Álvaro Rodríguez Granada

15 de febrero de 20200 COMENTARIOS AQUÍ


Autor: Héctor Javier Barrera Palacio

El pasado viernes se estrenó en la EAM de Armenia el corto quindiano Tres karmas, que fue grabado en diciembre en la capital quindiana. Allí participaron actores locales como Valentina y Valeria Sepúlveda, dos gemelas muy talentosas de la ciudad. Las acompañaron artistas de la talla de Fabio Restrepo y Álvaro Rodríguez, muy conocido a nivel nacional por una variedad de personajes que ha hecho en teatro, cine y televisión. Quizás el personaje más recordado de Rodríguez fue el de Tribilín, en la novela Fuego verde.

¿Qué expectativas tiene con este nuevo corto quindiano en el que participó llamado Tres karmas?

La expectativa es muy grande para la gente del Quindío y por primera vez estoy trabajando con tanto rigor en lo audiovisual en el cine y estoy atento a las reacciones, porque durante las grabaciones ocurrieron cosas inesperadas, como un aguacero y muy osado el director, Andrés Roa, quien se atrevió a seguir grabando y parece que eso le dio un valor mucho más estético a la historia para contar. Decía un autor que de las maneras más insólitas se obtienen los hallazgos más geniales.


El cine quindiano no es tan reconocido a nivel nacional. ¿Cree que toma fuerza con este tipo de producciones tan profesionales? 

Indudablemente. Es que hacer cine es lo que necesita este país, hacer arte para todo este despelote en el que vivimos, esa guerra hay que cambiarla por lo que produce la industria cinematográfica, con el valor y la osadía de tanto joven que logra expresar el universo artístico, porque el arte es inherente a todos los seres humanos, todo el mundo canta, baila, escribe, todo el mundo usa la palabra como mecanismo de expresión. Otra cosa es que nosotros nos dediquemos a esto, pero el arte es del ser humano en general. Creo en Armenia, no solamente por su cultura, sino porque  soy muy próximo a la ciudad, ya que  mi papá nació en la capital quindiana. Soy de Sevilla, Valle del Cauca, y me encanta de acá la geografía, la gente, la idiosincrasia, las historias, la tradición oral, el universo del campesino, del café y de los árboles frutales. Todo esto tiene que ver con los seres humanos, nosotros somos naturaleza y que eso se vuelva y se lleve al universo de la fantasía, en este caso del séptimo arte, me parece muy importante.

¿Qué nivel cree que tuvo la producción Tres karmas?

La producción como tal fue extraordinaria, gente muy joven, cada uno con su talento. En el cine confluyen todos los lenguajes y cada uno de estos implica la responsabilidad de un artista y lo que yo vi con la gente de acá y algunos de Cali que llegaron, fue un trabajo bastante riguroso y espero que tenga resultados muy positivos.

Mientras grabaron Tres karmas en las calles de Armenia mucha gente lo recordó por el personaje que usted hizo de Tribilín en Fuego verde y lo buscaron para tomarse fotos o darle un abrazo. ¿Qué sintió con ese aprecio que le demostraron?

Tengo mucha simpatía con todas las personas de la zona cafetera porque son muy lindas y yo soy un amigo más, me gusta intercambiar con ellas, conocerlas y reconocer aspectos muy importantes de nuestra cultura y entonces que la gente se aproxime con esa alegría, llega la comida, el tinto. Llega la cerveza, el diálogo y empiezan a ser universos muy gratos.


¿Cómo le fue con el elenco y con el equipo de producción?

Hubo una correlación de energías que fue muy importante, porque si eso no se da va a incidir en la producción final y yo acá me siento muy contento porque parezco como en mi casa, entonces el hecho de que aparezca la comida paisa incide en uno como actor y en el bienestar hacía el universo de la ficción.

Cuéntenos un poco de sus comienzos en la actuación...

Hice teatro desde niño en el colegio General Santander de Sevilla. Me gané una beca de Bellas Artes en Cali, pero me tocó prestar servicio militar, cuando fui ya habían empezado, entonces me dijeron que esperara un año más. Mi hermano estaba estudiando medicina en la Universidad Nacional y me dijo que me fuera para allá mientras tanto. Empecé a estudiar antropología y no tengo la menor idea por qué. Más adelante, cuando trataban de armar un grupo de teatro me invitaron al teatro La Candelaria con Lisandro Duque, que es director de cine de Sevilla, y me convidaron al grupo de planta, entonces dejé la carrera y me puse a estudiar arte dramático y por esto me empezaron a llevar a la televisión, a hacer películas como La gente de la universal. Siempre me había llamado la atención eso, pero no me lo había propuesto, pero bueno, lo primero fue un cortometraje con Lisandro Duque que se llama 38 corto, 45 largo. Ahí me di cuenta lo grande del cine y lo ignorante que es uno. El cine me puso a navegar en un mar de utopías.

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