La poesía de Guillermo Sepúlveda Sepúlveda

16 de agosto de 20170 COMENTARIOS AQUÍ

Por: Edgar Alzate Díaz
Para: Ricardo Arturo Bonilla Gálvez. Médico y pariente

El poeta Guillermo Sepúlveda Sepúlveda nació en Caldas, se crío en Montenegro (Quindío) y murió en Sevilla (Valle). Su infancia la pasó en la finca de su abuelo paterno, trabajando y recorriendo en medio de los cafetales, sintiendo la humedad de la tierra negra, del humus fértil y reproductor. Viendo los cafetos de flores blancas llenando el paisaje de un manto espiritual y luego las pepas verdes que las flores paren, convirtiéndolas en rojas cerezas como un paisaje decembrino que inunda de alegría la fértil tierra cafetera. Guillermo Sepúlveda creció en este paisaje lleno de guamos que echan con sus frutos la pepa vestida en un manto de algodón, los guaduales mecidos por los vientos, las casonas grandes con sus techos de tejas de barro, sus corredores anchos y los gritos de los trabajadores llenando el espacio de música y olor a cereza y tierra.

Con su padre migró a Chile donde permaneció varios años, trabajó en Estados Unidos y se instaló finalmente en Sevilla, en una finca cercana al pueblo. En Sevilla permaneció 30 años, acompañado de algunos amigos, tertuliando en el café Casablanca, enamorando y escribiendo. Un poeta más reconocido en el exterior que en Colombia, cultivó amistades literarias muy importantes como Pablo Neruda, Huidobro, León De Greiff, Vidales y muchos más que respetaron y gustaron de sus versos.

Con el poeta Sepúlveda se cumplen las tres heridas que el también gran poeta español Miguel Hernández describe para la existencia humana: la herida del amor, la de la vida y la de la muerte.

La herida del amor siendo este sentimiento el que, junto con el erotismo, nos formó como humanos. Somos humanos gracias al amor y al erotismo, pues llenamos de símbolos y de signos la pasión que trae el amor. El amor y el erotismo están unidos y de allí su intensidad, su drama y su alegría. Por eso cuando se está enamorado las gentes dicen que sienten extrañas corrientes que son la demostración de la energía que el eros ocasiona en cada uno de nosotros y por esto también se viene el llanto, la desilusión, cuando dejamos de amar o de ser amados. El poeta Sepúlveda tiene en su haber varios poemas de corte erótico, de dentelladas y recorridos por los cuerpos de sus mujeres y entre estos tantos, presento el siguiente poema que es una muestra brillante del corte de las palabras de Guillermo Sepúlveda Sepúlveda:

Erótica
En tu breve cintura me reclino / y soy de tu cintura el sembrador, /de tus muslos ardientes, / peregrino, de tu pubis de seda, cardador.
De tus uvas maduras soy el vino,/ de tu trigo dorado, trigador,/ de tu
huella viajera soy camino,
de tu entrega amorosa soy temblor.
Cuando duermes tendida junto al fuego/ es tu espalda desnuda tibio ruego:/ territorio de lúbrico esplendor.
Con mis besos tu savia se prodiga/ y me entrego anhelante a la fatiga/ lujuriosa y violenta de tu amor.

Sepúlveda es un poeta del amor, con todas sus alegrías, imágenes, atardeceres y playas, Guillermo le canta al amor articulado en los cuerpos y en las pieles, miremos este otro poema de amor:

Canción de la amada
Cada noche voy a ti, amada errante…/
Tu pie, de largos caminos en exilio / tiene su huella dulce en el amor/
Yo voy por tu cuerpo, poro a poro, /
Me arrastro por tu cuerpo y por tu voz / y en las noches de sádica locura/ las palabras se olvidan de los dos/
Tus caricias son crueles. / En tus labios hay amor / El cilicio de tus dientes tiene sangre / de otra noche de pavor/
En tus muslos hay espinas que padecen /
¡Y hay un Ángel prisionero entre los dos!
Cada noche voy a ti, amada errante/ y es oscura cada noche de tu amor/ 

La otra herida, la de la vida. Existencia del paso a paso, del día a la noche, del amanecer al atardecer, soles y lunas, lluvias y veranos, lo que los cuerpos van dejando con el transcurrir de los días. Las palabras poéticas de Guillermo muestran los anhelos y congojas que lleva consigo la vida. Alegre, hermosa, llena de momentos y horas agradables, las dudas y lamentaciones que nos exige. Miremos entonces este poema de la vida:

Qué bueno fuera
Hoy me siento tan lejos de mi / que ya no quiero regresar a mi lado, / que ya no quiero regresar conmigo/ ni llenar el vacío que dejará mi cuerpo/
Qué bueno fuera/ poder jugar con el tiempo/ y esconderme detrás del infinito/ sin ningún recuerdo/
Qué bueno fuera/.

