Las mujeres que olvidamos en Sevilla desde 1903 hasta hoy

19 de mayo de 20150 COMENTARIOS AQUÍ

Cuando por mucho tiempo se ignoro el  diario de Antonio Maria Gómez, se sometió  a   la criptografía   la existencia de la mujer en la  nada fácil tarea de fundar una población y con  esa la de tener su propio hogar sin andarse peregrinando como desplazados del solar natal.

Recién hubo un homenaje a las madres  realizado por un candidato a la alcaldía, a ellas dedique un poema no se si se leyó. 

No era mi afán buscar aplausos que no me merezco, máxime cuando debo reconocer que no soy poeta, desconozco de este bello arte la rima, y sus requisitos semánticos. Terca  y  poco o casi nula es mi  lexicografía.

Que sea esta la oportunidad para preguntar  cuantas de  nuestras madres desde 1.903, cuando  se fundó la San Luis, se les reconoce como animadoras, de que  a esta  altura de la Cordillera Central, quedara  para siempre la naciente población y  el futuro en ella , se multiplicara hasta lo que ahora es la Sevilla del Valle del Cauca.

Nombra el primer  cronista  a una mujer. Recuerda alguien su nombre?, hay escuela alguna que lleva su nombre, calle  o vereda al menos, igualmente  busto que haga honor a su epopeya, a su  tarea?. Y centenas como aquella las hubo, y las hay hoy, a las que no  se les rinde el homenaje de ser pioneras en la construcción: científica, técnica, ideología y muchos saberes que estas no desconocen, pero que no les hemos querido reconocer.

Deuda honorifica  tenemos en la  machista Capital del Café. Maestras, artesanas, pintoras, ideólogas, poetisas, enfermeras y médicas, ingenieras y arquitectas,  hubo y hay para fortuna de la historia municipal.

Repito no hemos saldado  la deuda con la mujer. Las primeras cuyos nombres olvidamos de paso sea  dicho, fueron lideres y troperas libertadoras en su caminar, colonizando tierras a las que las obligo las guerras, que  venía padeciendo una patria cuyo Estado (fines siglo XIX, inicios del XX, y la  crueldad de los años 50 de este) las desposo y desalojo de sus primitivos solares, donde con cariño  sembraron no solo una flor, sino que en ésos, escucho por vez primera al recién llegado a su humilde pueblito y campesino hogar.

Aquellas primeras en llegar  tenían y tienen hoy, como muchas de sus descendientes, a Cristo como el hombre social y a Maria la resignada mujer,  y por ellas a Él le  reconocen el ser: un revolucionario  y  en sus escapularios llevan como recuerdo el que  les  bendijo  cuando a la Magdalena  perdonó.

Escuché de niño a mi abuela Margarita,  sobre la odisea que vivieron  ella y sus amigas a los inicios de la fundación. Ella me hablaba de sus hijos, de Antonio Maria, de las leyendas, y me narró  la de la India Suny. La que una mañana   se llevaron las  aves hasta el trono del Dios de los siete colores, el señor Arcoíris. Y desde  esa época  comencé a soñar  como lo hago ahora aquí.

Tiempo es ya  de recordar a las primeras, y en su honor  elevar un busto que nos recuerde que ellas y las de hoy, son nuestro mejor patrimonio colectivo y desde niños la gran y amorosa escuela en el hogar.

También allí,  hay las Emma Goldman (Lituana), Mariana Grajales (Cubana), Manuela y Antonia Santos (Colombianas). 

Un pueblo que olvida a sus mujeres, como se le podrá llamar?

Busca este escrito  el  trabajo de encontrar en nuestro devenir, a  la madre de nuestra patria chica. Los fundadores no llegaron  sin ellas.

Por| Aldemar Gómez Ocampo
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