Por: Edgar Alzate Díaz
“La
niebla cual sábana blanca cubre el paisaje” (Jesús Franco O.)
Todo tiene su tiempo dice la sabiduría
popular. Fui a la sede de la fundación Casa de la Cultura para ver la obra de
pintura de Jesús Franco Ospina. Cuando terminé de ver las obras colgadas, las
acuarelas del pintor, decidí escribir un artículo que
destacara la importancia humana y artística del maestro Jesús Franco.
El maestro Jesús Franco Ospina es nativo de
Sevilla Valle y del cual es más muy placentero y educativo el conocimiento de su
obra. Me comentan que el Maestro Jesús Franco ya se encuentra en los 90 años de
edad, con una obra pictórica dedicada a la conservación y amor por nuestra
naturaleza e idiosincrasia.
Obra del maestro Jesús
Franco Ospina. Colección permanente de la Fundación Casa de la Cultura.
Sevilla, Valle.
En este hermoso cuadro están las casas con
los platanales, y los guamos que la destreza del pintor entrecruza entre la
naturaleza y la divinidad. Al fondo de la pintura en la perspectiva se despliegan las montañas de la cordillera
Central, los cerros que caminamos con
nuestros amigos conociendo nuestro territorio como sevillanos, los sitios desde
donde se ve todo el pueblo, espacios con toros desbocados persiguiéndonos,
cercos para pasar, frutas en el camino y regreso en la tarde. El pueblo con sus
tejados de barro como sombreros cafés y que resaltan bajo la estructura de la
iglesia, la imagen y los colores claros para solaz del que mira la
pintura.
El maestro nos conduce por entre la
naturaleza de los ríos embravecidos, raudales de aguas poderosas en una metáfora que tituló “la
Soledad”. Porque nada más solo que navegar por un río y durante horas ver las
orillas o los barrancos de las orillas o
aquellos ríos inmensos que desembocan en el mar, en las desembocaduras
del Pacífico. Uno que otro mico colgado de un árbol mirando a los viajeros, o
una pequeña manada de chigüiros y garzas, muchas garzas que se levantan
delgadas y elásticas abriendo sus alas por el ruido de los motores en la
soledad del río. Nada más solo que un río.
Y de acuerdo con el pintor, es esta soledad
como un río fuerte, con las rocas que forman el raudal y donde las aguas corren
más rápido. La soledad inscrita en piedra y agua, de Jesús Franco Ospina.
“La Soledad”. Pintura del
Maestro Jesús Franco Ospina. Fundación Casa de la Cultura. Sevilla Valle. 2017.
El pintor no solo nos muestra estas imágenes,
también desde su idiosincrasia con su manejo de la acuarela pinta los techos de
las casas cafeteras de varios pueblos paisas, nuestras casas, nuestros símbolos
y estética. Presenta los lugares importantes de los pueblos que visitó, pueblos
fríos, rodeados de nubes y neblina, barro y café. Muestra los pueblos de Caldas
con sus techos de tejas y sus grandes viviendas, pueblos que ya no existen, que cambiaron esta
arquitectura o a los que el vaivén de la economía transformó, desapareciendo
las arquitecturas de estas viviendas, que el pintor trazó y elaboró para la posteridad.
Jesús Franco Ospina se dedicó a pintar todo
lo que su ojo de pintor le pudo traer. Paisajes cafeteros, mar del Pacífico,
las grandes olas que rompen contra un acantilado en Juanchaco, entre muchos
otros temas muy naturalistas, en un trabajo con acuarela que recoge lugares y
momentos naturales de nuestras culturas.
Pintura del maestro Jesús
Franco Ospina. Colección permanente del maestro en la fundación Casa de la
Cultura. Sevilla, Valle.
En la siguiente pintura el Maestro Franco
Ospina colocó esta frase: “La niebla cual
sábana blanca cubre el paisaje”. Y en la pintura, al fondo se observa la
niebla que viene visible en la mañana, las nubes madres, las altas cordilleras.
La niebla que caracteriza nuestro paisaje, desciende de los nevados que
circundan nuestra geografía, nuestros cerros y montañas. Como un manto blanco
la niebla cubre las montañas y la flora, las plantas vegetales verdes que como centinelas son testigos de cómo se blanquea con
la niebla, la naturaleza que ahora el pintor nos recuerda.
A continuación su pintura del “Alto de la Cruz”, que inicia con la
calle y los guijarros de piedras a los lados, los ojos del pintor que recogieron
los cercos derruidos como recuerdos de la maestría de los agricultores. En el
fondo la Cruz, que significa el camino a Dios, la protección que la humanidad
busca y consigue con la espiritualidad, bellamente enmarcado en este cuadro
repleto de iluminación y de vida. La arquitectura de las casas grandes, de
ventanales y portones, de bahareque y pintura de cal, con sus techos de teja y
sus aleros que protegían de la lluvia.
Pero lo que destaco con mayor presencia en
este pintor es su luminosidad, como sus pinturas expelen luz en medio de los
paisajes, de las lagunas, ríos, pueblos, cerros. En sus paisajes el pintor nos da una lección
de optimismo, con su luz nos dice que estos lugares son su herencia para este pueblo, su
presencia en nuestros sueños y paisajes.
“Alto dela Cruz”. Pintura
de Jesús Franco Ospina. Colección permanente Fundación Casa de la Cultura.
Sevilla, Valle