La Música

11 de agosto de 20150 COMENTARIOS AQUÍ

Alabad al Señor que la música es buena; nuestro Dios merece una alabanza armoniosa (Sal 146, 1)

Nos enseñaron con las primeras letras que la música es un sonido agradable al oído; definición cierta y que describe con simplicidad, un universo abierto para descubrir, universo tan grande como las posibilidades que se despejan con los cálculos aritméticos. Si esta sentencia es cierta, ¿cómo pensar en los llamados gustos musicales? ¿Será que un sonido agradable para mí lo será necesariamente para otro? Tal vez no, porque, el gusto ―misteriosa inclinación del sentir― es divergente, y hasta cambiante. Pero, si es ecuménico el pensar que la música en su belleza, debe suscitar la nobleza del corazón, ha de desvelar la grandeza de las almas, ha de mover el pensamiento a llenarse de lo más grande y majestuoso que puede haber sobre nosotros: Dios mismo, y Éste, viviente en el rostro único y original de cada prójimo.

¡Cómo no alabar al Señor! Lo encontramos en la grandeza de una sinfonía; en la sincronía de una coral, el esplendor de la ópera, la sublimidad espiritual del canto gregoriano, la dicha de los aires nacionales; está en la inspiración del cantor sencillo que en acordes simples logra expresar en pentagramas de ilusión sus más ocultos recuerdos o sus más recónditos sufrimientos.

La música ―admirable signo de la perfección de Dios y sutileza de los espíritus humanos― tiene la misión de elevar el alma hasta las sinfonías del cielo; de encumbrar el espíritu hasta el Señor de cielo y tierra; hacer gozar, por la armonía, las intimidades del alma; enamorar los sentimientos del corazón por la melodía inspirada en lo noble y recto de las intenciones.

No hay duda que para quien sabe servirse de la música que eleva el espíritu, podrá empezar a acostumbrarse a tener mayor nitidez y sintonía de fe para saber que Dios es la perfecta música que suena en aires de dulzura en el entramado de la persona y sus enmarañadas búsquedas de sublimidad.

La música noble enaltece; así, emulando la sabia sentencia “la arquitectura es una música congelada” (Goethe), consideremos que quien va en pos de arpegios sensibles, artísticos y con inspiración, elaborados, descubrirá que la música es construcción agradable al ser.

“Todos los días deberíamos oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro” (Goethe).

P. Rodrigo Gallego Trujillo|
Rector del Seminario de Buga.
Buga, noviembre 18 de 2014
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