Texto de Germán peña Córdoba.
El
llamado centro del espectro político colombiano, desapareció o en el
peor de los casos se alió sin sonrojarse, con la hirsuta ultraderecha. Si lo anterior
fue lo que sucedió, el centro desaparece, pierde su razón de ser y su esencia.
Hoy en Colombia el centro político no se siente, ni se inmuta o quizás se fue a
"ver ballenas", como se fue Sergio Fajardo en el momento que más se
necesitaba. El espectro del centro es indiferente ante la delicada coyuntura política
que conspira una vez más, con la "ruptura institucional", muchas
veces denunciada, y hoy con esta tesitura lo vemos con claridad meridiana.
La
guerra jurídica, o el llamado "Lawfare", no es un cuento, ya llegó, y
los interesados en negarlo son los primeros en auparla. La negación del hecho y
el subestimarlo, es la prueba reina de su existencia. Es por eso que el
movimiento Progresista va un paso adelante en su oportuna denuncia. El burdo
complot, en sociedad con el impresentable magistrado Prada, de la CNE, hay que
tomarlo en serio, denunciarlo con vehemencia, y que su eco llegue lejos, para
que el mundo se entere.
Pero,
regresemos a la pregunta.
¿En
este momento histórico, donde está el "centro", conformado por
ilustres personajes del talante de Humberto De la Calle Lombana? Donde están y
qué se hicieron, los otros que fallidamente integraron el centro en la pasada
elección presidencial, unidos en "la Coalición de la Esperanza" y que
finalmente optaron por apoyar a Rodolfo Hernández. Personajes del mundo
político y las letras, como Sergio Fajardo, el escritor William Ospina, el
sabiondo exministro de salud y educación, Alejandro Gaviria, incluso la díscola
Ingrid Betancourt, ejes de este espectro; ellos, los llamados del centrismo,
deberían aportar con su liderazgo, para lograr un gran acuerdo nacional que
clama el gobierno Progresista.
El
centro político, funge como una vacuna contra la polarización extrema, es una
opción donde se ubican muchas personas que desean estar por fuera de la
pugnacidad política, y que quieren asumir una postura ecléctica; se encuentran
los que quieren desplazarse rectamente por el centro del camino, como objetivo
superior, los que añoran lo intermedio y la moderación política, como esencia.
Los extremos son la antítesis del centro; la tolerancia ideológica debe ser su
norte, la cautela y la precaución su draconiana disciplina.
Los
anteriores valores, hacen del centro una doctrina localizada en las antípodas
del extremismo de derecha o neoliberalismo, y el extremismo de izquierda que
representan las guerrillas con, "la combinación de todas las diferentes
formas de lucha"; que, para decir la verdad, si han existido las causas
objetivas que determinaron su existencia.
En
Colombia el llamado centro desapareció, como desaparece todo lo efímero,
"La Coalición de la Esperanza" fue una coyuntura de intereses
electorales de momento, donde la señora Ingrid Betancourt se encargó de
implosionarla, de manera controlada, y que finalmente termino coadyuvando al
candidato de la extrema derecha Rodolfo Hernández.
El
centro como doctrina, en su postulado central, se identifica más con el
movimiento político "la Tercera Vía", de Tony Blair y Antony Giddens,
donde su más visible representante en Colombia ha sido Juan Manuel Santos:
"el mercado hasta donde sea posible, el estado hasta donde sea
necesario". Lo anterior, trata de una intervención moderada del estado
en la economía, contrario a lo que preconiza el neoliberalismo, que es una
drástica reducción del tamaño del estado.
El
llamado centro político, necesariamente tiene matices, y allí es cuando el
Progresismo debe asumir un papel preponderante, dentro del matiz de centro
izquierda. El Progresismo, donde uno de los líderes en Latinoamérica y el mundo
es el expresidente Colombiano Ernesto Samper Pizano; necesariamente debe
liderar el cambio social que el país reclama con urgencia. El progresismo debe
tomarse el espectro político del centro, con un matiz de izquierda moderada, y
tener como programa básico, la gratuidad de la educación, la paz total, la
reforma agraria, las reformas a la salud, laboral y pensional; reformas que
harían de nuestro territorio un país más justo y menos desigual.
Germán Peña Córdoba
Arquitecto- UNIVALLE