Los arrieros se
tomaron el altozano que hoy ocupa la ciudad de Sevilla y construyeron las
primeras casas. El trazo inicial, como la cuadratura de todos los pueblos y
ciudades, se hizo alrededor de la plaza, hoy la “Plaza de La Concordia”.
Para una revista
de la Academia de Historia del Valle, escribí sobre ese trazado fundacional a
partir de la narración en su Diario que hiciera Antonio María Gómez, otro
fundador, (antepasado de Aldemar Gómez Ocampo), ese Diario, una valiosa fuente
de información para obtener datos y detalles de los actos más relevantes
durante los primeros once años de vida del corregimiento de San Luis, todavía dentro
de la jurisdicción de Bugalagrande, convertido en Sevilla en 1914. Antonio
María era un funcionario público con tendencia a ser cronista, relator de lo
que veía, ya había hecho parte de la fundación de Manzanares. Y participó del
acto donde se trazó la cuadratura de la plaza de Sevilla con el taquímetro que
Don Heraclio Uribe había traído de Paují. (1)
Con la evolución y
el desarrollo urbano las calles van cambiando de nombre y se modifican todos
los bautizos iniciales o se les conoce con la designación de la nomenclatura.
Durante la Colonia, los españoles tenían la costumbre de bautizar a la calle
principal, como La Real, la primera, la más importante, la de la realeza. En
Sevilla la calle principal o sea la 50, se quedó con la denominación inicial:
Calle Real. Una calle flanqueada por dos parques, el de La Concordia, con
nombre francés; y el parque Uribe Uribe, no por el ex presidente, sino por
Heraclio el fundador, hermano de alguien que iba a ser Presidente, Rafael
Uribe, asesinado a punta de hachazos en 1914 en las gradas del capitolio, un
complot urdido por los godos de extrema, incubados en la entraña de la
regeneración nuñista.
En la década de
los años 60s Tres calles se conocían ampliamente por sus nombres: la Calle
Miranda, La Pista y La Real. Después de que Guillermo Valencia Naranjo impulsó
como Personero Municipal, a mitad de la década del 70, la construcción de la
“Avenida Santander”, está vía tomó también renombre. Se erigió la Avenida,
quedando como obstáculo la muela de la margen izquierda, por obstinada negativa
de Honorio Zapata, en el lote que colinda con la casa solariega donde se
levantaron los Parra López, que después engrosaron las filas del P.C.: mejor
dicho, en el lote donde después se levantó la abigarrada construcción, con restaurante
a bordo, donde “El Topo” Ceballos extendió sus tentáculos de comerciante: del
seviche pasó a los famosos chorizos con la alquimia de Gloria Pino. Allí
el Topo despotricaba contra todo el mundo y fraguó lo que después sería el
boletín llamado La Ponzoña.