Texto de Germán Peña Córdoba.
El 2026 se encuentra a la vuelta de la
esquina.
¡Muy cerca! Y si hablamos en términos de elecciones presidenciales, el 2026 nos
respira en la nuca. Los que aspiran a suceder al presidente Gustavo Petro se
preparan para instalarse en el partidor automático. La carrera ya casi
comienza. El clima se encuentra brumoso; densos nubarrones cercan el cielo que
amenaza con precipitarse en forma de
pertinaz lluvia que mutara a tempestad. Existen claros indicios que un diluvio
bíblico se aproxima y es difícil soslayar.
La nave del cambio se mueve, todo lo tiene en
contra, un gigantesco iceberg le sale al paso a la embarcación, el capitán
gambetea y logra evadirlo exitosamente, pero el peligro persiste. El capitán
lucha valientemente en solitario ante el fuerte vendaval y las embravecidas
aguas buscan naufragar la nave. A bordo hay personas poco convencidas de la
necesidad del cambio de rumbo y buscan afanosamente que el barco se impacte
contra el iceberg, pues sus convicciones son débiles y como buenas veletas solo
aspiran a que el viento esté a su favor, porque si las circunstancias de tiempo
son adversas, se ponen en contra del capitán y al servicio de los piratas filibusteros,
que atacarán con cañones la embarcación donde nos encontramos confinados.
A bordo, existen renegados que como Marco
Junio Bruto y otros senadores Romanos, en pleno senado apuñalaron al emperador
Julio Cesar. Estos aprendices de Bruto optan por la felonía y por apuñalar al
capitán del barco para que nos hundamos en la inmensidad del océano y nos
ahoguemos todos incluida la carta de navegación. Las adversidades climáticas
seguirán, pero la bizarra personalidad del capitán saldrá a flote y lograra conducir
el barco a puerto seguro.
Los daños ocasionados por la inesperada
rebelión no se reparan ni se olvidan fácilmente, el póker sangriento puesto
sobre la mesa en el pasado Consejo de Ministros, desnudo quien es quien, de que
material están hechos y de aquí en adelante se debe saber quiénes están
verdaderamente comprometidos. He optado por pensar, que todo fue deliberado por
el zorro capitán de la embarcación, cansado de navegar en contra de aguas
fétidas y cuyo objeto fue medir
fidelidades a sus decisiones.
Pero excúsenme, me estoy esparciendo, hablemos del tema central.
Para lograr entender a que nos enfrentamos no
puede desconocerse dos corrientes extremas que por ser Colombia un país
dependiente y obediente, termina por contagiarse de posturas ideológicas
internacionales: el neo fascismo Trumpista que se identifica con la derecha colombiana
y el progresismo de Bernard Sanders y Noam Chosmy que se identifica con el
Progresismo Petrista. Desde esa óptica podemos observar a que estaremos
sometidos, en una próxima contienda electoral.
¿Qué tiene la hirsuta derecha fascista para
el 2026? Estamos en una supuesta democracia y hay que respetar a los
contrarios, destacar sus méritos y analizar sus falencias. Hasta hoy existe un
precandidato, que observo es la única opción competente de la derecha colombiana
se llama Mauricio Cárdenas. Es inteligente y sobrio, un conservador de 63 años
que ha ejercido varias carteras
ministeriales en diferentes periodos presidenciales con seriedad y eficiencia
desde la óptica de su ideología y su grupo. Mauricio Cárdenas, fue ministro de
Transporte, ministro de Minas y Energía, ministro de Hacienda y Crédito
Público. Mauricio Cárdenas desde su ideología es un peso pesado, con méritos,
pero no encarna el alma popular, es denso, frío, no atrae, no llega a la gente.
Cárdenas no tiene la magia del necesario discurso incendiario que emociona las
masas ¡Colombia es un país que vota con base a emociones no razones! A una
persona hermética y poco cálida se le dificulta llegar.
Otro peso pesado de la derecha sería Germán
Vargas Lleras. Tremendamente impopular, él y su partido Cambio Radical,
protagonista de hechos visibles contra la moral pública. Su voz denota
autoritarismo. Vargas Lleras, a pesar de su trayectoria, y de sus profundos
conocimientos del estado, no tiene la magia y el don natural de irradiar
empatía. El coscorrón lo enterró por siempre.
Los demás, son candidatos aferrados a
defender un viejo orden obsoleto y corrupto. Vicky Dávila y su posible
candidatura es una confesión de parte, que su periodismo ejercido durante años
obedecía a defender abiertamente los intereses de una casta política decadente.
Así las cosas, candidaturas como la del nieto "Turbayito", María
Fernanda Cabal, El General Zapateriro y otras, son poco serias y constituirían
un flagrante engaño que a mi modo de ver, no tienen chance. "Que a mí no me vendan chucha por guagua" decía mi sabia abuela Petrona Oliveros cuando,
el engaño se hacía visible.
Se haría muy larga esta columna de opinión.
Habrá una segunda parte para hablar de las posibles candidaturas del
Progresismo.