Para Nidia Muñoz de Franco, una mujer
librepensadora.
Un joven lector de esta columna, me
sugirió hace unos días que escribiera acerca del futuro, de la juventud de ahora en Sevilla Valle y acerca
de la esperanza. Y es que mi joven lector tiene razón pues juventud, esperanza
y futuro, están ligados, pues siempre asociamos la juventud con el futuro.
Muchas sociedades indígenas no tienen en
su lenguaje una palabra que signifique futuro, pues hasta antes de que les llegara la
modernidad y la conversión religiosa, para estos grupos la vida se daba sin
apremios y no tenían necesidad de preguntarse qué iban a hacer mañana, les
bastaba con abastecerse por un período de tiempo sin necesidad de planificar un
indeterminado e inaccesible futuro. Con la llegada de la revolución industrial,
ingresa el tiempo futuro en las
sociedades y el mundo se lanza en
carrera frenética para lograr que en los posibles próximos años, la vida les
mejore más. El futuro nace con la civilización moderna que trae la idea de que
debemos vivir a crédito, descontando los minutos y las horas para que la vida
tenga una esperanza.
El período de la vida que llamamos
juventud, es una casa abierta sin puertas, ni ventanas. Es un espacio libre en
el que pueden ingresar todas las ideas, los propósitos, los amores. Cuando
jóvenes nos mueven las esperanzas de ser alguien, de ocupar un lugar en la
sociedad, ya sea convirtiéndonos en profesionales, deportistas o artistas e
inclusive en bandidos, porqué no. Todos
cuando jóvenes, así no lo aparentemos, deseamos algo para el futuro, para
cuando seamos grandes. No podemos hablar de una juventud en general, no todos
somos iguales en esta sociedad colombiana. Unos más ricos, otros menos, otros
definitivamente sin recursos económicos. Y según me informó el profesor Oscar
Gallego, en el colegio General Santander, la mayoría de sus estudiantes
provienen de los barrios periféricos como El Brasil, Pro vivienda, La Inmaculada,
un sector que se denominó hace unos años como No Futuro. Pero, tiene la
administración municipal un diagnóstico de la juventud de estos y de otros
barrios considerados vulnerables? Existe una área de la juventud en la
administración municipal? Que es ser joven en el Eje Cafetero, en medio del
desempleo, de la crisis, del bombardeo comercial, y de la carencia de
propuestas sociales para cuando salga del colegio no tener que preguntarse ¿y
ahora qué hago?.
Cuando de acciones o proyectos para la
juventud se trata, siempre se piensa en el deporte como un medio eficaz para la
ocupación del tiempo y que de pronto alguno, entre los cientos de practicantes,
logre descollar y pueda terminar en el Barcelona o en el Real Madrid. O que por
lo menos quede en los anales de la
historia deportiva sevillana. Pero no
hay más? Aparte de la tendencia por las obras y el cemento, que piensa la
administración en términos cualitativos para que esta juventud pueda tener una
esperanza? Seguirá por los años futuros sentada en la plaza de La Concordia? O
atracando a los caminantes en la ruta hacia Tres Esquinas?
Durante mi estancia en Sevilla en el pasado
festival Bandola, observé una juventud llena de alegría, vinculada al arte y
con deseos de aportarle a su sociedad así fuera con los ritos y canciones de la
alegría. Me quedé asombrado de la cantidad de calles completamente llenas de
jóvenes, que pasaban ondeando banderas, diseños, sonrisas. Un mar de jóvenes
que en su alegría tienen una sola esperanza de hacer algo, alguna cosa que les
dé un posible futuro, con una mirada que se pierde en el paisaje cercano de los
cafetales y de la línea que cierra los límites de nuestro pueblo y que cae al
fondo del Valle. Pero cual esperanza les ofrecemos, quien habla con ellos y
ellas?
Me comenta Oscar, que los jóvenes de estos
barrios, son diestros en el manejo del lápiz y del diseño, que gustan de la
elaboración de las artesanías, es decir, tienen una inteligencia del detalle,
del fino trazado que implica una artesanía artística. Las manos del artesano
pueden mover los hilos de un telar de una manera límpida, suave, que otras
manos no podemos. Las manos del diseñador gráfico logran aplicar la línea sutil
y la silueta que forma la figura y el trazado de un objeto. ¿Y es que acaso no
se puede desde las políticas públicas locales, a través de convenios con
entidades privadas, apoyar las iniciativas empresariales de los jóvenes?, así bordeen
la fantasía, pues se trata de eso, de la imaginación al poder. ¿Es mucho pedir
que los establecimientos de educación en Sevilla, rompan con los esquemas
académicos y se involucren en programas de la pedagogía por la vida, por el
desarrollo de capacidades manuales y se involucren más en las ciencias del
conocimiento?, desde una perspectiva cibernética y global, como son los
negocios y el mundo actual, pues las mentes de los jóvenes ahora vienen
codificadas cada una con su chip informático que debe ser aprovechado para el
desarrollo de empresas del conocimiento.
Aunque considero que el Paisaje Cultural
Cafetero en realidad no es más que una invención, una representación de un
mundo inexistente, sí puede llegar a ser, con un esfuerzo administrativo, una
fuente de ingresos para nuestro pueblo: los jóvenes pueden elaborar hermosas figuras
de la basílica, o de nuestras viviendas tradicionales, o de la figura del
pueblo y de sus montañas y paisajes. Algunos pueden ser adecuados guías
turísticos que embelesen a los ciudadanos que llegan desde el interior y desde
la costa Caribe o de países extranjeros.
Que Sevilla en realidad se convierta en una verdadera ciudad artística,
una sede del conocimiento, donde se produzca y se venda arte todos los días, se
exporte y se beneficien jóvenes y viejos que tengan estas capacidades, pues
hasta ahora el epíteto de capital artística se debe a los diferentes festivales
que se realizan, pero que como nube pasajera se la llevan los vientos. En la
realidad lo del paisaje cafetero pareciera que solo sirve para los discursos y
la política, en los que los hechos reales no existen, pues seguimos sin observar
un interés real por aprovechar esta coyuntura.
Pido disculpas a los lectores de este
artículo, por el desconocimiento que
tengo de este tema, mi interés es arrojar una lluvia de ideas aprovechando las
comisiones participativas sobre el Plan de Desarrollo y generar algunos aportes
en el tema de juventud. Pues como dice la canción “yo también tuve veinte
años”.
Por| Edgar Álzate Díaz
Imagen| tomada de Redes Sociales