Emocionante despedida a Julián Gil de su
pueblo sevillano
Que
los seres transcendentales cuando mueren no se entierran sino que se siembran,
eso lo dijo Balita y fue lo que sucedió el domingo 9 de abril con el cuerpo de
Julián Gil Londoño, integrante del grupo Bandola de Sevilla, fallecido como
consecuencia de un accidente de tránsito en la carretera que une a Sevilla con
Caicedonia.
Regresó
a la tierra, que es el destino natural de la carnadura que envuelve el
espíritu, también llamado alma, y lo hizo en medio de una emotiva ceremonia que
comenzó en la Basílica San Luis Gonzaga de su natal Sevilla, para continuar en
cortejo fúnebre multitudinario por las calles y terminar en el cementerio, para
el reposo definitivo de la materia, pero no el de su espíritu que continuará
vivo entre la gente sevillana.
Se
sabía del cariño y credibilidad que Sevilla le profesa al Grupo Bandola, como
se comprueba en agosto de cada año en el Festival que convoca a los sevillanos
de la diáspora y a personas de otros lugares, atraídas por el poder seductor de la música
que llenan la plaza de La Concordia, pero que tal cantidad de gente o más, se
aglomeren en torno a la tristeza para despedir a un nativo de allí, es un
fenómeno que responde a una obra de trascendencia social que ha impactado el
desarrollo de Sevilla y su gente, labor propia de los organismos del Estado que
por la politiquería y la corrupción no realiza, pero que el Grupo Bando ha
hecho a lo largo de 35 años de trabajo cultural coherente con la vida, y el
pueblo el domingo salió a testimoniar la gratitud a los queridos “bandolos”
como son conocidos y acompañarlos en su pena por el hermano desaparecido.
Julián,
Ángel del viento como lo llamó Marta Elena Hoyos en un bellísimo diseño, no era
el más visible del grupo por ser el más callado en el hablar a causa de su
timidez, y el silencio, que también es importante en la música, en él, era la
elocuencia del sabio que sabe callar por control de calidad del pensamiento,
pero que cuando habla dice cosas justas y sustanciosas.
Alguna
vez le preguntaron a Atahualpa Yupanqui que por qué él, como los indígenas era
tan callado y respondió: porque las verdades no abundan y Julián callaba tal
vez por eso y mejor hablaba a través de los instrumentos de viento, que
traducían para los demás los mensajes que salían de su espíritu, porque la
música también tiene el don de la palabra, como lo pregonan las obras
instrumentales.
El
9 de abril, fecha de ingrata recordación en la historia de Colombia por las
manifestaciones violentas del pueblo enardecido que se lanza a las calles por
la muerte del caudillo Jorge Eliécer Gaitán, conocidas como “el bogotazo”, por
el contrario, en Sevilla esa fecha será recordada porque fue el pueblo
entristecido y a la vez agradecido, el que salió a despedir a uno de sus hijos
más apreciados, refutando el dicho “nadie es profeta en su tierra”.
La
gesta del Grupo Bandola no ha sido fácil, porque en muchas ocasiones han tenido
que enfrentar problemas con los politiqueros, tal vez envidiosos del respaldo
popular obtenido por este grupo de maestros, que han demostrado la efectividad
de la educación como herramienta de transformación social y el pueblo lo
reconoce en su sabiduría ancestral, como la música que ellos hacen porque
distinguen la diferencia entre arte y farándula, y entre cultura y simple entretenimiento.
Desde
la trinchera de la utopía de Villa Maga nos solidarizamos con el dolor de los
hermanos “bandolos”, por la ausencia del compañero de luchas, que nos confirman
la certeza de que las utopías y los sueños son construibles y por eso el país
de Abrazolandia tiene asiento real en Sevilla, donde se cultiva el café y la fe
en futuros promisorios para nuestra patria, que debe tener el trabajo del Grupo
Bandola en Sevilla como ejemplo para alcanzarlos.
El 9 de abril, Julián Gil Londoño fue sembrado
en su tierra, fecha que en 1948 da inicio a una era de violencia en Colombia
que aún no cesa, para seguir germinando en su nueva vida, tan misteriosa como
su silencio, que solo rompía el viento atravesando los tubos de sus instrumentos
musicales y el azul alegórico del agua que lo vestía en la tarima.
Por
la labor que hizo Julián como docente y artista, consiente de su papel como
agente transformador de la sociedad, no tendrá descanso eterno porque su
espíritu seguirá vivo en ese semillero de armonía social que es el Grupo
Bandola.
Por | León Octavio Osorno Aguirre
Bando de Villa Maga