Por: Edgar Alzate Díaz
Para: Ricardo Arturo
Bonilla Gálvez. Médico y pariente
El poeta Guillermo Sepúlveda Sepúlveda nació
en Caldas, se crío en Montenegro (Quindío) y murió en Sevilla (Valle). Su
infancia la pasó en la finca de su abuelo paterno, trabajando y recorriendo en
medio de los cafetales, sintiendo la humedad de la tierra negra, del humus
fértil y reproductor. Viendo los cafetos de flores blancas llenando el paisaje
de un manto espiritual y luego las pepas verdes que las flores paren,
convirtiéndolas en rojas cerezas como un paisaje decembrino que inunda de
alegría la fértil tierra cafetera. Guillermo Sepúlveda creció en este paisaje
lleno de guamos que echan con sus frutos la pepa vestida en un manto de
algodón, los guaduales mecidos por los vientos, las casonas grandes con sus
techos de tejas de barro, sus corredores anchos y los gritos de los
trabajadores llenando el espacio de música y olor a cereza y tierra.
Con su padre migró a Chile donde permaneció
varios años, trabajó en Estados Unidos y se instaló finalmente en Sevilla, en
una finca cercana al pueblo. En Sevilla permaneció 30 años, acompañado de
algunos amigos, tertuliando en el café Casablanca, enamorando y escribiendo. Un
poeta más reconocido en el exterior que en Colombia, cultivó amistades
literarias muy importantes como Pablo Neruda, Huidobro, León De Greiff, Vidales
y muchos más que respetaron y gustaron de sus versos.
Con el poeta Sepúlveda se cumplen las tres
heridas que el también gran poeta español Miguel Hernández describe para la
existencia humana: la herida del amor, la de la vida y la de la muerte.
La herida del amor siendo este sentimiento el
que, junto con el erotismo, nos formó como humanos. Somos humanos gracias al
amor y al erotismo, pues llenamos de símbolos y de signos la pasión que trae el
amor. El amor y el erotismo están unidos y de allí su intensidad, su drama y su
alegría. Por eso cuando se está enamorado las gentes dicen que sienten extrañas
corrientes que son la demostración de la energía que el eros ocasiona en cada
uno de nosotros y por esto también se viene el llanto, la desilusión, cuando
dejamos de amar o de ser amados. El poeta Sepúlveda tiene en su haber varios
poemas de corte erótico, de dentelladas y recorridos por los cuerpos de sus
mujeres y entre estos tantos, presento el siguiente poema que es una muestra
brillante del corte de las palabras de Guillermo Sepúlveda Sepúlveda:
Erótica
En tu breve cintura me reclino / y
soy de tu cintura el sembrador, /de tus muslos ardientes, / peregrino, de tu
pubis de seda, cardador.
De tus uvas maduras soy el vino,/ de
tu trigo dorado, trigador,/ de tu
huella viajera soy camino,
de tu entrega amorosa soy temblor.
de tu entrega amorosa soy temblor.
Cuando duermes tendida junto al
fuego/ es tu espalda desnuda tibio ruego:/ territorio de lúbrico esplendor.
Con mis besos tu savia se prodiga/ y
me entrego anhelante a la fatiga/ lujuriosa y violenta de tu amor.
Sepúlveda es un poeta del amor, con todas sus alegrías,
imágenes, atardeceres y playas, Guillermo le canta al amor articulado en los
cuerpos y en las pieles, miremos este otro poema de amor:
Canción de la amada
Cada noche voy a
ti, amada errante…/
Tu pie, de
largos caminos en exilio / tiene su huella dulce en el amor/
Yo voy por tu
cuerpo, poro a poro, /
Me arrastro por
tu cuerpo y por tu voz / y en las noches de sádica locura/ las palabras se
olvidan de los dos/
Tus caricias son
crueles. / En tus labios hay amor / El cilicio de tus dientes tiene sangre / de
otra noche de pavor/
En tus muslos
hay espinas que padecen /
¡Y hay un Ángel
prisionero entre los dos!
Cada noche voy a
ti, amada errante/ y es oscura cada noche de tu amor/
La otra herida, la de la vida. Existencia del paso a
paso, del día a la noche, del amanecer al atardecer, soles y lunas, lluvias y
veranos, lo que los cuerpos van dejando con el transcurrir de los días. Las
palabras poéticas de Guillermo muestran los anhelos y congojas que lleva
consigo la vida. Alegre, hermosa, llena de momentos y horas agradables, las
dudas y lamentaciones que nos exige. Miremos entonces este poema de la vida:
Qué bueno fuera
Hoy me siento
tan lejos de mi / que ya no quiero regresar a mi lado, / que ya no quiero
regresar conmigo/ ni llenar el vacío que dejará mi cuerpo/
Qué bueno fuera/
poder jugar con el tiempo/ y esconderme detrás del infinito/ sin ningún
recuerdo/
Qué bueno
fuera/.
