Texto de Viviana Gómez
Miles de matices y sabores:
La cocina colombiana está llena de matices,
desde diversos ingredientes, técnicas de cocción, entre otros. Más allá de las
preferencias personales y la defensa de la cocina de una región u otra,
sobresale el sabor y diversidad de la comida de nuestro país, con paisajes
diversos, ciudades de tradición, calles empedradas, y mucha nostalgia.
Intercambio de sabores:
Desde tiempos ancestrales, los nativos sabían
el gran tesoro que tenían en su mesa (con ingredientes como los ajíes, el
cacao, el maíz, el tomate, entre otros), pero con la llegada de los españoles
al Nuevo Mundo las cosas cambiaron, ya que no solo llegaron a colonizar a los
pobladores, sino a traer del Viejo Mundo ingredientes ajenos a los nuestros
(como por ejemplo, el arroz, el café y la caña de azúcar) , lo que sin duda fue
formando poco a poco el carácter propio y diverso de la cocina colombiana.
Además, el arribo de las embarcaciones españolas trajo consigo la llegada de
esclavos africanos, que le infundieron un aspecto clave a la cocina de nuestro
país: la fritura. Un ejemplo de esto, son los innumerables fritos que componen
la cocina colombiana, entre ellos, la empanada, o las conocidas arepas de huevo
de la zona caribe.
Hay que volver a la olla:
Esa mezcla sin igual de diversas culturas, tradiciones,
sabores, ingredientes y costumbres, hacen de la cocina de nuestro país un
tesoro multicolor, pero que con el paso del tiempo ha perdido identidad; por lo
cual es urgente rescatar esas tradiciones culturales y trabajar con identidad
para llevar no solo al exterior lo mejor de la cultura gastronómica colombiana,
sino hacia el centro del país, realizando un reconocimiento a los ingredientes
propios que alimentaron a nuestros antepasados, pero que hoy en día poco se
conocen; para rescatar las tradiciones y recetas ancestrales, y volver a poner
la cocina colombiana de nuevo en la Olla.
Viviana Gómez
Estudiante de gastronomía
Apasionada por la cocina y la investigación