Texto de Javier Cañas Ángel
En días pasados, en una de sus alocuciones, el
señor alcalde anunciaba el nuevo estado en el que entró Sevilla ante el primer
caso de una persona que fallecía por el Covid 19. Adicionalmente, manifestó en
su discurso, que ya el virus anda por ahí, que “la responsabilidad es de cada uno de los habitantes del municipio”,
y que “La responsabilidad es de todos”.
En esta intervención ante los medios de comunicación el alcalde cierra su
discurso diciendo “simplemente tenemos
que entender cada uno de nosotros que tenemos que cuidarnos, que tenemos que
cuidar a nuestras familias”. ¿Pero cómo lograr de manera efectiva nuestro
cuidado y el de nuestra familia, cuando sabemos que un grupo elevado de
personas con las que uno se encuentra en la calle está sin tapabocas o con el
tapabocas mal puesto?
Basta con hacer la fila para entrar o para
pagar en cualquier supermercado, panadería, fotocopiadora y demás lugares; para
sentir que la persona que está detrás está literalmente montada sobre nuestra
nuca. Ante el intento de decir que usen bien el tapabocas o que conserven la
distancia social sugerida (que por lo regular está mal demarcada en los
andenes), de inmediato responden de una manera agresiva o grosera, es realmente
complicado. Igual, hay que reconocer que no es todo el mundo, pues hay otro
grupo no tan numeroso de personas que saben conservar las distancias y que
mantienen bien puesto el tapabocas mientras están fuera de casa.
Esa falta de respeto para con los otros y de
ausencia del autocuidado, está relacionado con varios factores, entre los que
se encuentran, las limitaciones cognitivas. Estas son las responsables de no permitir
que podamos entender de manera clara y tranquila nuestra relación con el
entorno, el de poder asumir una postura de respeto y de una sana convivencia
con las demás personas.
Para saber qué hacer y cómo ir incidiendo en el
cambio de actitud, es necesario conocer algunos factores relacionados con este
proceso cognitivo. Factores que se hacen recurrentes en nuestro municipio y que
tienen una estrecha relación con nuestra percepción de las realidades. Y aunque
pareciera una tontería, uno de los factores que tiene gran incidencia para que
los procesos cognitivos no estén bien estimulados, es la mala alimentación o la
mala nutrición en las diferentes etapas de la vida. Incluida la etapa en la que
permanecemos en el vientre de nuestras madres.
Un segundo factor es el ruido. Pues en Sevilla
el ruido se ha convertido en parte del paisaje, el cual perturba e invade
nuestra privacidad y tranquilidad a cualquier hora del día o de la noche, alterando
nuestro estado de ánimo e interrumpiendo nuestro sueño. Y otros factores
asociados al limitado proceso cognitivo que parecieran elementales, pero que no
lo son, es la deshidratación y la falta de sueño profundo y suficiente,
aspectos que con el periodo de pandemia se han hecho más frecuentes.
Si lo anterior recrea un panorama poco
alentador, que se podrá decir si al desarrollo cognitivo se le suma la regular
educación que se imparte en las escuelas y colegios. Una educación que no es
totalmente responsabilidad del docente, pero sí sabemos que existen docentes
con limitaciones para brindar una educación multidimensional, que lleve a los
niños y niñas a entender sus realidades y los aproxime al conocimiento de las
ciencias básicas de manera sensible, donde a través del vibrar de los sentidos
y de la estimulación temprana a través del asombro, puedan crear un sinnúmero
de escenarios que les permitan estimular su desarrollo cognitivo (el
pensamiento, el lenguaje, la memoria, el razonamiento, la atención, la toma de
decisiones, entre otras). Pero para lograr que esto se dé, necesitamos un mayor
número de docentes que busquen explorar más allá de la formación lineal en la
que nos han formado y se conviertan en personas cultas y capaces de leer su
entorno con sus realidades.
Horacio Bernardo (escritor y filósofo uruguayo)
plantea que la frase “todo se vale”,
no es más que “la falacia de la falsa libertad. A partir de esa reflexión, uno
ya empieza a entender que esta frase se podría usar como analogía para analizar
el comportamiento de una sociedad acostumbrada por varias décadas a vivir con
pocos límites y con poca ley, donde se impone el que más duro hable o el que
más poder demuestre, y donde los principios en los que se basa la construcción
de un nuevo humanismo no están presentes.
Ya con parte de la lista de razones que han
venido bloqueando nuestro futuro, se hace necesario un impulso ciudadano con un
ferviente deseo de trabajar para construir una sociedad de la confianza, donde
en esa construcción participemos todos y todas, y que como requisito
indispensable se le permita a cada persona aportar desde sus posibilidades y
capacidades. De esa manera y seguramente habrá otras, Sevilla caminaría a
consolidarse como una ciudad de ciudadanos, una necesidad sentida. Pero sólo
será posible si se es capaz de construir de manera incluyente, creativa y con
calidad, y si además se invierte el recurso económico que sea necesario, con un
manejo correcto, profesional y transparente, que pueda ser calificado como un verdadero
patrimonio social. De esta manera se puede lograr un cambio positivo y medible
en el tiempo en una sociedad que viene “algo
envolatada”. Se debe tener la capacidad de crear nuevos ciudadanos que
puedan insertarse en un nuevo mundo donde la estética y la ética sean parte
indispensable del paisaje.