan insertarse en un nuevo mundo donde la estética y la ética sean parte indispensable del paisaje.

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