Loco de Tristeza fue
la narración que ocupó el primer puesto en el concurso de cuento de la UNAD
zona centro (Bogotá y Cundinamarca)
Gracias a mi Sevilla, Valle y al amigo que me inspiró la historia, aquí está para quien quiera leerlo.
Gracias a mi Sevilla, Valle y al amigo que me inspiró la historia, aquí está para quien quiera leerlo.
Loco de Tristeza
Ese día, los devotos
acudieron puntualmente a la misa de 6 a.m., la iglesia es de estilo gótico
similar a la de Lourdes de Bogotá pero allí, en la población de Vallives del
departamento del Valle, parecía como puesta por accidente al lado de las
pequeñas casas blancas e iguales, con techos de dos aguas que rodeaban el marco
de la plaza principal del pueblo.
Después de salir, los fieles se fueron reuniendo en el atrio de la iglesia para saludarse y hablar. El tema de interés general eran las elecciones para Presidente de la República que acontecerían en una semana y que tenía contentos a todos los parroquianos porque cualquiera de los dos candidatos eran convenientes para el pueblo; ambos eran guardianes de las tradiciones y en sus visitas fugaces a Vallives como candidatos, habían prometido más inversión.
Poco a poco se fue disolviendo la gran multitud; unos se perdían entre las cafeterías cercanas y los árboles del parque, otros desaparecían mientras bajaban por la calle principal y unos pocos se quedaron para seguir él acostumbrado parloteo dominical en el atrio después de la misa.
Así comenzó ese día en Vallives, en el cual la vida cambiaría para uno de los personajes típicos del pueblo: El Loco Adrián.
Más que loco era un investigador incansable, un profesor con sus propias teorías acerca de la ufología y el sistema de gobierno mundial que lo habían convertido en un polémico contradictor de la gran mayoría de los habitantes del pueblo; a pesar de eso, era un cómico por naturaleza y más cuando el trago hacía efecto en él; su manera de mover las manos cuando se entusiasmaba con un tema, los gestos de la cara y la forma como interpretaba cada historia que contaba, la forma de caminar etc. Hacía que un tema tan aburrido como la política resultara interpretada de manera jocosa y por eso algunas personas que le escuchaban le querían; sin embargo no todos lo hacían y algunos le veían como un enemigo peligroso porque su humor era en serio, como los temas que controvertía.
Odiaba el fútbol, los reinados, la música tropical y ahora estaba en total desacuerdo con los dos candidatos que se disputaban el poder, por esta razón, estaba a favor del voto en blanco o una desobediencia civil pero decía que el populacho no estaba preparado ni para usar el voto en blanco ni para protestar por sus derechos.
Ese día despertó temprano y se le vio asomar por la calle principal del pueblo, justamente cuando los feligreses salían de la misa.
En una de las tradicionales cafeterías a pocos metros de la iglesia, el Loco Adrián pidió un tinto oscuro mientras algunas personas que aún quedaban en el atrio lo miraban y comentaban entre risas de burla: jajaja, El Loco Adrián es el único en Vallives que no está contento con los candidatos presidenciales, se la pasa diciéndole a todo el mundo que lo peor que le puede pasar al pueblo es que lo conviertan en un destino turístico como lo quieren los dos políticos.
Está tan loco que no
ve que esto nos traerá inversión, empleo y progreso.
Don Antonio, un comerciante de café muy conocido en el pueblo exclamó ante los presentes: ¡No puedo entender como hay gente que piense así!, que ideas tan ignorantes las que tiene el loco ese y eso que es todo un licenciado en literatura; lo peor es que hay gente que lo escucha y algunos hasta están de acuerdo con sus disparates.
El loco desde aquella cafetería, parecía abstraído del mundo que lo rodeaba, pero escuchaba en silencio las críticas que le hacían las personas del pueblo; se tomó apresuradamente su tinto y decidió irse de nuevo a su casa a terminar de leer el libro que lo regresaba a un mundo más lógico.
Las noches de fin de semana en Vallives son llenas de bullicio, en especial la noche de aquel día, donde la alcaldía había invitado a un grupo de música norteña para celebrar el inicio de la cosecha.
Se veían caras sonrientes de campesinos trabajadores que llegan al pueblo a buscar un poco de diversión y los jóvenes siguen la tradición de reunirse en las esquinas para hablar mientras consumen licor.
Esa noche, el Loco Adrián decidió enfrentarse de nuevo con el mundo, quería darse una vuelta, salir de la pequeña casa que le había dejado su madre como herencia hacia algunos años, donde vivía solo y donde frecuentemente lo visitaban algunos amigos y estudiantes que le pedían explicación de algunos temas y porque allí encontraban un sitio para ensayar algunas obras de teatro y hablar de temas culturales.
El Loco Adrián, tomó su chaqueta de cuero negro y salió en busca de sus amigos en una esquina del pueblo.
Todo era alegría, risas y música entre la comunidad, menos la cara del Loco Adrián; quien encontró a algunos amigos que compartían una que otra opinión con él y se dispusieron a comprar algo de tomar para empezar la tertulia habitual; esta vez una cuadra más abajo del parque porque la presentación musical no les iba a dejar conversar.
