En antropología se define intercultural, como
la relación afectuosa y respetuosa entre diferentes culturas en los que se
producen intercambios de saberes y conocimientos en diferentes aspectos:
Música, pintura, danzas, cantos, coreografías, cosmovisiones y muchas más. En
este aspecto ya hemos dicho en anteriores ocasiones, que los sentidos tienen un
importante papel en la adquisición del conocimiento y en el festival Bandola los
sentidos como el oído, el olfato, la vista, la palabra, dirigieron la senda del
conocimiento. La multitud de colores que sus escenografías mostraron, las
danzas y temáticas regionales que trajeron nuevas visiones y saberes para los cientos de asistentes que observamos
como la teatralidad y musicalidad de nuestro país y del Continente suramericano
llegó hasta nuestra casa y se paseó por el parque y en la atmósfera del pueblo.
Desde las gélidas zonas de La Patagonia, los representantes argentinos y las
voces de las mujeres cantadoras incorporaron el Sur del Continente con Sevilla
Valle. Como dijo el poeta: “Vamos, vamos
al Norte, aunque sea yendo por el Sur”.
Los espacios que los niños y niñas convirtieron
en un destello de colores, como los ojos de mujeres hermosas que lanzan luces
en la noche, así los colores de los vestidos de los niños y niñas con sus voces
nos trajeron un mar musical. Los instrumentos que tocaron los niños, las hermosas voces infantiles. Un trabajo
digno de cualquier espacio universal. Además se comprueba que Sevilla es el
mejor lugar para pasar la locura, pues por épocas, la luna sevillana nos envía
sus rayos y su gravedad para dejar que la razón de paso a la locura.
Mediante las notas musicales, Bandola desde
Sevilla Valle nos lanza a todas partes. La coreografía del grupo caleño que integra
danzas y tonos del Perú. Los danzantes con un vestido negro y gris, lanzando
estrellas y moviendo los brazos y piernas, en una especie de rock nativo.
Bandola nos da la oportunidad de conocer como los jóvenes indígenas que viven
en las ciudades, están adoptando esta danza y esta música integrándola en sus
saberes y en sus gustos y adaptándola como adolescentes indígenas urbanos que
son.
Pero, en el fondo de este espectáculo, de
esta policromía en las montañas cafeteras, cuando la naturaleza se unió en un
intenso verano con esta temporada, se produce lo más importante de esta fiesta
como es el encuentro con los amigos y las amigas. A muchos amigos no los vemos
desde hace años, pero la alegría de vernos reafirma que en las amistades no hay
nada nuevo, pues es como si los amigos se acabaran de ver. Los abrazos y los
besos con amigos y amigas, la alegría rebosante en este encuentro, es tal vez
lo más valioso de este tenaz esfuerzo que hace Bandola para vernos felices.
En esta temporada se unió la naturaleza con
su color amarillo y su sol intenso, la feracidad de los colores del ambiente de
Sevilla se desplegó en azules, verdes, amarillos, como esplendorosos arreboles
nocturnos los colores de nuestra atmósfera se unieron con los del escenario y
con los vestidos de Bandola. Se une el poeta, el músico y el actor nacional en
medio del jolgorio, de la jarana, de la vida sevillana en épocas de Festival.
Con todo este panorama, me pregunto si sabemos
cuántos recursos económicos le pueden dejar a Sevilla estos tres días de
Carnaval musical. Se benefician de este festival: los cantineros que rodean la
plaza y hasta más allá, los hoteles y restaurantes, los taxistas, los
almacenes, los artesanos con sus carpas, los vendedores de tinto, los vagos y
los ladrones. En Sevilla estos días dejan un ingreso económico que ojalá la cosecha cafetera lo diera. Se benefician
los políticos que aparecen y los opositores al Festival que critican sin
analizar cuanto le ingresa a Sevilla y cuanto le egresa. El apreciado amigo Ernesto
Pino, economista sevillano de vastos
conocimientos estadísticos y futbolísticos, puede realizar el algoritmo
y el cálculo exponencial que nos dará los datos del festival con relación al
impacto positivo en la vida de las gentes.
Pero los economistas versados en números y
estadísticas, se verán a gatas para darle un valor a la amistad, a las risas y
esparcimiento, al desarrollo del arte del vestido, del maquillaje, de la
simulación. La escenografía del espectáculo, de los participantes, el
desarrollo mismo del evento, la integración con los asistentes es la mayor demostración
de un arte social en los términos del acceso a él. Cuánto valor tiene este
espectáculo desde otras miradas capitalistas?
Los sevillanos amamos el arte, el teatro y la
música que son parte de nuestra existencia desde épocas familiares y estudiantiles.
Ahora Bandola permite que estos genes que todos llevamos, salgan y se expresen
en el desfile de los abrazos, de los disfraces, del color y el sin sentido, un
hermoso homenaje a la vida, que nuestro amigo y paisano Oscar Gallego, nos deja
en cada Festival.
Finalmente una pequeña recomendación a pesar
de los elogios. El sonido, es importante hacer un esfuerzo por mejorarlo.
Por| Edgar Álzate Díaz