El reto histórico: recuperar el patrimonio natural y consolidar el Paisaje Cultural Cafetero –

18 de agosto de 20160 COMENTARIOS AQUÍ

 “El día que se acabe el agua, que desaparezca el último animal y se talé el último árbol, el hombre se va a dar cuenta de que el dinero no se come, pero ya será tarde para lamentarlo” (Sabiduría Kogui).

En la Sevilla del pretérito, el paisaje era una acuarela de colores, abundaba el agua, los árboles frutales y el entorno era rico en flora y fauna. Las casas campesinas, eran construidas bajo el diseño de la arquitectura antioqueña y  adornadas con espaciosos corredores, jardines y la buena luz que daban las lámparas de caperuza. Parte de ese pasado ya no existe, porque la mal llamada modernidad arrasó con todo: se taló el bosque nativo, se secaron los ríos, desapareció la vereda La Astelia y con ella su hermosa capilla.

El ecosistema cambió y donde antes se sembraba comida se cultiva pino o caña de azúcar y se puede correr el riesgo de quedarnos sin seguridad alimentaria. Lo que otrora fue histórico, se convirtió en escombrera y poco a poco se ha ido perdiendo la memoria y el origen.

En otros tiempos abundaba la comida y a Sevilla se le llamó en los años cincuenta la despensa agrícola del Valle del Cauca. En toda finca campesina se sembraba además del café, plátano, banano y yuca, cultivos de aguacate, chachafruto, papaya, guanábana, mango, guama verde, mora de castilla y mora silvestre, zapotes, mandarinas, ciruelas, naranjas y limones. En toda finca había gallinero y las abuelas se encargaban de los nidadores y la postura, también cuidaban de la huerta casera donde se cultivaba cebolla larga, lechuga, col, tomate y plantas medicinales como el apio, el toronjil y la siempreviva. Hoy, cuando la ciudad goza del título de Paisaje Cultural Cafetero, Patrimonio de la Humanidad, la gente del campo compra cilantro para llevar a la olla y huevos para la alimentación.

Si lo que se quiere es mostrar paisaje, hay que sembrar bosque nativo, volver la tierra un jardín, el paisaje convertirlo en frutos y reforestar las cuencas hídricas de la región para tratar de recuperar el río San Marcos, El Volga, La Toma, La Cascada, hoy en vía de extinción por el mal manejo de los recursos y el irrespeto del hombre por la naturaleza.

La arquitectura antioqueña se fue al piso, sólo quedan algunas construcciones en pie y es deber del municipio trabajar por su conservación y el ornato de la misma. En Sevilla, no hay un museo que nos recuerde la historia de los arrieros, los que tanto trabajaron para hacer una patria grande y tampoco existe memoria y monumento para recordar a los artistas, los artesanos, a los poetas y a todos los constructores de vida.

Algo se está viendo en el Parque Uribe Uribe, donde al lado del busto de Don Heraclio, encontramos varios epitafios de los últimos bardos que se nos han ido de este paraíso terrenal.

Mejorar la infraestructura vial, es la tarea que se debe hacer en el mediano plazo, porque los turistas llegan a conocer paisaje, a recrearse con él, compenetrarse con su majestuosidad y hay que tener una malla vial en buenas condiciones.

Es urgente, preparar algunos ciudadanos en el aprendizaje de la historia de Sevilla, gente que tenga capacidad de hablar frente a un auditorio para hacer quedar bien la ciudad y es una necesidad crear guías turísticos, preferiblemente que hablen inglés, para acompañar a la gente en sus recorridos Se recomienda, respetar el paisaje y cuidar el que se tiene, porque esta es la casa donde vivimos todos. Recuerde que “la tierra no es del hombre, el hombre es de la tierra”. 

Vaya, donde vaya, dígale al mundo que Sevilla tiene los atardeceres más bellos del planeta tierra; se lo dice: Javier Marulanda Gómez “Marulo”.

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