Texto de Jhoan Sebastián García López
El monarca se dedicará sólo a defender y
extender su poder por todos los medios, incluso utilizando el crimen si es
necesario. "Vale más ser temido que amado". Este tipo de aseveraciones es el que le han
dado mala fama. Sin embargo, una pregunta resulta obvia: ¿no es así como
funciona el poder de las instituciones, u hombre, hasta en las que más predican
el amor, como la Iglesia?
Las palabras tienen poder, son grandes
instrumentos para cocrear. Al emitir de la boca palabras con fuerza, poder y
seguridad, se convierten en una orden, es por eso, cuando se construyen y
reproducen los chismes, como popularmente suelen ser llamados, de ahí, la
importancia de cuidar el manejo y la intensión de las palabras, porque cuando
las expresas positivamente, con toda seguridad, se obtiene buenos resultados,
más si son caso contrario el final será catastrófico.
El universo actúa a cualquier pensamiento,
orden u acción del hombre, de ahí, que pensar antes de hablar, evitará malos
entendidos y ofensas; la velocidad de los chismes, debe ser disminuida, pues
esto puede causar daño moral al semejante, este comportamiento está ligado al
descontrol emocional y falta de dignidad, como también a la ética que
cada ser humano maneja, sus valores y principios, este es el espejo y la decencia
del verdadero ser, que contrasta con la armonía y el bienestar del alma y el
pensamiento.
Por otro lado, las palabras deben ser
portadoras de buenos mensajes y deseos para el otro; siendo el reflejo, del
querer de Dios, ahora bien, teniendo en cuenta las sagradas escrituras nos
habla del respeto por el otro, “salmo 15:2-3 / solo el de conducta
intachable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; que no
calumnia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo, ni le acarrea
desgracia a su vecino”.
De modo que, cada ser humano expresa con
distintos puntos de vista y palabras el sentimiento del amor, felicidad,
tristeza, euforia, odio y venganza; esto quiere decir que el poder de una sola
palabra, puede construir o destruir a una persona, llenarla de felicidad o de
tristeza. Entre menos daño realice al otro, mayor es la satisfacción.
Es por ello, que una de las maneras para
prevenir todo lo que destruye al ser humano, es alimentando el espíritu, el
pensamiento y el alma, es así como el hombre puede construir, aceptando que se
equivoca, lo cual es natural y valido, que debemos cuidar de lo que pensamos y
decimos, aun cuando en muchas de las ocasiones, existen afirmaciones las cuales terminan siendo falacias, pues
somos conscientes de que las mentiras tienen un cómplice fiel, en el lenguaje
escrito o hablado; los argumentos y evidencias reales, son el arma más poderosa
para buscar la justicia y la verdad,
Por último, la palabra puede ser fuente de
belleza, de amor y vida, alimento para el alma, pero como todo en este mundo,
hay un lado oscuro que la retuerce, la oprime, la grita y la estrangula, por
consiguiente, su positivismo, en el
sentido de que analiza lo que se le presenta de manera inmediata; lo que se
palpa: la realidad, por lo que podríamos llamar vitalismo, que se plasma en la
sinceridad e ingenuidad indispensables para la crítica, así como en la
reivindicación del cuerpo, de la dimensión física, en contra de una moral que
castiga al hombre..
Las palabras no se las lleva ningún viento, cada
palabra destruye o edifica, hiere o cura, maldice o bendice.
Jhoan Sebastián García López
Docente y funcionario Público.