Guillermo escribió del amor a la naturaleza, y también a su pueblo ancestral cual es Sepúlveda en España, a la vida en profundidad filosófica trabajando algunos de sus poemas desde el spleen que ya otros poetas mencionaron. La vida en la poesía de Guillermo Sepulveda no es el transcurrir tranquilo y colorido de flores en el jardín, ni de nublados amaneceres o atardeceres, es la expresión ruda de la existencia, es la duda de estar en este límite, en los amores poseídos y perdidos, en los amigos que están y se van, en este discurrir diario que a pesar de que queramos estirarla, el inexorable destino, la última hora no nos permiten darle más vida a nuestra vida. Dice Guillermo Sepúlveda al respecto:

Mi vida
¡Nadie lo supo nunca/ Por eso ahora lo digo:
de tierra, de lujuria, / de paloma y de gusano, / de anhelo y de locura, / de sufridas miserias/ y de profundas soledades, / de campanas podridas/ bajo el sol de los gritos/ y de una tranquila inocencia/ (que aún no he perdido) / está hecha mi vida. /Esta vida que apenas yo he vivido. /

También desde sus convicciones políticas democráticas y libertarias, Guillermo escribió alegres versos a la paz, como este que pongo al criterio de los lectores:

La paz
Tiene derecho el Hombre a la ternura, / a la materia de su cuerpo erguido, / al cielo, siempre azul, al propio nido, / al espacio total de su estatura /.
Tiene derecho a vino y levadura, / a camino viajero y al perdido/ paraíso de sueños que ha vivido. /Tiene, también derecho a su locura. /
Tiene derecho al hijo y a su suerte, / a morir cuando quiera con su muerte, / a su miedo, a su grito, a su pecado;/
Pero, tiene, además, en su agonía, / el derecho a la paz de cada día, / y a la paz que el destino le ha negado.

De la herida de la muerte no nos recuperamos, ya mucho hablamos de ella, de su inevitabilidad, del oscuro puente que nos lleva al olvido, a la nada. El poeta Guillermo Sepúlveda mantuvo un extenso diálogo con la muerte en su poesía. Preciso, increpando a la muerte, recordando este corto período de la vida. Tiene varios poemas acerca de este tema, pero voy a presentar el siguiente más jocoso que nos permite ver esta etapa de la vida de manera optimista:

Cuando muera
-A la manera de Ciro-
Cuando llegue la muerte, amada mía, / cierra mis ojos en azul desvelo, / abre todas las puertas y que el cielo / no se pierda en la luz de mi agonía. /
Moriré de nostalgia, cualquier día, / a tu lado, tal vez, dulce consuelo/ para mi soledad. No quiero duelo:/ que vuelen las campanas de alegría. /
No vayas a llorar que me despiertas / y es muy posible que mis manos yertas/ vuelvan a acariciar tu cuerpo esbelto. /
¡Entonces no podré morir tranquilo/ y no podré pedir, tampoco asilo/ para un Poeta desolado y muerto!


Este otro poema dedicado al amor:

¡Ay amor!
¡Ay! Amor, como dueles en mi herida,/ bandera blanca, palomar al viento,/ refugio inútil para el fiel tormento de haberte amado sin perder la vida./
Amor de mis angustias, preferida / soledad, desalado entendimiento,/ molinero trigal del pensamiento, lamento de mi voz estremecida./
Cuando ardientes tus labios se me ofrecen / mis manos aradoras se estremecen /buscando el surco de tu sexo ansiado. /
Y así, los dos, amantes milagrosos, / miraremos pasar los jubilosos /recuerdos de este amor desesperado.

La poética que presento de Guillermo Sepúlveda Sepúlveda es una muestra mínima de este escritor cargado de fuerza, profundidad y amor por las palabras. Guillermo, igual que García Márquez, tiene en sus amigos la fuerza para la escritura de estos versos que como toda condición humana se debate entre la alegría y las tristezas, entre la vida, el amor y la muerte. 
Guillermo dedicó varios poemas a la naturaleza, destacando el trabajo y la disciplina de los seres que alegran el paisaje con su vuelo, sus colores, su ejemplo. Entre muchos poemas de la naturaleza, presento este dedicado a la humilde abeja especie en la actualidad en peligro de extinción:

La abeja
Gota de miel al vuelo despertada, / inquilina constante de la rosa, / peregrina del aire, presurosa, / portadora del polen, perfumada/.
Campesina en el cielo dibujada / y rival de la tenue mariposa/ -menos color, más dulce y jubilosa-/ consuelo de la flor abandonada/
Ciudadana de todos los jardines, / preferida de nardos y jazmines/ y jornalera sindicalizada/

En el panal –dulcísimo convento-/ en donde vive –carrusel del viento -/ a sus diarias labores entregada. 
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