El abuelo, el baterista The Blue Stars

2 de noviembre de 20210 COMENTARIOS AQUÍ

Texto de Gustavo Noreña Jiménez

Fabio Londoño estudió en el Colegio General Santander  de Sevilla hasta primero de bachillerato, pero la pasión por el fútbol y la música le ganaron la partida a los estudios, y no es que fuera mal estudiante, sino que, estas aficiones lo desconcentraron por completo de las otras  actividades educativas, y su mente fue absorbiendo los sonidos  de tambores que  en su casa   tocaba su padre como si estuviera en las selvas africanas y así su cerebro fue asimilando las diferentes notas musicales, hasta que la música le metió un gol a su formación como bachiller.

 A Fabio le decían <<El Abuelo>>, apodo que heredó de su padre, pues este tenía una lonchería en un local enseguida del Almacén Olímpica, llamada <<El Abuelo>>, y también heredó el oficio de baterista, ya que su padre ejerció esta labor en la orquesta sevillana Danubio Azul, que estuvo integrada por otras leyendas de la música, como Luis Castrillón <<Cuca>>; Manuel Rodríguez; Jaime Rodríguez, uno de los mejores saxofonistas del mundo; José Bernardo Vásquez, el <<Tuso>>, con la batería, quien tocó con la orquesta de Tito Cortés, en el bar El Sinaí, en Cali y fue un rey sin corona en los negocios de baile de  la zona de tolerancia sevillana;  el <<Abuelo>> hijo, también, fue baterista de esta agrupación, pero su padre no quería que desempeñara esta labor hasta que terminara sus estudios santanderinos, pero este muchacho estaba picado por el gusano musical, y se hizo solo, gracias a una inteligencia descomunal. Entró a trabajar en la compañía multinacional Mobil, y era muy bueno con la calculadora; el computador empezó a manejarlo sin ayuda de nadie, y se mantenía muy al tanto del movimiento comercial de la empresa, hasta el punto de que los asesores de ventas se le pegaban para chuparle como una esponja todos sus conocimientos. No sabía manejar moto, y aprendió solo. Su papa un día le dijo: <<Si usted hubiera estudiado, sería una “pepa”. Yo creo que usted sería un científico de la Nasa, mire cómo se ha defendido en la vida y vea cómo aprendió de bien la música, usted es un genio>>.

Fue catalogado como uno de los mejores bateristas del Valle. Estuvo con la Gran Banda Caleña; con Los Hispanos; La Tropibomba; Los Hermanos Martelo de Medellín y con Lucho Bermúdez y muchas estrellas más que rutilaban en el firmamento de la música nacional.

 Muy sardino, con diecisiete años y una macolla de pelo   impresionante que adornaba su cabeza y con un peinado al estilo Elvis Presley se voló de la casa para Bogotá, donde en esa época era la meca del rock en español y tocó con los dos grupos   de más renombre en Colombia, allí en ese ambiente agitó su melena acompasando la música. Primero estuvo con los Ampex y después con Los Speakers, que cantaron éxitos como <<La casa del sol naciente>>, canción que hizo famosa el grupo inglés, The Animals, y <<Satisfaction>>, que brilló en el mundo entero, gracias a los Rolling Stones

Fabio cuenta que: <<Los Speakers, eran todos ricachones y yo un pobretón, tenía las tres “efes”: feo, flaco y fifeputa>>. Con estos últimos tocó la batería en las discotecas de Chapinero, que era como tocar en las <<discoteques>> de la Quinta Avenida, en Manhattan.

Ellos antes de subir al escenario se metían unos tacos de marihuana superestelares y le ofrecían a Fabio, pero él les decía: <<Yo vengo de un pueblo y por allá no se conoce esa vaina. Para mí la única adicción que tengo se llama “batería”>>

Lucho Bermúdez lo llevó a su grupo que era lo máximo en Colombia en música tropical.  Ahí conoció a Matilde Díaz, que era hermosísima, una cantante impresionante. Alcanzó a tocar la batería como dos veces, porque en sus presentaciones como baterista le robaba el show a la cantante, lo cual no le gustaba ni cinco centavos, y como ella era la que mandaba en la orquesta, era la comandante, le dijo a Lucho Bermúdez que lo sacara del grupo y lo mandará al espacio sideral para no encontrárselo jamás.

<<Mirá “Patojito”, usted es muy buen músico, pero tenemos problemas acá, usted es menor de edad, lo mejor es que se vaya>>

 <<Lloré esa noche y todavía sigo con lágrimas, porque abandonar una orquesta tan buena, con más de veinte músicos, es muy duro>> recuerda con nostalgia “El Pollito”, como le decían en esos tiempos lejanos.

Fabio se vino para Sevilla y se encontró con sus amigos los músicos The Blue Stars, y desde ese día estuvo con ellos y llevaron su música por caminos y poblados del Valle, Eje Cafetero y muchas otras regiones, brillando con la luz propia de las estrellas azules, hasta el día que la orquesta se desintegró, dejando sus notas engarzadas en el recuerdo de los sevillanos. 

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