El Loco se sentía triste; uno de sus amigos al preguntarle él porqué de su estado de ánimo, respondió:
Estoy nostálgico
porque cuando ganen las elecciones sea quien fuere el ganador, van a
desaparecer las hermosas e históricas casas de Vallives, las van a cambiar por
unas de plástico parecidas a las antiguas coloniales pero sin alma; para que
los turistas de otros países vengan a visitarlas, comentó que sentía pena por
el antiguo café porque iba a desaparecer el golpeteo de las bolas de billar
combinadas con el ritmo de tango y tal vez pondrían una tienda de tintos de
esas famosas donde en vez de tango ponen Pop o música para promocionar.
Por qué será que la gente en este pueblo no entiende que no hace falta que el resto del mundo reconozca que tenemos un paraíso para poder ser felices.
Me siento nostálgico porque la designación turística nos traería no solamente turistas e inversión sino que con ellos vendrían los precios elevados de las cosas, un parque bien adornado pero los barrios populares abandonados y con más habitantes atraídos por el rebusque: vendedores ambulantes, prostitutas, jíbaros, ladrones y muchas desgracias más. Yo no quiero eso para mi pueblo del alma muchachos; ¡la designación turística de Vallives será la ruina para la población!
Todos se miraban asombrados porque esperaban una respuesta corta a la pregunta sobre su tristeza, hasta que sin pensarlo soltaron al unísono una carcajada estruendosa que hirió el noble corazón del Loco Adrián.
Carlos uno de sus
amigos se disculpó diciendo: Perdóneme loquito, yo estoy de acuerdo con mucho
de lo que usted dice pero pensar en todo eso en este momento es algo extraño;
más bien tómese otro trago y hablemos de otra cosa diferente.
Uno de los paisanos que pasó cerca al grupo de amigos escuchó accidentalmente las palabras del loco y no le gustó para nada esa forma de pensar; al igual que la gran mayoría del pueblo, pensó:
El que es loco es
loco, cómo se pone dizque triste si los dos que puntean las encuestas son los
que van a traer la inversión extranjera que necesitamos para potenciar el
turismo de la región. Algunos ya están cansados de las borracheras del loco, de
sus desacertados comentarios y de una persona que siempre es la mancha, que
lástima que no se hayan tomado medidas con personas tan peligrosas que tienen
esa forma de pensar. Lo que menos me gusta de ese loco es que parece que dijera
las cosas en serio y que contagie a los demás con sus ideas revolucionarias.
El sonido de la batería del grupo musical invadía todos los rincones del pueblo y la multitud no cabía en el parque principal. La botella de aguardiente se consumió hasta la última gota y los amigos del loco, lo designaron como siempre para que fuera hasta la esquina del parque a traer más licor y él, sin poner peros, siempre tan presto, se dirigió hacia la multitud, empezó a caminar hasta que hubo un punto en el que ya no podía avanzar por tanta aglomeración de gente ebria; de repente, sintió un golpe tan fuerte en la cabeza seguido de un chorro tibio que mojaba su cuerpo. En ese momento se desplomó.
Los gritos de las personas alrededor decían: Mataron al loco, mataron al loco...
Alguien en la multitud, que se cubrió el rostro con un sombrero vaquero, le lanzó un golpe tan fuerte con una botella de cerveza y tan rápido como sucedió el incidente, el agresor se perdió.
Algunos espectadores lo cargaron hacia las afueras del parque y le hablaban
para que respondiera pero el loco no volvía en sí.
Lo acostaron en una esquina, con un pañuelo le detuvieron en algo la hemorragia y le hablaban.
Al poco tiempo llegó la vieja ambulancia del pueblo y después de revisarlo, dijeron que era cuestión de unos puntos en la cabeza pero que eso generalmente no era nada grave.
De pronto el Loco Adrian despertó, observó a todos alrededor, mientras todos lo miraban asombrados por sus ojos tristes y sin avisarlo, empezó a gritar:
Me siento como en el
Titanic, como si supiera que este barco se va a hundir y yo estuviera encerrado
en los compartimentos de tercera clase sin poder hacer nada, el capitán del
barco que vaya a elegir el país, sea quien fuere será el equivocado y nos va a
dirigir hacia el iceberg pero como hago yo sólo para corregir el rumbo de esta
enorme mole…
Después el Loco Adrián señaló hacia la tarima donde se presentaba el grupo de música norteña y dijo:
… Escucho la orquesta
del Titanic distrayendo la población mientras vamos hacia el desastre y los
magnates de primera clase huyen en los botes hacia nuevas tierras. ¡Qué triste
me siento!...
La gente no podía contener la risa a pesar de la tragedia; hacían chistes y decían: Está igual de loco que siempre, aún tenemos el loco del pueblo con nosotros.
Poco a poco se fue yendo la gente para seguir la rumba mientras la ambulancia se llevaba al Loco Adrián para el hospital del pueblo y la vida en el municipio de Vallives continuaba.
Álvaro William Pineda Tabares.
Estudiante Comunicación Social
UNAD.