Crónica La Siembra de Julián

24 de abril de 20170 COMENTARIOS AQUÍ

Emocionante despedida a Julián Gil de su pueblo sevillano

Que los seres transcendentales cuando mueren no se entierran sino que se siembran, eso lo dijo Balita y fue lo que sucedió el domingo 9 de abril con el cuerpo de Julián Gil Londoño, integrante del grupo Bandola de Sevilla, fallecido como consecuencia de un accidente de tránsito en la carretera que une a Sevilla con Caicedonia.

Regresó a la tierra, que es el destino natural de la carnadura que envuelve el espíritu, también llamado alma, y lo hizo en medio de una emotiva ceremonia que comenzó en la Basílica San Luis Gonzaga de su natal Sevilla, para continuar en cortejo fúnebre multitudinario por las calles y terminar en el cementerio, para el reposo definitivo de la materia, pero no el de su espíritu que continuará vivo entre la gente sevillana.

Se sabía del cariño y credibilidad que Sevilla le profesa al Grupo Bandola, como se comprueba en agosto de cada año en el Festival que convoca a los sevillanos de la diáspora y a personas de otros lugares,  atraídas por el poder seductor de la música que llenan la plaza de La Concordia, pero que tal cantidad de gente o más, se aglomeren en torno a la tristeza para despedir a un nativo de allí, es un fenómeno que responde a una obra de trascendencia social que ha impactado el desarrollo de Sevilla y su gente, labor propia de los organismos del Estado que por la politiquería y la corrupción no realiza, pero que el Grupo Bando ha hecho a lo largo de 35 años de trabajo cultural coherente con la vida, y el pueblo el domingo salió a testimoniar la gratitud a los queridos “bandolos” como son conocidos y acompañarlos en su pena por el hermano desaparecido.

Julián, Ángel del viento como lo llamó Marta Elena Hoyos en un bellísimo diseño, no era el más visible del grupo por ser el más callado en el hablar a causa de su timidez, y el silencio, que también es importante en la música, en él, era la elocuencia del sabio que sabe callar por control de calidad del pensamiento, pero que cuando habla dice cosas justas y sustanciosas.

Alguna vez le preguntaron a Atahualpa Yupanqui que por qué él, como los indígenas era tan callado y respondió: porque las verdades no abundan y Julián callaba tal vez por eso y mejor hablaba a través de los instrumentos de viento, que traducían para los demás los mensajes que salían de su espíritu, porque la música también tiene el don de la palabra, como lo pregonan las obras instrumentales.  

El 9 de abril, fecha de ingrata recordación en la historia de Colombia por las manifestaciones violentas del pueblo enardecido que se lanza a las calles por la muerte del caudillo Jorge Eliécer Gaitán, conocidas como “el bogotazo”, por el contrario, en Sevilla esa fecha será recordada porque fue el pueblo entristecido y a la vez agradecido, el que salió a despedir a uno de sus hijos más apreciados, refutando el dicho “nadie es profeta en su tierra”.

La gesta del Grupo Bandola no ha sido fácil, porque en muchas ocasiones han tenido que enfrentar problemas con los politiqueros, tal vez envidiosos del respaldo popular obtenido por este grupo de maestros, que han demostrado la efectividad de la educación como herramienta de transformación social y el pueblo lo reconoce en su sabiduría ancestral, como la música que ellos hacen porque distinguen la diferencia entre arte y farándula, y entre cultura y simple entretenimiento.

Desde la trinchera de la utopía de Villa Maga nos solidarizamos con el dolor de los hermanos “bandolos”, por la ausencia del compañero de luchas, que nos confirman la certeza de que las utopías y los sueños son construibles y por eso el país de Abrazolandia tiene asiento real en Sevilla, donde se cultiva el café y la fe en futuros promisorios para nuestra patria, que debe tener el trabajo del Grupo Bandola en Sevilla como ejemplo para alcanzarlos.

 El 9 de abril, Julián Gil Londoño fue sembrado en su tierra, fecha que en 1948 da inicio a una era de violencia en Colombia que aún no cesa, para seguir germinando en su nueva vida, tan misteriosa como su silencio, que solo rompía el viento atravesando los tubos de sus instrumentos musicales y el azul alegórico del agua que lo vestía en la tarima.

Por la labor que hizo Julián como docente y artista, consiente de su papel como agente transformador de la sociedad, no tendrá descanso eterno porque su espíritu seguirá vivo en ese semillero de armonía social que es el Grupo Bandola.
Por | León Octavio Osorno Aguirre
Bando de Villa Maga
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