Recuerdo aun las largas caminatas desde la escuela Armando Romero Lozano, en el barrio Puyana recién fundado y todavía
en obra negra; íbamos en larga fila por
los potreros de don Ramón Bobadilla,
costeábamos a veces el lago, hermoso humedal, sitio de festivales dominicales,
lugar de recreo para muchos, allí años después mi futuro suegro, don Miguel Ángel Cardona, “Radio Miguel”, invento la bicicleta
acuática, la diseño y la construyo dentro de su casa, enseguida de las Rentas
Departamentales, cuando llego la hora de la prueba, la fue a sacar para
llevarla al lago y oh que contrariedad, la bicicleta era más grande que la
puerta de entrada, por consiguiente a desarmar, transportar las piezas al kiosco del lago, que quedaba en el extremo
oriental, más o menos donde hoy queda el centro de salud del barrio El Brasil,
bueno allí armo su bicicleta y la probo con éxito, este relato de la bicicleta lo viví y además lo he
escuchado de labios de los protagonistas, mi esposa y mis cuñados.
Volviendo al cuento, cruzábamos por los potreros de don Ramón,
pasábamos por un bosque que quedaba encima de un Parque Infantil y llegábamos a
una calle en tierra, que construían en la finca de los curas, pasábamos por el
parque Uribe (el que a propósito le deberían cambiar el nombre), subíamos hasta
llegar a Las Margaritas, Los Tanques y de allí a La Toma, la dulce Toma,
sitio de paseos de las diferentes escuelas y colegios del municipio.
Llegábamos por fin, mi pequeño
espíritu se ilumino por primer vez con tan espectacular paisaje, visto solo en
las películas de tarzan, vi por primer vez como los pequeños duendecillos
danzaban y jugueteaban en las burbujas
que producían el agua al caer por las cascadas, vi por primer vez como las
hadas cantaban, reían de alegría y saltaban de flor en flor, alegrando el
paisaje de la dulce Toma; mi pequeño
cuerpo cuando se sumergía en el agua fresca temblaba y yo no sabía si era de
alegría o de frio.
Transcurren los años, y ya en el COGESAN, volvíamos con más frecuencia a
La Toma, a recolectar hojas, tallos, flores
y frutos, pegarlos en cartulina negra, clasificando cada hoja, cada tallo, cada
flor y cada fruto hasta construir los famosos herbarios, que todos las generaciones que pasamos por el
antiguo COGESAN, con el profesor Luis
Carlos Guevara en la estación de segundo grado de bachillerato, íbamos a La Toma, a la famosa recolección, además
a disfrutar de la tranquilidad de La Toma, darnos un buen baño, por
supuesto que de rama en rama y de yerba
en yerba, cargábamos la yerba, la que nos inventaba colores nuevos, la que nos
mostraba caminos nuevos, ideas nuevas, en resumidas la que nos curaba el alma
de penurias y nos hacía olvidar de los miedos que nos implantaba la sociedad
mundial por esos días.
Algunas décadas después, tuve una finca encima de La Toma, al pie de una
laguna encantada, misteriosa porque en ciertas épocas del mes se secaba en su
totalidad para llenarse nuevamente a partir de las 5 am del otro día, nunca
supe la razón y este misterio se quedó sin resolver, hoy no encuentro explicación.
Posteriormente y muchos años después, he logrado vivir encina de La Toma,
al otro lado de La Toma, opuesto donde tuve la finca, vivo hoy entre El Cielito y El Tesoro, allí soy un
afortunado, porque he vuelto a escuchar a las hadas y los duendes, ellos aún viven por allí en las cascadas de La Toma, puedo verlas en
noches veraniegas saltando de rama en rama, de flor en flor, dejando su aroma
mezclado con el aire puro del ambiente montañero, despertando lechuzas para que
con su fino y lóbrego canto puedan danzarle a la vida y hacer de La Toma y sus
alrededores el lugar más mágico de la tierra, lugar donde la energía es pura,
quien por allí pasa siente la paz clavada en su corazón, siente la alegría de
vivir; se ha dicho por generaciones que por estos lares existe una puerta
astral.
He visto tantas veces las hadas y los duendes, las he sentido, he visto
a “Tapetuza” corretearlas por todos los potreros aledaños
hasta el cansancio del pobre hombre, el que después de juguetear por largo rato
se queda dormido en cualquier anden de Las Margaritas, además las veo viajar en
las mañanas y en los atardeceres cuando apareces las bajas-nubes (neblina) como
se montan en las nubes para pintar hermosos paisajes que son transformados por
el hermano viento.
Se dice que don Heraclio Uribe Uribe, trajo escondidas
en sus alforjas duendes y hadas, y que las brujas montaban en mula, porque además venia buscando sitios alejados de la
civilización, donde desarrollar el negocio de alambiques y tabaco para la
destilación de aguardiente, un aguardiente amarillento y sabroso, de una pureza
única como solo Dionisio lo podría
haberlo hecho mejor, y tabaco, tabaco rubio cultivado en tierra virgen, entre
el mismo bosque armaban el caney y cuando la hoja de tabaco mostraba un color
amarillento se cortaba y se iban colgando en el caney hasta su completo secado,
se desvenaba y se enrollaban hasta conseguir un exquisito puro o tabaco. La
comercialización se hacía en las sombras de la noche, cuando la gente se empezó
a dar cuenta, entonces se vestían de blanco y desfilaban con antorchas para
asustar a quienes los vieran, eran las animas benditas disfrazadas de personas
o personas disfrazadas de animas para poder tener el camino libre y transportar
el tapetusa y las liadas de tabaco.
Don Heraclio y su combo,
trajeron entonces brujas y demonios,
duendes y hadas, las brujas y los demonios deambulaban por las calles de Sevilla en cantidades, hoy se les ve aun
por sus calles chismeando, quedan unos pocos, los duendes y las hadas se
amañaron en La Toma, ellas y ellos le han dado el colorido, por fortuna le han
dado la inspiración al Grupo Bandola para
la creación
Su exitoso disco *La Toma*, han inspirado a Julián Rodríguez para hacer un
calendario, además, quien sabe cuantos
poemas y cuentos hay alrededor de
nuestra Dulce Toma.
Por| Jairvalenciagaspar@yahoo.es