Entre la música y la muerte

17 de julio de 20150 COMENTARIOS AQUÍ

Estaba en Bogotá con Manuela y Marcela.
Hice presentaciones en Casa TEA, la nueva sala del Grupo de Teatro Alcaraván que dirige mi hermano Álvaro, de miércoles a sábado. “No me hallo” y “20 años de música y humor”, una selección de “éxitos” de mis primeros 20 años como solista.
Tenía la duda de regresar antes a Cali, pues mi hermana Luz Mery estaba muy mal de salud.
Toda la vida mi hermana querida fue música y carcajadas y toda la vida estuvimos juntos en la risa y el humor.
Hace casi dos meses, hicimos una tarde musical, donde todos cantamos y tocamos al lado de su cama. También fue María del Mar, una chica violinista maravillosa que cantó en el coro de los niños y que ahora toca con la Filarmónica Joven de Colombia. Luzma estuvo feliz.
El pasado sábado 4 de julio, María del Mar supo que estábamos en Bogotá y nos invitó a un concierto de la orquesta, en el Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional, que presentaban el domingo 5 de julio del 2015 a las 11 de la mañana.
Ya en el auditorio, cuando sonó el primer timbre, mi sobrina me envió un mensaje: “Creo que Luzma está en su momento final.”
Entonces le escribí esta nota en la penumbra de la sala:

Querida Lucita, Manuela, Marcela y yo,  te deseamos un hermoso viaje a las estrellas. Nos has dejado risa para toda la vida, una inmensa dosis de amor y una generosidad que nos enseña a vivir. Si mis ojos tienen una lagrima, mi boca sonríe con cada recuerdo tuyo. Lo mejor para ti y que parte de tu equipaje sea el amor inmenso de nosotros tres por tu ser maravilloso.”
Y le pedí a mi sobrina Magda, que la acogió en su casa los últimos días de su vida, que le leyera el mensaje suave al oído. Ella lo hizo, Luzma respiro unas tres veces lentamente y ya nunca más tomó aire de nuevo.
Cuando me ha tocado ver partir la gente, mi madre por ejemplo, veo que es sencillo lo de la muerte si observamos el último suspiro: toman aire, pausa, sueltan el aire…y la pausa es infinita, nunca más vuelve el oxígeno a su cuerpo.

Ya el concierto estaba volando.
Hicieron la versión más hermosa y bien tocada que he visto de la Consagración de la Primavera de Stravinski, con danza, luces y puesta en escena, todo hecho por los mismos músicos, no había artistas invitados. Siempre he pensado en lo que puede hacer un músico sinfónico en los 40 compases de espera que a veces “le tocan” en su partitura.
El director, maravilloso, Andrés Orozco-Estrada colombiano estudió dirección en Viena.
Fue un momento sublime, el auditorio absolutamente lleno estaba levitando.
Ese era el momento, María del Mar tocando en semejante concierto, mi hermana muriendo, Marcela daba teta a Manuelita, la niña prendida de mi dedo índice, a veces soltaba la teta y miraba el concierto.
Al final todo el mundo sonriente y con lágrimas en los ojos, yo con lágrimas en los ojos y sonriente. Fue un ritual como los que solo el arte permite vivir, había tanta energía y tanta felicidad en ese momento, que sentía la vida diciéndole a la muerte, “nunca podrás conmigo”.
Al salir un abrazo con María del Mar, que estaba con una tremenda emoción y los ojos llorosos, nos contó que todos los músicos y el director lloraron tocando la obra, nosotros también, fue un remolino energético que se creó conjuntamente entre la escena y el público, era una sola energía, era la belleza creativa humana en su esencia, sin nada cosmético, sin descrestes innecesarios, creí que el techo del auditorio no aguantaría esa energía y podría levantarse como un platillo volador, todo salía de las entrañas del arte musical y escénico.

Cuando le contamos que mi hermana se marchó en el compás 70 de la Consagración, cambió el llanto de todos, pero al momento volvimos a la alegría.
El lunes 6 fue una despedida musical, serena y alegre, una hora de música con tangos, bambucos, boleros, canciones y diverso repertorio, al final en el último instante, canté la sevillana española El Adiós, y todos tocamos palmas y armamos un tremendo bullicio alegre y rumbero, como lo hubiera hecho mi hermana del alma, antes de la cremación.
Las cenizas llegaron a nuestra casa el miércoles en la tarde. El jueves en la mañana pusimos toda la música de Luzma y lloramos tanto que trapeamos la casa con las lágrimas.
Me asomé a la ventana, miré al cielo y lo vi con más luz.
El sábado las cenizas volvieron a la tierra y ahora forman parte de un bosque de Guayacanes, Cominos Crespos, Cedros, flores de todos los colores, nacimientos de agua y mariposas.
Ya estos días María del Mar está de gira, con la orquesta en Houston, haciendo florecer la Consagración de la Primavera, nosotros nos dedicamos nuevamente a cultivar para la vida instantes bellos.
La vida sigue diciendo a la muerte y al sistema que no podrán.
Suena el violín de María del Mar, nuestra pequeña Manuela sonríe y la esperanza se renueva.
|Julián Rodríguez Granada

P.D. Una cosa es la vida y otra cosa es el sistema. Asco producen los negocios “legales” del sistema y el laberinto burocrático que se inventaron para todo: el nacimiento, la vida diaria, la salud, la vivienda, la educación, la muerte, burocracia mercachifle de empresas intermediarias que ganan por cada colombiano que evaden atender y cuyos gerentes en Colombia se ganan al mes de 60 a 90 millones de pesos, lo que quiere decir el salario mínimo de mil o mil quinientas personas.
Esa violencia sigue intacta y lo peor está “legalizada” y se inventaron además que es constitucional. Esa si es una guerra impune contra todos y con muchos muertos que no están en la "guerra".
"NO SOLO DE PAZ VIVE EL HAMBRE"
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