Guillermo escribió del amor a la naturaleza, y también a
su pueblo ancestral cual es Sepúlveda en España, a la vida en profundidad
filosófica trabajando algunos de sus poemas desde el spleen que ya otros poetas
mencionaron. La vida en la poesía de Guillermo Sepulveda no es el transcurrir
tranquilo y colorido de flores en el jardín, ni de nublados amaneceres o atardeceres,
es la expresión ruda de la existencia, es la duda de estar en este límite, en
los amores poseídos y perdidos, en los amigos que están y se van, en este
discurrir diario que a pesar de que queramos estirarla, el inexorable destino,
la última hora no nos permiten darle más vida a nuestra vida. Dice Guillermo
Sepúlveda al respecto:
Mi vida
¡Nadie lo supo
nunca/ Por eso ahora lo digo:
de tierra, de
lujuria, / de paloma y de gusano, / de anhelo y de locura, / de sufridas
miserias/ y de profundas soledades, / de campanas podridas/ bajo el sol de los
gritos/ y de una tranquila inocencia/ (que aún no he perdido) / está hecha mi
vida. /Esta vida que apenas yo he vivido. /
También desde sus convicciones políticas democráticas y
libertarias, Guillermo escribió alegres versos a la paz, como este que pongo al
criterio de los lectores:
La paz
Tiene derecho el
Hombre a la ternura, / a la materia de su cuerpo erguido, / al cielo, siempre
azul, al propio nido, / al espacio total de su estatura /.
Tiene derecho a
vino y levadura, / a camino viajero y al perdido/ paraíso de sueños que ha
vivido. /Tiene, también derecho a su locura. /
Tiene derecho al
hijo y a su suerte, / a morir cuando quiera con su muerte, / a su miedo, a su
grito, a su pecado;/
Pero, tiene,
además, en su agonía, / el derecho a la paz de cada día, / y a la paz que el
destino le ha negado.
De la herida de la muerte no nos recuperamos, ya mucho
hablamos de ella, de su inevitabilidad, del oscuro puente que nos lleva al
olvido, a la nada. El poeta Guillermo Sepúlveda mantuvo un extenso diálogo con
la muerte en su poesía. Preciso, increpando a la muerte, recordando este corto
período de la vida. Tiene varios poemas acerca de este tema, pero voy a
presentar el siguiente más jocoso que nos permite ver esta etapa de la vida de
manera optimista:
Cuando muera
-A la manera de
Ciro-
Cuando llegue la
muerte, amada mía, / cierra mis ojos en azul desvelo, / abre todas las puertas
y que el cielo / no se pierda en la luz de mi agonía. /
Moriré de
nostalgia, cualquier día, / a tu lado, tal vez, dulce consuelo/ para mi
soledad. No quiero duelo:/ que vuelen las campanas de alegría. /
No vayas a
llorar que me despiertas / y es muy posible que mis manos yertas/ vuelvan a
acariciar tu cuerpo esbelto. /
¡Entonces no podré
morir tranquilo/ y no podré pedir, tampoco asilo/ para un Poeta desolado y
muerto!
Este otro poema dedicado al amor:
¡Ay amor!
¡Ay! Amor, como dueles en mi herida,/
bandera blanca, palomar al viento,/ refugio inútil para el fiel tormento de
haberte amado sin perder la vida./
Amor de mis angustias, preferida /
soledad, desalado entendimiento,/ molinero trigal del pensamiento, lamento de
mi voz estremecida./
Cuando ardientes tus labios se me
ofrecen / mis manos aradoras se estremecen /buscando el surco de tu sexo
ansiado. /
Y así, los dos, amantes milagrosos, /
miraremos pasar los jubilosos /recuerdos de este amor desesperado.
La poética que presento de Guillermo Sepúlveda Sepúlveda
es una muestra mínima de este escritor cargado de fuerza, profundidad y amor
por las palabras. Guillermo, igual que García Márquez, tiene en sus amigos la
fuerza para la escritura de estos versos que como toda condición humana se
debate entre la alegría y las tristezas, entre la vida, el amor y la muerte.
Guillermo dedicó varios poemas a la naturaleza,
destacando el trabajo y la disciplina de los seres que alegran el paisaje con
su vuelo, sus colores, su ejemplo. Entre muchos poemas de la naturaleza,
presento este dedicado a la humilde abeja especie en la actualidad en peligro
de extinción:
La abeja
Gota de miel al
vuelo despertada, / inquilina constante de la rosa, / peregrina del aire,
presurosa, / portadora del polen, perfumada/.
Campesina en el
cielo dibujada / y rival de la tenue mariposa/ -menos color, más dulce y jubilosa-/
consuelo de la flor abandonada/
Ciudadana de
todos los jardines, / preferida de nardos y jazmines/ y jornalera
sindicalizada/
En el panal
–dulcísimo convento-/ en donde vive –carrusel del viento -/ a sus diarias
labores entregada.