Por Darwin Duque*
Hay un curso en la vida por el que debemos
transitar para lograr vivir en armonía, la felicidad como mecanismo
transformador e inspirador en cualquier espacio en el que nos encontremos y con
quien estemos. En todo caso, la felicidad es indispensable para cualquier ser
humano que aspire a ser un buen ciudadano. Ningún ser humano es libre y feliz,
ni lo será, mientras tenga que vender su dignidad y su felicidad para tener
tranquilidad y posibilidades fundamentales en su entorno.
Escuchar a compañeros y compañeras preguntar,
¿dónde está? ¿Qué pasó? ¿Por qué no aparece? son sin duda argumentos
conmovedores, pero sobre todo perturba el escuchar en algunos familiares de
compañeros sindicalistas asesinados, y en particular desaparecidos: “desde que
esto ocurrió no sonrío, no duermo tan fácil, no soy feliz, quiero la verdad,
quiero saber por qué lo desaparecieron, yo quiero encontrarlo”. Resulta
traumático el escuchar con voz de desespero la pérdida de un ser querido. No
alcanzamos a calcular el impacto psicológico que estas situaciones han causado.
Robinson Rendón Londoño es uno de estos casos.
Fue presidente departamental de Anthoc - Asociación Nacional Sindical de
Trabajadores y Servidores Públicos de la Salud y Seguridad Social Integral y
Servicios Complementarios de Colombia - en el departamento del Valle del Cauca,
activista social, sindical y líder en el trabajo, un ciudadano honesto y
sensible ante la desigualdad y las irregularidades. Sin embargo, estas dotes de
buen hombre en la vida no fueron suficientes para lograr vivir tranquilamente.
En algún momento de su vida, como dirigente
sindical, se opuso a algunas decisiones de la política municipal y la
administración del hospital para el cual él trabajaba, en virtud a que algunas
decisiones político administrativas estaban en contra de los intereses de los
trabajadores y la comunidad en el hospital en el municipio de Sevilla (Valle),
municipio rodeado de naturaleza, de cultivos y fincas campesinas.
Robinson, junto a su esposa, desarrollaba
actividades en procura de mejorar la vida y el trabajo en su municipio desde
muchos enfoques. Sin embargo, aquella época en la que se opuso, a través de la
organización sindical a las decisiones de la administración del Hospital de
Sevilla, generó algunos malestares en un sector del pueblo. Así llegó la primera
amenaza en la que le solicitaban salir del pueblo o le costaría la vida. En
medio de preocupaciones y sensaciones difíciles, alteraciones emocionales,
además de preguntas internas, Robinson y su familia salen del país luego de
pasar por diferentes procesos de desarraigo, incertidumbre y zozobra.
Ya en el exterior, lejos de algunos de sus
seres queridos, decidieron retornar a Colombia, entre varios regresos al país
en donde se encontraban como asilados. De Robinson en algunos momentos se
escuchaba que no pasaba buenos momentos por el idioma y por la falta que le
hacia su trabajo habitual. En fin, no fue fácil.
La última vez
La última vez que tuvimos la oportunidad de
saludarle y verlo en nuestra sede sindical estaba muy sonriente, animoso y
preguntando cómo estaba el desarrollo organizacional por esos días. Meses
después que retorna definitivamente a Colombia se ubica en Génova (Quindío), en
una pequeña finca que tenía y en la cual decidió ocupar gran parte de su vida.
Poco después, el 26 de septiembre del 2015, nuestro compañero Robinson es
desaparecido y no quedan muchos rastros para su ubicación.
La esposa de Robinson Rendón es una mujer
amorosa, sensible, amable y emprendedora con quien nuestro compañero vivía en
el momento de los hechos en la finca Las Delicias, ubicada en la vereda El
Dorado Alto. Ella cuenta que en los últimos momentos escuchó la voz de su
esposo, un viernes después de que visitara la pequeña finca de su propiedad y
le realizara una llamada para indicarle que todo estaba bien. Fue la última vez
que hablaron.
Los días siguientes, la esposa de nuestro
compañero le hizo varias llamadas ya que no retornó a su casa y al ver que no
contestaba, empezó a impacientarse entre llamadas y preocupaciones, consultas y
denuncias que continúan hasta la fecha.
Robinson nunca apareció, su cuerpo nunca fue
encontrado a pesar de que con el tiempo se presentaron capturas de los
presuntos autores intelectuales, que jamás quisieron decir en donde estaba ni
qué pasó con el compañero. La cosa es así, al dirigente social político y
sindical lo desaparecieron por su legado histórico, por el amor que depositaba
en la sociedad en defensa de los Hospitales Públicos del Valle del Cauca.
Aun cuando el Estado presente las
desapariciones, asesinatos y atentados contra los dirigentes sindicales como
hechos aislados de su actividad social, es claro para nosotros que ser líder en
nuestro país tan desigual no es fácil y que, por el contrario, se convirtió en
un reto, en el que tanto políticos, medios de comunicación y la Fuerza Pública
juegan en gran parte un papel de violadores de derechos humanos por acción u
omisión. No queda más que pedir un juicio ético y político a los responsables
directos de las violaciones constantes a los representantes sindicales.
Por la felicidad en clave de derecho
fundamental, nuestra solidaridad y respeto a los dirigentes asesinados y
desaparecidos a causa de defender la verdad en Colombia.
*Vicepresidente nacional y director de Derechos
Humanos de ANTHOC.
(Este texto fue construido a partir de los
talleres de escritura "Narradores y Narradoras sindicales por la
verdad", donde distintos integrantes se están formando para entregar
información de las afectaciones a este gremio durante el conflicto armado al
Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición.)